Patricia Gutiérrez-Otero y Javier Sicilia

 

A todas nuestras hermanas y hermanos indios. En un solo caminar.

Si la marcha de Cuernavaca a México rompe esquemas, la marcha de los zapatistas en San Cristóbal de las Casas nos conmueve a todos: caminaron los más pequeños en el sistema colonial y los insignificantes en el sistema capitalista actual para apoyar al resto de la sociedad civil maltratada, asumiendo las diferencias y diciendo: “No están solos”. Las lágrimas nos vienen, pues a ellos los hemos abandonado durante más de quinientos años. A nuestras bofetadas, nos responden con solidaridad.

Hubo unos quince mil indígenas zapatistas, de diversas etnias y géneros, que se congregaron en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el 7 de mayo para apoyar la Marcha Nacional por la Paz, Justicia y Dignidad: nuestro corazón está con ellos y se nutre de su hermandad. El 8 de mayo, en el Zócalo de la Ciudad de México la Marcha reunió a unas ciento veinte mil personas. Hay que sumar a los hombres y mujeres que se manifestaron en varias ciudades de México y del mundo.

Mujeres y hombres indígenas caminaron con dignidad y sin consignas en las calles de San Cristóbal de las Casas. Si para nosotros ganarnos el sustento es difícil y nos imposibilita y nos justificamos para no unirnos a grupos que piden un cambio y ser parte activa de la sociedad civil, para ellos más, pues deben ir desde zonas muy lejanas sin tener un sustento “asegurado”. Pero, ahí están, nuestros hermanos y hermanas que, cuando bien les va comen frijol y tortilla.

En su discurso, dijeron: “Estamos aquí porque personas de corazón noble y de dignidad firme nos han convocado para parar la guerra que ha llenado de tristeza, dolor e indignación los suelos de México. […] Porque nos sentimos llamados por la digna rabia de las madres y de los padres de los jóvenes asesinados y por el cinismo gubernamental. […] Mucho dolor y pena por tanta muerte sin sentido, y estamos hasta la madre que ya basta. Compañeras, compañeros, hermanos y hermanas, hoy no estamos aquí para señalar caminos ni para decir qué hacer ni para responder a la pregunta de qué sigue. De lo que se trata es que para poder ser lo que cada quien escoge ser son necesarias la paz, la libertad, la justicia y la dignidad. Hoy estamos aquí para decirles sencillamente a esas buenas personas que en su silencio caminan que no están solos. ¡No están solos!”. Nuestros amados hermanos zapatistas terminan: “Desde las montañas del Sureste mexicano por el Comité Clandestino Revolucionario Indígena. Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Firma el compañero subcomandante insurgente Marcos”.

http://vimeo.com/23479770.

No queremos otra lucha, sino la gandhiana, pero, ojo, la gandhiana y su resistencia civil van muy lejos: no hay trampas. Todos somos hermanos y hermanas, hijos e hijas. Todos y todas somos resistentes, es necesario crear un ejército de satyagrahas. Seguidores de la Verdad. Esperamos estar a la altura de las circunstancias y del dolor que se extiende en el pueblo mexicano.

Además, opinamos que se respeten los Acuerdos de San Andrés, se libere a los prisioneros políticos, se limite a las transnacionales en México, se investigue los crímenes impunes, se detenga la guerra de baja intensidad contra indígenas, se frenen las campañas televisivas del miedo, se salve a Wirikuta y que nos activemos como sociedad civil porque estamos hasta la madre.