Buen momento para las relaciones de México con EU
Alfredo Ríos Camarena
La visita del presidente Barack Obama a México tiene connotaciones de gran importancia hacia el futuro inmediato de ambas naciones.
Las condiciones de México a partir del nuevo régimen formalmente han recuperado la seriedad del gobierno y de la investidura presidencial. Enrique Peña Nieto tiene el ADN de aquellos políticos mexiquenses que le dieron a México honra y prez, pues don Isidro Fabela ha sido uno de los internacionalistas más destacados y defensor de los principios fundamentales inscritos en la Constitución de la República; basta recordar la denuncia que hizo en la Liga de las Naciones cuando las fuerzas fascistas de Mussolini invadieron Etiopía; otro mexiquense de grata memoria en nuestra gallarda política internacional lo fue don Adolfo López Mateos, que a pesar de las presiones continentales nunca abandonó la revolución cubana en sus momentos más difíciles. El presidente actual acaba de visitar Caracas, Lima y Puerto Príncipe, dándole un nuevo enfoque a la política de México en Latinoamérica, casi abandonada en los últimos sexenios.
Ambas naciones atraviesan por crisis internas de diversa índole, pero relacionadas con las contradicciones que generan la inseguridad y el terrorismo.
En México, mientras que las fuerzas reales del poder han aceptado los principios generados en el Pacto por México, dándole una nueva gobernabilidad y un nuevo rumbo al país, en Estados Unidos, el indiscutible triunfo electoral de Obama y su relación democrática con los más pobres de su país también configuran un nuevo rostro de la política norteamericana.
No obstante esto, el presidente Obama sigue siendo el campeón del imperio y despliega las banderas rampantes de los intereses económicos que afectan a todo el globo terráqueo. Obama es un demócrata discriminado en su propio país, pero defensor de la concepción libertaria del capitalismo moderno, mientras que Peña Nieto es un mandatario joven que está tratando de darle un nuevo rumbo a los temas dramáticos por los que atraviesa el país, como son la inseguridad y la pobreza.
En México, fuerzas oscuras ligadas al anarquismo propician una confusión que se inicia desde el primer día del mandato de este gobierno y que se expresan en actos de barbarie inexplicables que están generando no sólo una oposición a la reforma educativa, sino un fenómeno social que aún no acabamos de entender; y en el terreno de la delincuencia organizada, estamos muy lejos de tener éxito. Obama enfrenta el terrorismo y a los grupos patrioteros de ultraderecha expresados en organizaciones secretas al estilo Ku Klux Klan y en políticas legislativas defendidas por los conservadores del
Tea Party.
Sin embargo, la agenda bilateral tiene que centrarse primero en el tema migratorio, pues Obama debe su éxito electoral en mucho a las fuerzas de los latinos, que han despertado como una nueva forma de poder político que ha madurado y representa el interés de los inmigrantes de habla hispana. Este tema, aun cuando es difícil y casi utópico, corresponde a la soberanía norteamericana, pero debe apoyarse en la solidaridad mexicana; en materia comercial, deben revisarse con cuidado muchos de los capítulos del Tratado de Libre Comercio para darle mayor fluidez a esta relación que en momentos parece estar agotada y que ha permitido que, en materia de producción alimentaria, México se encuentre mucho más atrasado que anteriormente, con excepción de los productores que exportan.
No puede soslayarse el tema de la seguridad, que implica el contrabando de armas de Estados Unidos a México y el trasiego de drogas de nuestro país a la Unión Americana. Son muchos los temas que pueden y deben tratarse: ecología, relaciones comerciales, respeto a los derechos humanos y, desde luego, estará en la agenda la reforma energética que debe realizarse sin vulnerar los principios paradigmáticos de nuestra Constitución.
Como quiera que sea, es un buen momento para mejorar nuestra relación con el imperio y, como en la vieja película de Sidney Poitier, darle una buena bienvenida a ese personaje discriminado por su color que llega a cenar al hogar de su prometida blanca.
No hay duda, un mundo tecnológico le da un nuevo rostro a la sociedad del futuro.