David Alejandro Boyás Gómez
El Seminario Público de Historia de la Cultura en México (1900-1970), realizado -como cada jueves último de mes el pasado 25 de abril en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, contó esta vez con la participación de dos investigadores que expusieron temas estrechamente relacionados con la situación actual del país, más concretamente con la reforma educativa que profundiza poco en la educación y mucho en los trabajadores de la misma.
Gabriel Vargas Lozano (Guadalajara, 1947), quien es doctor en Filosofía y se ha desempeñado como profesor e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, hizo un recuento de los estudios marxistas en México, particularmente en el ámbito universitario, de 1965 a 1989.
El también profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM habló en su ponencia sobre la influencia del estructuralismo de Althusser (1918-1990) en la interpretación marxista, misma que surgió tras la publicación del libro Para leer El capital en 1965, el cual generó polémicas en el orbe, pues tenía tesis como la de que el humanismo socialista era un antihumanismo teórico.
Las ideas de Althusser, que contenían una lectura cientificista de El capital, fueron discutidas en México gracias a la fuerza de la escuela filosófica presente en el país durante esos años. Esta influencia fue muy fuerte hasta mediados de los setenta y en la Universidad se organizaban debates entre los althusserianos como Carlos Pereyra, Alberto Híjar y Enrique González Rojo hijo y los detractores como Adolfo Sánchez Vázquez y Bolívar Echeverría.
Este apogeo terminó por una caída en la moral de sus seguidores, luego de que Althusser, que padecía desórdenes psiquiátricos, ahorcara a su mujer en 1980. El Dr. Vargas enfatizó la importancia de revisarlo, releerlo y verlo con los ojos de la actualidad, a distancia.
En 1975, las izquierdas en México hacen un pacto que las compromete a acercarse a las vías democráticas, vía pacífica que también toman muchas guerrillas de América Latina, lo que según Vargas, propicia su decaimiento. Justo por esos años se opone a la teoría althusseriana la escuela gramsciana, que tiene un gran influjo de 1975 a 1985, pues en esos años se publicaban completos sus Cuadernos de la cárcel que contenían todo su pensamiento. Ahí, Gramsci propone a la izquierda hacer un bloque para construir hegemonía y poder luchar contra la opresión del capitalismo. Su tendencia es más radical y tuvo gran éxito debido a que prosperaba la represión ideológica y de las luchas populares por parte de la oficialidad.
Pero tras estos estudios desarrollados en Europa, los cuestionamientos sobre la aplicabilidad de estas teorías en México y América Latina no se hicieron esperar en el ámbito universitario. Sánchez Vázquez (entre otros) cuestionaba estas relaciones y llevó a la mesa la discusión en torno a si eran o no realmente socialistas los países socialistas.
Otro tema de discusión en esos años fue el cristianismo socialista, expresado en corrientes como la Teología de la Liberación.
El debilitamiento del Partido Socialista Unificado de México, así como de los estudios marxistas se afianzó con la crisis del petróleo y la posterior introducción del neoliberalismo en 1982. El fraude electoral sobre las izquierdas en 1988 acabó con la moral de muchos y el ala marxista acabó por dispersarse. Sin embargo quedaron en pie pensadores críticos, como el propio Vargas Lozano, quien hoy encabeza desde el Observatorio Filosófico la lucha por el retorno de las materias de Filosofía, Ética, Estética y Lógica al programa de las instituciones de educación media superior, luego de que el gobierno quitara su permanencia obligatoria de los planes de estudio en el 2008.
Tras esta intervención, tocó el turno a Gastón Martínez Rivera, profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), quien abordó la vida y la obra de un gran estudioso del marxismo en la ponencia “Alonso Aguilar Monteverde, un revolucionario excepcional de pensamiento y acción”.
En ella, Martínez Rivera hizo un esbozo del vastísimo trabajo tanto académico como de acción producido por el economista, quien murió en diciembre del 2012, y había formado parte del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
El pensamiento crítico y reflexivo de Aguilar (Hermosillo, 1922-México, D. F., 2012) se refleja en sus múltiples trabajos, donde estudia la realidad mexicana mientras se vincula en la praxis de los movimientos populares. Aunque estudió Derecho en la UNAM, nunca le interesó el requisito académico. De hecho, a decir de Martínez, quien fue amigo y colaborador de Aguilar, ni siquiera fue a recoger su título.
Posteriormente ingresó a la entonces Escuela Nacional de Economía donde estudió el capitalismo en Latinoamérica, aplicó la teoría leninista en el desarrollo de los mercados en México y publicó en varias revistas especializadas. Hizo el programa y fue coordinador general del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), grupo político que fue la fuerza de izquierda más importante de los sesenta y que agrupó a movimientos comunistas y afines a la Revolución Cubana. Al MLN pertenecieron, entre otros, Lázaro Cárdenas, Jorge Carrión, Heberto Castillo, Cuauhtémoc Cárdenas, Víctor Flores Olea, Fernando Benítez, Enrique González Pedrero, Fernando Carmona, Ignacio Aguirre, Carlos Fuentes y Ángel Bassols Batalla.
Con Bassols, fundó la revista Índice y en 1972 con Carmona, Carrión y Aguirre Estrategia, revista de información política para América Latina, donde colaboraron dos personas presentes en la sala el propio Gastón Martínez y la Dra. Josefina Morales. Su interés por la revolución en Cuba lo llevó a relacionarse íntimamente con revolucionarios como Ernesto “Che” Guevara. En 1967, cofundó la editorial independiente y no lucrativa Nuestro Tiempo que existió durante 37 años. Impulsó la creación del Círculo de Estudios Mexicanos y la Asociación por la Unidad de Nuestra América (AUNA). Siempre crítico, auténtico y congruente, mostró en sus libros las redes de los parentescos de la oligarquía en México.
Su obra es amplísima, hecho que no le impidió comprometerse a apoyar las luchas sociales. Entre sus libros se encuentran Teoría y política del desarrollo latinoamericano (1967), Dialéctica de la economía mexicana (1968) Economía política y lucha social (1970), Teoría del capitalismo (1978) y Estado, capitalismo y clase en el poder (1983).
En el seminario se discutió el estado actual del marxismo en México. Tanto Vargas como Martínez concordaron en que es necesario seguir con los estudios marxistas, esta vez con una óptica actual, la del siglo XXI. Ante las incongruencias de la actualidad, como los intentos de organismos internacionales de establecer una educación no de conocimientos sino de competencias, se debe tomar conciencia en el ámbito académico y desde ahí, como hizo Alonso Aguilar, seguir luchando a favor de los proyectos humanistas, que recientemente han sufrido la afrenta oficialista que desea enviarlas al baúl de los recuerdos para constituir seres humanos que sirvan para trabajar sin ser críticos.