Al PAN pan
Teodoro Barajas Rodríguez
El PAN comenzó en 1939 como un revulsivo para la vida política mexicana en circunstancias desventajosas contra un sistema corporativo, autoritario, que cancelaba la democratización. Manuel Gómez Morin fue un ilustre jurista, intelectual perteneciente al grupo denominado los siete sabios, influyó notablemente a favor de la autonomía de la entonces Universidad Nacional, hoy UNAM.
Durante décadas el PAN logró triunfos contados en alcaldías, como sucedió en Quiroga, Michoacán. En aquellos primeros años fueron campañas testimoniales, los priistas les llamaban reaccionarios, mochos y una larga lista de calificativos.
Un estimado amigo y colega profesor me dijo haber participado en los años cincuenta en una campaña panista en Zacapu, Michoacán, allí fueron corridos a tiros por los priistas. Había una mística, corrección política en la llamada brega de eternidad, no se registraba el poder para repartir.
Una fila de ideólogos desfiló por Acción Nacional como el propio Gómez Morin, Efraín González Luna, más recientemente Carlos Castillo Peraza. En 2000 el PAN ganó el poder, desde entonces extravió la brújula hasta convertirse en un instituto común y corriente; el primer presidente de la república panista lo fue nominalmente, sólo eso. Vicente Fox abarató la investidura presidencial, hablaba como como un vulgar mercader; no se apoyó en los libros sino en el marketing; no tiene la cultura general solvente, ahora su deseo es volverse mariguanero, al parecer ya no es militante del PAN. El daño está hecho.
El segundo presidente de la república militante del PAN fue un doctrinario Felipe Calderón Hinojosa, toda su vida ha sido panista pero erró en su accionar, no promovió el talento, mimetizó los vicios priistas tan severamente cuestionados, la guerra contra el narco desangró el país y la inseguridad continúa. Tan deficientes resultaron que una amplia mayoría optó por la alternancia para regresar al PRI al sitial de la primera magistratura.
Actualmente el PAN se exhibe por sus dirigentes como una organización desordenada, indisciplinada y plagada de vicios, ambiciones que lo separan del origen fundacional, el pleito en la fracción albiazul en el Senado ha sido cruento, incluso ha llegado a las instancias del ministerio público. Gustavo Madero ha resultado pequeño para manejar adecuadamente la crisis interna, el grupo afín al expresidente Felipe Calderón ha roto los esquemas tradicionales que se caracterizaban por evitar los escándalos, ahora viven a través de ellos.
Diego Fernández de Cevallos ha calificado como una vergüenza la disputa descarnada de sus compañeros. El otrora partido que postulaba la ética aristotélica está desdibujado.
El poder le hizo un grave daño que ha minado sus fortalezas. Ganó en algún lapso temporal el poder para perder el partido, el decoro y la vergüenza.
La derecha vive su propia crisis, tal vez requiera una refundación, una cirugía mayor pero no se observa cómo ni con quiénes, porque no se ven ni los argumentos ni los tamaños. Al tiempo.
