Vicente Francisco Torres

(Segunda y última parte)

Cuando el rabino y el padre Juan se entrevistan, el primero alega que cómo pudo Dios crear un mundo en donde hay sufrimientos, guerras, muerte, enfermedades y persecución. Y llegó más lejos: “El amor se halla en el fondo de todas las cosas. Es por él que el diablo posee las almas”. Puede inferirse que los endemoniados tienen un enamorado dentro, alguien que los ama tanto que no los quiere abandonar. Es hasta la muerte cuando salen las almas del enamorado y de la amada. Por esto el padre amará a la superiora, para entrar a conocer a los demonios enamorados y poder expulsarlos. Por eso dice el rabino que el amor es tan fuerte como la muerte. “¿Quieres saber algo de Satanás? Permítele entrar en tu cuerpo”.

Por lo demás, la superiora dice estar contenta con que los demonios la habiten, eso la hace feliz porque, de lo contrario, sería una monja tonta y estaría esperando siempre la otra vida.

El final de la novela hace estallar las nociones del bien y del mal, de lo justo y del castigo, de la redención y la culpa; da incluso fe de las premoniciones de la gitana: el sacerdote parte de la aldea cargando los demonios de la superiora; por ellos asesina, se sacrifica con tal de que ya no torturen a la señalada de Dios de quien se enamoró. Pero los demonios lo orillan al crimen y de todas maneras regresan con la superiora, quien los padece otro tiempo y termina en olor de santidad. La hermana portera se fuga con un tipo que, después de poseerla, se marcha tan campante. Sin embargo, ella vuelve al convento y cuando muere la superiora ocupa su lugar.

Mario Muñoz, traductor y prologuista del volumen, escribe: Madre Juana de los Ángeles “es en lo fundamental una acertada propuesta literaria sobre las implicaciones del mal como fuerza incontenible que determina las acciones humanas, destruyendo con su impulso demoledor la voluntad de resistencia. La dimensión de este problema de orden existencial, que cuestiona el libre albedrío en tanto fundamento de la moral cristiana, confirma la evidencia de Gustav Herling-Grudzinski que considera la función de la literatura como un interminable pensar en el poder del Mal. La cita es pertinente porque Iwaszkiewicsz recorre en clave los laberínticos caminos de la maldad en los que terminan extraviándose quienes cruzan las fronteras del crimen o de la santidad”.

Jaroslaw Iwaszkiewicsz (1894-1980) tuvo la prosa de un pintor y fue un novelista filósofo. La crítica musical y la traducción de Shakespeare, Rimbaud, Gide, Neruda y Tolstoi fueron otras de sus actividades.