Calderón trota por el mundo
Dedicado al activismo y guerra abierta contra sus adversarios políticos, el presidente Felipe Calderón viajó a Roma para invitar al papa Benedicto XVI a visitar México, fue a Nueva York a ofrecer el petróleo, negó la guerra que declaró al hampa, ofreció cifras equivocadas de los muertos y persuadió a mil 800 delegados federales a difundir sus “logros”.
“No deja pasar una”, advierten algunos comentaristas, a propósito de la visita de una hora que hizo a la residencia presidencial Bono, principal figura del conjunto irlandés de rock U2. Calderón también asistió a una función de ese grupo musical.
En estos casi cuatro años y medio del segundo régimen panista, la gente se pregunta cuánto tiempo dedica Calderón a enfrentar los graves problemas de México si, además de hacer el trabajo de líder del PAN y dirigir furiosos ataques a sus oponentes —en particular del PRI— visita personajes por el mundo y les presume un país adecuado para las inversiones y en pleno crecimiento económico.
De la invitación a Benedicto XVI no se volvió a saber nada, señal de que fue declinada. Calderón deseaba la visita del pontífice para distraer a la asustada población mexicana, debido a las constantes y elevadas matanzas relacionadas con el narcotráfico.
Reconoció el Presidente que la presencia del Papa ayudaría a disminuir la criminalidad en México, como si en el Vaticano no se supiera cómo actúa la Cosa Nostra, eterna mafia italiana que ha recibido la bendición de no pocos prelados. Seguramente, el pontífice no quiso ser figura de propaganda.
Sobre la entrega del petróleo a consorcios de Estados Unidos, Calderón no se rinde. Sin cumplir la reforma energética de hace dos años, en Nueva York ofreció nuevos cambios a la Constitución, a fin de que los capitalistas exploten los todavía redituables yacimientos de México.
Nadie del gobierno informa que Pemex está quebrado y tiene un déficit de 17 mil millones de dólares, según información del senador priísta Francisco Labastida. A ese nivel ha sido llevada la primera industria nacional por los gobiernos panistas de Vicente Fox y Calderón.
¿A qué más fue el Presidente a Estados Unidos? Probablemente a intensificar la “campaña negra” contra el PRI, al cual se pretende ligar con el narcotráfico.
Hubo de viajar a Washington el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto, para denunciar los ataques en su contra. Habló a congresistas demócratas y republicanos, así como a periodistas del Capitolio. Se negó a decir el mandatario estatal quiénes son los autores de esa sucia maniobra, pero los “primos” entendieron la procedencia.
Se supone que agencias importantes de Estados Unidos, como la DEA, disponen de toda la información del narcotráfico, pero la guardan por razones bajo sospecha.
En su propósito de disminuir los efectos de los 12 cárteles que operan en México, Calderón dijo mentiras al conductor de un importante programa de televisión. Según sus cálculos, de los más de 40 mil muertos en su sexenio relacionados con el narcotráfico, 75% corresponde a delincuentes, 4% policías y militares y sólo 1% a civiles inocentes.
En ese manejo de cifras tramposo, Calderón no supo explicar dónde quedó el otro 20%, es decir, más de 10 mil muertos. A esto se dedica el presidente de México, a trotar por el mundo, con mentiras a flor de labios.
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