Juan Barrera Barrera
A mediados del mes de marzo, la Organización de las Naciones Unidas hizo una declaración de suma trascendencia sobre el caso del Sahara Occidental: El actual conflicto de Mali y el incremento del riesgo de inestabilidad y de inseguridad en el Sahel y en la región más allá del mismo hacen que la solución al conflicto del Sahara Occidental sea más urgente que nunca”. El 25 de abril el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 2099 en la que reafirma, entre otros puntos, su “compromiso de apoyar a las partes a alcanzar una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable, que prevea la libre autodeterminación del pueblo del Sahara Occidental”, desfavorable para Marruecos, que desde 1976 ocupa militarmente la región, y un triunfo diplomático para la causa del pueblo saharaui, las dos partes en conflicto.
Violaciones atroces
Esa declaración previa a la reunión del Consejo de Seguridad estuvo acompañada de múltiples denuncias sobre las atroces violaciones a los derechos humanos que el ejército de ocupación comete en contra de la población saharaui en la zona en disputa y al derecho internacional, pero al mismo tiempo estuvo precedida de varios tropiezos diplomáticos del gobierno marroquí. El Consejo de Seguridad aprobó el proyecto de resolución presentado por EU que encarga a la ONU, a través de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental (MINURSO) la supervisión de los derechos humanos en el Sahara Occidental, iniciativa a la que se habían opuesto Marruecos y España. La MINURSO, creada en 1990, paradójicamente era la única misión de mantenimiento de la paz en el mundo que carecía de competencia en la vigilancia de los derechos humanos. Y mientras Marruecos cabildeaba para obstaculizar que el Consejo de Seguridad ampliara la competencia de la MINURSO en los territorios ocupados del Sahara Occidental, anterior colonia española, Francia, tradicional aliado de Rabat, dio la sorpresa al abstenerse de vetar la iniciativa, como lo había hecho en ocasiones anteriores como miembro del Consejo de Seguridad. El Consejo de Seguridad, asimismo, dio un voto de confianza al enviado personal del Secretario General, Ban Ki-moon, para el Sahara Occidental, Christopher Ross, y al Jefe de la MINURSO, Wolfang Wiesbrodweber y prorrogó el mandato de ésta hasta el 30 de abril de 2014, iniciativa que habían apoyado organismos defensores de derechos humanos como Human Rights Watch (HRW), Amnistía Internacional y la Fundación Robert Kennedy.
Oposición de Marruecos
Las acciones mediadoras de Ross habían sido censuradas por la monarquía Alauí de Marruecos por considerar que su posición era muy parcial en favor de la autodeterminación del pueblo saharaui, repudio al que se sumó el gobierno de España, sin embargo la diplomacia ibérica terminó aceptando la iniciativa estadounidense.
El veterano diplomático norteamericano había recabado un inusual y contundente apoyo del Grupo de Amigos del Sahara Occidental (EU, Gran Bretaña, Francia, y Rusia, y España como ex potencia colonial administradora) que promovió la declaración conjunta del 15 de marzo y que tuvo como destinatario al gobierno marroquí. En el documento el Grupo de Amigos del Sahara Occidental se “da la bienvenida al anuncio del próximo viaje a la región incluido el Sahara Occidental, del Enviado Personal del Secretario General para el Sahara Occidental, Christopher Ross. Los miembros del Grupo de Amigos han expresado su apoyo a los esfuerzos de mediación del Secretario General y de su Enviado Personal para preparar la próxima fase de su compromiso con las partes y los Estados vecinos. El Grupo de Amigos del Sahara Occidental ha animado a las partes a mostrar flexibilidad en su compromiso con el Enviado Personal y con la otra parte, con la esperanza de poner fin a este callejón sin salida y alcanzar progresos hacia una solución política”. En esa gira por el Magreb, en marzo, el enviado especial de Ban Ki-moon para el Sahara Occidental fijó una postura más precisa: “La situación en la región del Sahel y su entorno hace que alcanzar una solución sea más urgente que nunca”, declaró Ross en Rabat. Por supuesto que aludía al conflicto del norte de Malí.
La diplomacia estadounidense
Las nuevas circunstancias derivadas de la guerra en Mali que amenaza con desestabilizar a toda la región, ha encendido los focos rojos en la ONU y especialmente en los EU por eso se entiende el nuevo giro de la diplomacia de Washington con relación a los derechos del pueblo saharaui, enfrentando a Marruecos, su principal aliado en el Magreb. La urgencia de la ONU y especialmente de Washington para alcanzar una solución sobre este territorio en disputa es la preocupación por la inestabilidad geopolítica en el norte de África y el riesgo de propagación del terrorismo. Este nuevo conjunto de circunstancias ha llevado a la potencia a considerar seriamente que la estabilización de la región pasa obligadamente por la solución del conflicto del Sahara Occidental. Pero la única solución al diferendo por el territorio ocupado por Marruecos es un referéndum que debe organizar la ONU, y ya son 38 años que la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) sigue en espera conseguir la autodeterminación e independencia. El presidente de la República y líder del Frente Polisario (Frente Popular para la Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro que el 20 de mayo cumplió 40 años de existencia) Mohamed Abdelaziz, adelanta la posibilidad de volver a las armas en contra de Marruecos (Rabat propone un plan “de amplia autonomía” bajo soberanía marroquí, es decir, una pseudoautonomía) si las Naciones Unidas fracasan en conseguir una solución definitiva a la cuestión del Sahara Occidental.