Entrevista a Tania Hernández/Profesora e investigadora del INAH

Irma Ortiz

La guerra continúa. Persiste la confrontación entre el dirigente nacional de Acción Nacional Gustavo Madero frente al expresidente Felipe Calderón, luego de la remoción de Ernesto Cordero como líder de la bancada blanquiazul en el Senado de la República y el nombramiento del nuevo dirigente, Jorge Luis Preciado.

Un número importante de senadores —la mayoría calderonistas— expresó su apoyo a Cordero, sin embargo, Madero no aflojó y —haciendo uso del privilegio que le dan los estatutos de su partido— nombró al senador colimense. Hoy los calderonistas amenazan con no reconocer a Preciado y se quejan de la manera en que sacaron a Cordero, sin acordarse de las operaciones realizadas por Felipe Calderón para destituir a Santiago Creel como coordinador de la bancada senatorial y a Manuel Espino de la dirigencia nacional del blanquiazul. Cordero, como líder senatorial buscaba manejar la negociación política con Enrique Peña Nieto, y se constituyó, junto con legisladores calderonistas, en el principal dique de las reformas del Pacto por México.

Panistas de la talla de Diego Fernández de Cevallos se muestran preocupados y dolidos por la crisis pública que vive el panismo y hacen un llamado a asumir con categoría moral su responsabilidad histórica y pensar en México. Otros, como el politólogo José Antonio Crespo, advierten que es una de las crisis más intensas que se han vivido en ese partido, ya que no se trata de pugnas por la dirigencia, ni por las estrategias a seguir, sino que se vive “una crisis moral y de identidad”.

Gustavo Madero defiende su decisión de nombrar a Jorge Luis Preciado como líder de la bancada senatorial y asegura que removió a Cordero porque enviaba mensajes confusos. Dijo que con el nuevo líder se tendrá una correa de transmisión para tener una voz más potente entre los senadores y operar juntos. Hoy la pregunta es si los senadores obedecerán a su nuevo coordinador o formarán una fracción independiente frente a las reformas fiscal, financiera y energética, que están por venir.

Tania Hernández Vicencio, profesora investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, especialista en partidos políticos y procesos electorales asevera que, a pesar de la crisis que vive ese instituto político, no se desmoronará, ni fraccionará.

Guerra en la bancada del PAN en el Senado, ¿cómo ve la situación?, cuando el asunto viene del enfrentamiento de Madero con el ahora expresidente Calderón.

Observo ante todo una incapacidad de la elite panista de administrar el conflicto dentro del partido, que era una de las características generales de Acción Nacional de toda su historia. Desde luego que desde los años noventa, cuando empiezan a ganar elecciones a nivel regional, estos procesos se salen de control y son cada vez más ventilados en el espacio público; pero lo que ha sucedido con Acción Nacional, sobre todo en los 12 años de gobierno federal, es la expresión de esa molestia de distintas fracciones políticas que han estado disputando el proyecto futuro del PAN, y cada vez lo hacen más en la escena pública.

Preciado: poca capacidad de crítica

Jorge Luis Preciado, nombrado recientemente, parece ser un coordinador senatorial más a modo para la dirigencia del PAN; con menos capacidad de crítica o de confrontación con las decisiones que toma la dirigencia nacional, que también es una expresión de lo que sucede en la relación PAN nacional con las dirigencias estatales.

Es un hecho recurrente en la medida en que han cambiado dirigentes estatales. Si bien es una facultad del dirigente nacional, es una práctica periódica que muestra la incapacidad de negociación que hay en el interior de la elite panista a nivel nacional.

¿Qué hechos influyeron en este cambio del PAN doctrinario, institucional, a un PAN donde la guerra sucia no perdona a nadie y se percibe una fractura que puede ser muy costosa?

Han influido varios factores. Por un lado, el PAN empezó a experimentar un cambio generacional muy fuerte desde los años ochenta, noventa, sobre todo a nivel de las dirigencias estatales y la nacional. Vimos el ascenso de todo este grupo vinculado a Calderón, pero también la promoción en las diversas regiones, de nuevas caras, de nuevos líderes locales que tenían aceptación en el terreno local, con una trayectoria en este sentido y que se confrontaban con las posiciones del centro.

Lo que estamos viendo es también la muestra de lo sucedido desde 1995 para acá; en 1996 cuando Felipe Calderón y Ernesto Ruffo se disputan la dirigencia nacional del PAN. Recuerdo muy bien cómo Ernesto Ruffo ya se perfilaba como la expresión del PAN en las regiones, hablaba muy claro de su proyecto interno, que había necesidad de descentralizar la toma de decisiones por parte del partido y esto no tiene que ver con todos los ámbitos, pero sí con una mayor capacidad de flexibilizar decisiones, sobre todo en términos de candidaturas, para dar cobijo a todos los perfiles de los diversos grupos a nivel local.

Es uno de los elementos, un cambio generacional que aboga por la descentralización de decisiones pero con otro punto importante, el poder, que de alguna manera fractura y divide mucho más, es lo que pasa hoy en el PAN.

