Jaime Septién
(Segunda y última parte)
La pérdida de control sobre el uso de las redes sociales es patente en todo el mundo. Se multiplican, aquí y allá los ejemplos de niños y jóvenes que han dejado de ser ellos para vivir (o morir) en la red. Suicidios, hostigamientos, adolescencias rotas, una niñez vicaria, todo esto tiene un límite.
El límite es personal. Sobre todo a los jóvenes, tan afectos hoy mismo a esta nueva forma de encontrarse con el otro. No se trata de prohibir la entrada a las redes; se trata, como en todo, de usarlas a favor de quien las usa. El problema general de las redes sociales es su facilidad de acceso. Cualquier persona pueda entrar a la intimidad de cualquiera. Y la intimidad es algo que se debe cuidar celosamente. Más aún cuando las intenciones de muchos de los usuarios de las redes sociales distan mucho de ser inocentes.
Para proteger ese tesoro de vida íntima —tesoro de libertad— que cada uno posee, he aquí un simple decálogo que tomé de El Semanario, periódico de la arquidiócesis de Guadalajara. Son, si se quiere consejos muy simples para los niños y los jóvenes, pero que pueden hacer cambiar su estancia en las redes sociales, y evitar daños, en ocasiones, irreversibles:
1. No revelar los datos personales
2. No decir todo lo que se va a hacer
3. No publicar todas las fotos que se tengan a la mano
4. No poner en la página personal todo lo que uno piensa
5. No publicar la lista de amigos
6. No juntar más amigos de los que se puedan tener
7. No admitir como amigos a todos los amigos de los amigos
8. No usar la red para ofender a otros
9. No usar la red para “abrir el corazón”
10. Recordar que lo que se anota se puede conocer en todos lados
La globalización de los sentimientos personales puede ser muy atractiva. Que sepan en España que yo “corté” con mi novia y que —en venganza— publiqué las fotos íntimas que le había tomado mientras se desvestía en el baño de la piscina pública, puede ser muy simpático para el despechado, pero terrible para la muchacha. Lo importante sigue siendo la “regla de oro” en las redes sociales y en la vida: tratar a los demás como uno quiera ser tratado. Y no exponer la intimidad. Que al rato llegan las burlas, las propuestas, las amenazas y la publicidad.


