“No vencerán al pueblo de México ni a su presidenta”, gritó Claudia Sheinbaum en el multimillonario autofestejo de su gobierno en el Zócalo capitalino. Fue un evento que desnudó la desfachatez, la arrogancia y el autoritarismo del obradorismo al excluir del “pueblo” mexicano a quienes no comparten su visión. Porque ese “pueblo” lo integramos todos, somos la sociedad toda, la pluralidad total que habitamos este nuestro querido país, incluidos todos los que no pensamos ni queremos ser como ellos, quienes ahora están formalmente en el gobierno de la república.
El insultante discurso de Claudia revela a diario que Morena y sus aliados se asumen como los dueños del país. No sólo que representen a la mayoría nacional —aunque ilegítima e inconstitucionalmente—, sino que ellos y nadie más son “el pueblo”, mientras que todos los demás somos “los enemigos” del país, de la patria. Ahora resulta que somos exiliados políticos en nuestro país todos los que criticamos a la autodenominada “4T”: empresarios, artistas, académicos, intelectuales, líderes sociales (campesinos, autotransportistas), personalidades de la sociedad civil y políticos. En los hechos es la venezolización mexicana sin expulsión territorial de los habitantes. Seguimos en México, pero somos “enemigos de la patria”, según ese precepto totalitario.
Sheinbaum prefirió “echar toda la carne al asador” y cerrar filas con los delincuentes narcogobernadores y otros narcopolíticos para enfrentar a una supuesta “derecha golpista”, en lugar de utilizar toda esa fuerza del Estado, evidenciada en la plaza pública, para combatir al crimen organizado. Por eso lo del Zócalo capitalino, más que festejo, fue el refrendo de un “Pacto de Complicidades para la Impunidad”, mismo que seguirá conduciendo al país hacia el abismo en todos los terrenos. En todo caso, lo que festejaron fue el saqueo que por 7 años han hecho del erario y de los cargos públicos para sus corruptelas. Fue el festín de las hienas depredadoras sobre el cadáver de la república.
Pero afortunadamente el gigante que es México no está dormido, ni mucho menos muerto. Estos insensatos e irresponsables que hoy mal gobiernan no entienden que “el pueblo de México” somos todos y que ellos ni nos representan ni nos van a usurpar. Afortunadamente, las potencialidades de nuestra sociedad se manifiestan, intermitentemente y de muchas maneras se hacen notar, están ahí.
Lo hacen desde la academia, las actividades artísticas y culturales (como la FIL de Guadalajara), los diversos medios de comunicación (como éste, la histórica revista “Siempre”), las protestas de los productores del campo y autotransportistas, las madres y padres buscadores de sus familiares desaparecidos, la Gen Z, entre muchos otros, incluyendo a las fuerzas políticas opositoras organizadas. Y eso no lo pueden callar.
México no es ni será Venezuela, aunque decreten nuestro exilio en nuestro propio territorio. Estos neofascistas, neoestalinistas, vestidos con ropajes de pseudoizquierda, no alcanzan a entender que quienes hoy defendemos las libertades y derechos del México republicano, nos forjamos durante décadas de lucha contra el autoritarismo. Fuimos nosotros los que contribuimos durante varias décadas a desarrollar una cultura de tolerancia y libertades democráticas, y que no vamos a permitir que un puñado de usurpadores nos las arrebaten.
Reitero mi insistente y esperanzador llamado a formar un amplio frente ciudadano y político en defensa de la democracia y las libertades. En defensa del México republicano.
