Gonzalo Valdés Medellín

Tal vez sólo la poesía es capaz de sustraer en imágenes elocuentes, los sentires, disquisiciones y épicos lamentos; todo aquello que ha cimbrado a la nación mexicana en la guerra contra el narco, en el país de la civilidad trocada, masacrada, devastada. En “el país de la Muerte”, definido así por Xavier Villaurrutia: México. Carmen Boullosa (Ciudad de México, 1954), escritora de amplio bagaje expresivo (y experimental en la mejor acepción del término), a quien acaso ningún género literario le sea ajeno (ha hecho dramaturgia, y publicado cuento, relato, ensayo) escribe La patria insomne, breve poemario que no por breve deja de taladrar con furia nuestras conciencias replanteando las realidades vividas, padecidas, desprendidas de una guerra obtusa incentivada por el mismo Estado: “…Los generales modifican estrategias.// El coronel descansa armas,/ un cabo del bando Sueño/ libera de la jaula/ decenas de pequeños dentíferos/ insectos,/ ávidos de yugulares/ y pezones:/ quieren morder donde duela…”. ¿Y dónde duele?, tendrá que preguntarse el lector para responderse inmediatamente: en el alma. ¿Y qué es El Alma? El alma de México es la Patria. La patria insomne. La que ya no duerme desde que la guerra ha sido declarada de uno y otro lado, de uno y otro bando, de una Vigilia u otro Sueño, de un atentado a un asesinato: “…Carnicería./ Lucha a muerte./ Lanzan granadas./ Las tropas sacan fuerzas del horror a su muerte./ La luz cae en astillas./ El cielo se despedaza, se vuelve pólvora./ No es como en las películas porque aquí ni se ve nada,/ la batalla es piel adentro.// Cada bando es cáncer del opuesto./ Cada bando es su propio cáncer,/ se carcome a sí mismo”. La Patria no duerme. La Patria llora. La poeta da voz a esa Patria insomne que recorre con inadmisible turbación dantesca ese baño de sangre de nuestros muchos territorios, pero no sólo por lo que toca al narcotráfico, sino por los ulteriores consecuentes crímenes que se han tornado en hechos cotidianos: las desapariciones, los cuerpos destazados y regados en las plazas públicas, los atentados, los secuestros, los feminicidios y en suma, ese imperio de la Muerte del que la Patria no puede escapar volteando a ningún lado sin que la vergüenza, acaso más que el dolor, la cohíban. Y así lo expresa en el poema “México/Nueva York”: “Ella, la hoy Viejayork, nació vigilia pura./ Nosotros, la de México, apostamos por los sueños./ ¿A quién le sorprende que andemos vendiendo delirios al mundo?/ Coca, anfetaminas, marihuana, demás./ Y sus bancos lavan dinero”. La patria insome de Carmen Boullosa es un clamor de hartazgo, un grito que exige paz, que replantea una consecuencia que revire la violencia y la transforme en esperanza porque, lo dice en el poema “Ya estuvo suave”: “…no quiero ser// No quiero no ser// No quiero ser lo que me han hecho”. Homenaje también a la poesía mexicana, con ecos de Octavio Paz —a quien nombra por su apellido—, de López Velarde, inevitablemente de Xavier Villaurrutia y José Gorostiza y de Efraín Huerta… el de Boullosa es un poemario de imágenes crueles, agridulces, agraviadas y satíricas (porque el humor negro salpimenta los versos en un ritmo de vértigo libre y lírica satisfacción), que nos revelan en el reflejo de nuestra angustia, de nuestro insomnio, de nuestra pesadilla colectiva: la Muerte. Poemario, como bien apuntó el poeta Ricardo Muñoz Munguía “construido, principalmente, con las imágenes tomadas de un viaje al bosque de la memoria donde la infancia, la juventud, se empeñan en los vuelos que se quedan en estelas luminosas” (8-12-12, La cultura en México, Siempre!), La patria insomne de Carmen Boullosa destaca también por un lenguaje que rescata y destaca la mexicaneidad propia de nuestro entorno idiosincrático, convirtiéndose, ni duda cabe, en una de las mejores obras en la poesía mexicana actual. Una poesía del siglo XXI que marcará un hito en nuestra historia patria, en estos tiempos de dolorosa histeria ciudadana, donde los “buenos” y los “malos” se destrozan, porque unos a otros se impulsan hacia la barbarie y la destrucción. Y en el insomnio, la Patria gime: “…¿Quién va ganando la batalla?/ Los dos contendientes/ redoblan/ los ataques”. Al concluir la lectura de La patria insomne, la respuesta parecería venir de Efraín Huerta cuando, sabio, lanzó aquella hermosa máxima: “La victoria es de la Poesía —siempre y en todo lugar”. La victoria de la poesía de Carmen Boullosa.

Carmen Boullosa, La patria insomne. Ediciones Hiperión y Universidad Autónoma de Nuevo León. México/España (“Impreso en los Estados Unidos Mexicanos”. www.hiperion.com/www.uanl.mx/ publicaciones), 2011; 68 pp.