Atrapados y sin salidas a la vista

Félix Fuentes Medina

Los hacinamientos en el Distrito Federal y zonas conurbadas aumentan debido a la migración de millones de familias que abandonan hogares y negocios a causa de secuestros, extorsiones y redadas de jóvenes obligados a desempeñarse en filas del narcotráfico.

Éste es un dato elocuente, proporcionado por el Infonavit: cerca de cinco millones de casas, vendidas mediante créditos de esa institución, están deshabitadas. Las dejaron quienes no soportaron el terror de los cárteles, y la falta de servicios.

La violencia, desatada durante el régimen del panista Felipe Calderón es causa principal del éxodo de quienes vivieron en Chihuahua —ciudad Juárez en primer lugar—, Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y, quién lo dijera, ¡el estado de Morelos!

La migración sucede en gran parte de la república y el entorno habitacional se ha deformado a causa de las extorsiones. Esto continuará mientras prevalezca el desempleo y la delincuencia organizada no sea abatida. La capital del país y los estados de México y Yucatán son preferidos por migrantes.

Ninguna autoridad lo dice, pero la creciente población y la multiplicación vehicular del Distrito Federal y municipios conurbados se deben a tanta gente que huye de la violencia. Los cinturones de miseria se engruesan y también el ambulantaje de todo el país.

Quienes tienen posibilidades de trasladarse a lugares más seguros, como Estados Unidos, ya se fueron o siguen yéndose, a pesar de la deportación masiva de ese país. Para otros ha sido atrayente el Distrito Federal, pero deja de serlo a causa de la proliferación de pandillas delictivas.

Recientes sucesos como la desaparición de 12 personas del antro Heaven y cuatro ejecuciones en un gimnasio de Tepito evidencian el surgimiento de pandillas relacionadas con los cárteles, decididos a conquistar la plaza más grande de la república.

Miguel Ángel Mancera y algunos de sus colaboradores supieron desde el año 2010 que grupos de jóvenes empezaron a incursionar en discotecas y otros antros de la Zona Rosa y la Condesa para vender drogas, bajo amenazas de muerte a los propietarios de los negocios.

De ello fueron informados también el entonces subprocurador Jesús Rodríguez Almeida, actual secretario de Seguridad Pública; el secretario particular de Mancera —hoy procurador de Justicia, Rodolfo Ríos Garza— y el actual comisionado federal Manuel Mondragón y Kalb. Nadie hizo nada, pese a ser advertidos por el presidente de los discotequeros, Ismael Rivera.

Ahora amenaza Mancera a Rodríguez Almeida y a Ríos Garza que serán despedidos de no entregar resultados. Y en golpes de ciego fueron enviados 400 policías a Tepito y otros tantos a la Condesa. Pero el daño está hecho y el Distrito Federal pierde fama de lugar seguro.

En tanto, más de 2.5 millones de desempleados, entre los cuáles se cuentan 2.4 millones de expulsados de Estados Unidos en los pasados cinco años, sufren angustias por carecer de trabajo y se agregan a la delincuencia común o a la del narcotráfico, lo cual reafirma el caos nacional. Atrapados y sin salidas a la vista.

Ah, pero como el perredista Jesús Zambrano —fascinado en las fila del PRI— afirma que el Distrito Federal es la entidad más segura del país, ¿creerá Miguel Ángel Mancera que eso ayuda a su desesperada campaña mediática?