La evasión fiscal, deporte nacional de larga data

Mireille Roccatti

Una de las más acuciantes reformas que requiere el país es una profunda reforma hacendaria. Ésta se ha venido posponiendo desde hace casi cuatro décadas debido principalmente a la resistencia de la iniciativa privada reacia a perder privilegios y prebendas que viene disfrutando desde hace por lo menos medio siglo. Es cierto también y debe consignarse que ha obedecido también a intereses poco claros de la alta burocracia financiera y la resistencia al cambio de otros y muy diversos intereses beneficiados con el actual régimen fiscal.

México es de los países de la OCDE que menos recauda e incluso a nivel latinoamericano su recaudación en relación al PIB es de las más bajas, es lugar común escuchar en algunos circuitos académicos que cobramos poco, mal y nunca.

La iniquidad fiscal imperante vuelve letra muerta la obligación constitucional de contribuir al gasto publico de manera proporcional y equitativa, amén de tener que reconocer que la elusión o evasión fiscal es un deporte nacional de larga data, que con el trascurrir del tiempo se ha convertido en toda una industria, en la cual existe un ejército de abogados fiscalistas y contadores cuya especialidad es burlar a la Secretaría de Hacienda, detectar los resquicios de la ley y que, además, cuentan con protectores y cómplices dentro de ésta.

La esperada reforma hacendaria se ha venido planteando desde  antes de que se pusieran de moda las denominadas “reformas estructurales” y en su momento —a finales del desarrollo estabilizador— se adujo que, ante el agotamiento de los ingresos petroleros, se hacía necesario elevar la recaudación; los veneros que nos escrituró el diablo afloraron nuevamente en el golfo de Campeche y, ante la inesperada riqueza y ocupados en “administrar la abundancia”, volvimos a posponer la reforma y, a pesar de las crisis recurrentes y la evidente petrolización del gasto público, seguimos entrampados en arreglos cosméticos a las misceláneas fiscales que año con año el Ejecutivo remite al Legislativo.

Hoy hemos llegado a un punto sin retorno, la reforma no puede esperar más y es por eso que reconforta y llena de esperanza que las tres grandes fuerzas políticas retornen a las discusiones en el interior del Pacto por México para procesar la reforma hacendaria, la cual debe debatirse con seriedad, con profundidad y con plena conciencia de que lo que está en juego es un mejor futuro para todos; sin duda habrán de abordarse temas controvertidos que dividen y enconan por las posiciones encontradas a los actores políticos, como por ejemplo el de  gravar con IVA a medicinas y alimentos, o la terminación de los denominados regímenes especiales,  pero todos, todos los temas deben discutirse con total apertura y de cara a la sociedad e incluso con la activa participación de ésta.

Esta generación de políticos no puede perder la oportunidad histórica de demostrar que puede lograr acuerdos y construir consensos en temas vitales para el país, demostrar que es falso y presuroso el adjetivo de generación del fracaso.

Confiemos en que se privilegiará el interés de la nación.