También sucede en la mayoría de los partidos que ejercen el gobierno. Aquí vuelvo al punto sobre Ruffo Appel y la experiencia de Baja California; eso pasó en esa entidad desde que Ruffo ganó, ya que en las primeras elecciones locales, el PAN estatal se fracturó en diversos grupos, que hasta la fecha existen y que ahora, con las próximas elecciones, viene otra vez ese proceso de cómo unificarse en torno a la disputa por la candidatura por la elección local.

Hay dos elementos; uno interno, el uso del poder y el otro, una coyuntura muy particular y es que el PAN, después de perder las elecciones a nivel federal, tiene que mostrarse como una oposición, capaz de dialogar con el nuevo gobierno, el priismo de viejo cuño, donde debe mostrarse como una oposición digamos institucional, y si tiene la crítica en el interior del partido, le resulta muy difícil al dirigente nacional mostrarse con capacidad de liderazgo al exterior.

Hay elementos en estos terrenos que contribuyeron a lo que está sucediendo, desde luego que Calderón, fuera del PAN, ha tratado mucho más de intervenir que Vicente Fox, de influir en lo que pasa dentro de su partido porque se considera un panista de la vieja guardia, sin embargo, está haciendo mucho más daño que lo que ha aportado como gobernante panista y ahora como expresidente.

Mala memoria de Calderón

Con el envío de sus mensajes, Calderón parece que no recuerda su intervención en Acción Nacional, quitando a personajes como Creel, Espino y poniendo en su lugar a Germán Martínez o César Nava, donde se lavó la ropa afuera y desgastó mucho a su partido.

Es el asunto de cómo intervienes dentro del partido: a través de aliados. Madero habla ahora de cómo hacer al coordinador correo de transmisión de las ideas de la dirigencia del PAN, pero finalmente es ser correo de transmisión y no tener una opinión frente a la toma de decisione; y está el otro extremo: avasallar a la dirección del partido y no ser capaz de acompañarse en esta decisión de gobierno.

Al PAN le ha sido muy difícil construir una relación realmente distinta de lo que estábamos acostumbrados a ver en relación con el PRI. El PRI, finalmente, es otra historia, y el PAN queda muy mal parado, con una visión, me parece, desde el electorado donde está difícil recuperarse otra vez desde la oposición.

¿Cuáles pueden ser los escenarios de la situación del PAN  en el Senado?; algunos hablaban incluso de una bancada independiente.

Es difícil hablar de escenarios, pero lo que sí no veo es a los panistas haciendo una fracción o un grupo independiente dentro del Congreso. Dentro de estas prácticas institucionales del panismo no iría de acuerdo, a pesar de que lo que estamos viendo tampoco va de acuerdo con la historia del PAN. Puede ser un conflicto administrable: se repliega a mantener un perfil crítico, pero sin la confrontación, que es a lo que podrían apostar los calderonistas.

Son un grupo muy visible, porque han sido funcionarios públicos y tienen otro capital político. No los veo haciendo un grupo independiente, más bien como un grupo crítico dentro del PAN, lo cual tiene sentido y sería enriquecedor. Además, el PAN viene de una historia desde los ochenta en donde tiende ahora a dividirse coyunturalmente en estas fracciones; primero eran los tradicionalistas y los neopanistas, luego aparecieron otros grupos, pero siempre tienden a ser, más que grupos políticos como estamos acostumbrados en el caso del PRI, muy compactos, con lealtades muy establecidas como fracciones políticas que tienden actuar de manera más flexible, vinculándose en periodos de coyuntura a partir de temas de discusión.

Negociar para quedar “limpios”

Los calderonistas muchos de ellos son funcionarios públicos que también dejaron muchos pendientes, y que ahora veremos cómo negocian para quedar limpios.

Es otro elemento que seguramente ponderarán a la hora de confrontarse. Lo que está sucediendo en el PAN es una crisis producto de estos elementos. Acción Nacional tiene una larga historia de lucha de defensa de elecciones libres de voto, pero tiene una incapacidad muy grande para ejercer el gobierno. Ahora les toca volver a la oposición para enriquecer sus posturas y planteamientos, incluso a nivel interno: la reforma de estatutos está parada porque hay una discusión muy fuerte y la necesidad de abrirse.

¿Cuál cree que sea la apuesta de Calderón, que pretende como expresidente seguir interviniendo en la vida nacional?

No quiere perder su espacio, no quiere perder su influencia dentro del partido. Es lógico que intente de alguna manera tener incidencia —en la medida que puede—, pero está rebasando la vida institucional de un partido que él ayudó a construir en etapas importantes.

Se trata de cómo evitar que este grupo formado alrededor de Calderón se fortalezca, sin avasallar la vida institucional del PAN. A pesar de todo, el PAN ha podido sortear las crisis institucionales, primero en la oposición, enfrentándose a un partido hegemónico, y después como partido en el gobierno. Si, al final, la gran lección es que no pudo ejercer eficientemente el gobierno como para que fuera refrendado su triunfo, tendrán que volver a la pelea con un ejercicio de autocrítica importante, pero el PAN ahí está, no se está desmoronando.

Esto le viene bien a Acción Nacional y me alienta la dinámica de los liderazgos regionales, lo que permite airear a la dirigencia y al consejo nacional. Lo que se acaba de aprobar de que el dirigente sea aceptado por la base, es un avance increíble en términos de la historia panista.