Amenaza latente
Alfredo Ríos Camarena
La economía ha sido a lo largo de la historia de las ciencias sociales la que se ha considerado que determina la conducta de la sociedad; en la teoría marxista, esto queda plenamente probado y lo más curioso es que también para los neoliberales de nuestro tiempo, esta ciencia es la fundamental.
En las últimas tres o cuatro décadas, el impulso de la economía global por el crecimiento exponencial de la tecnología, ha propiciado un altísimo desarrollo económico al que los teóricos de esta corriente consideran el camino a la felicidad, desde Adam Smith hasta Milton Friedman éste es su pensamiento; sin embargo, cada día las crisis son más recurrentes y todo el planeta se ha cimbrado por las catástrofes económicas que han cambiado el rostro de Europa, donde Grecia y España parecen ser las más golpeadas; la Unión Europea se encuentra en franca crisis y el desempleo y el descontento crecen.
En Estados Unidos, las cosas no andan mejor después de los desfalcos de Enron, las quiebras de las calificadoras y el superfraude hipotecario, el modelo se ha mantenido con inyecciones multimillonarias que sólo han favorecido a los banqueros que han sido rescatados una y otra vez, como sucedió en nuestro país. Este modelo neoliberal, se encuentra en su fase más difícil y sostenerlo ha causado la ruina y la miseria de miles de millones de personas cuyo porvenir permanece cerrado a la esperanza.
Hoy la crisis se está viviendo en Turquía y en Brasil y la movilización social se dispara con cualquier pretexto, y masas clasemedieras como los indignados están tomando calles y plazas.
En México, esta movilización se ha reducido a grupos gremiales como los electricistas o los maestros y unos cuantos despistados más como los autollamados grupos anarquistas; pero la amenaza latente de la movilización colectiva está presente por la gran inquietud social que existe no sólo frente a la inseguridad, sino por razones económicas. No sería por lo tanto improbable que, en el análisis de las reformas más importantes que tiene el Congreso enfrente, pudiera desatarse un clima de inquietud popular especialmente cuando se traten la reforma fiscal y la reforma energética, pues éstas van a provocar reacciones de toda índole; en cuanto a la fiscal, los intereses que se verán afectados porque nadie quiere pagar impuestos, es decir, las grandes empresas que han eludido durante décadas sus obligaciones, seguramente pueden poner en juego los poderes fácticos que representan para frenar el contenido de esta reforma fundamental para la sociedad; los informales que representan un alto porcentaje del empleo nacional, también pueden organizarse para conservar sus privilegios. Por eso hay que convencerlos que para ellos la seguridad jurídica de pagar impuestos les abre un destino mejor.
En relación con la reforma energética, no hay mucho que decir al respecto, pues es claro que va a tener efectos de serias confrontaciones ideológicas; si se decide reformar la Constitución, la respuesta social va a ser contundente. Por eso, hoy más que nunca, se debe cuidar el camino ya trazado y la estabilidad obtenida en el cambio de gobierno por la acción clara y decidida del presidente Enrique Peña Nieto.
Nuestro país, según la prensa extranjera, está en un momento de importante despegue económico; por eso, es importante evitar el choque social que puede generarnos problemas inesperados y de los que sabemos cómo empiezan, pero no cómo terminan.
Por estas breves reflexiones, es necesario subrayar que el Estado mexicano debe estar alerta y preparado, pues quienes esperamos un futuro mejor podemos perderlo en un desequilibrio que puede y debe preverse.
Mientras que en Turquía el proceso de solución fue de confrontación, en Brasil se han tendido puentes de tolerancia y comunicación para evitar que este movimiento lesione aún más la infraestructura social de ese país.
La capacidad de negociación del gobierno mexicano estará a prueba y todos esperamos inteligencia, comprensión y manejo político. La movilización social está al acecho.