Azuza Calderón desde sus aposentos en Harvard
Félix Fuentes Medina
En pelea de callejón, los panistas afines al expresidente Felipe Calderón han querido derribar a su líder, Gustavo Madero, quien al verse contra la pared destituyó al coordinador de los senadores del partido blanquiazul, Ernesto Cordero, fracasado aspirante a la Presidencia de la República.
El encuentro de golpes arteros subió de tono durante el proceso de selección panista para definir quién sería su abanderado en la pasada contienda electoral. Calderón se entercó en apoyar a Cordero, y Madero jugó las cartas de Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel.
La designación de Vázquez Mota exhibió la escasa fuerza de Calderón en su partido. Ni con el máximo poder nacional en sus manos logró imponer a Cordero, ignorante de la política y mediano secretario de Hacienda.
Así queda claro que Felipe Calderón es el principal culpable del inicio de ese pleito intestino, y hoy, desde sus aposentos en la Universidad de Harvard, envía mensajes para acelerar el “fuego amigo”.
Rechaza el expresidente la pelea motivada por él y pregona que “la ropa sucia se lava en casa”. Debiera empezar por lavar la suya, la cual ha de estar percudida por tanta mugre. Vía Twitter, Calderón lamentó que Madero haga públicas las diferencias internas del PAN, derivadas de la remoción de Cordero.
No reconoce Calderón que su pupilo intentó con el perredista Miguel Barbosa presentar en el Congreso una iniciativa político-electoral, al margen del PAN, y eso culminó con la destitución de Cordero como coordinador en la Cámara Alta. Madero hizo uso de sus facultades en ese sentido.
Carente de experiencia política y manejos legislativos, Cordero ocupó dicha coordinación por decisión de su amigo Calderón. Luego de asumir ese cargo retó a Enrique Peña Nieto a debatir sobre economía. El mexiquense ni lo tomó en cuenta.
Hoy afirma Cordero que su exjefe es muy querido y respetado en el PAN. Falso. Calderón fracasó en su intento de hacer gobernadora de Michoacán a su hermana Luisa María, pese al michoacanazo y fue el gran perdedor en la pasada sucesión presidencial.
Ciertamente, Gustavo Madero condujo su partido a la firma del Pacto por México sin consultar a sus militantes, y ello ahondó el enfrentamiento. Según Cordero, el líder del PAN “regresó al pasado priista (¿…?) de que cuando alguien es incómodo se le remueve”.
Madero tiene lo suyo. Así como Juan Camilo Mouriño firmó siete contratos con Pemex, antes de ser designado secretario de Gobernación, Madero logró ganancias millonarias del erario para una de sus empresas, Electronic Publishing. Uno de sus contratos fue de 5 millones 129 mil pesos de la Secretaría de Energía, cuando el titular de esa dependencia era Felipe Calderón. Hoy son adversarios.
La riña blanquiazul repercute en el gobierno priista de Peña Nieto debido al Pacto por México, asentado en terreno movedizo. Madero podría renunciar a ese compromiso, a causa de las agudas presiones que recibe en su partido, como ha argumentado otras veces.
Debido a ello, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, pidió al PAN y al PRD su apoyo al controvertido Pacto. El régimen peñista espera al menos aprobar las reformas energética y fiscal, antes de que fenezca ese instrumento, calamidad priista del momento.