Que el 60 aniversario de la revista Siempre! sirva, cuando menos, para abrir un espacio a temas más cercanos al idealismo humano.

José Pagés Llergo, fundador de esta publicación, decidió que el símbolo de nuestro semanario fuera el universalmente célebre personaje cervantino, Don Quijote de la Mancha, por considerar que el ejercicio del periodismo debía estar sustentado en la defensa de la libertad y la justicia.

Pagés Llergo concibió la profesión en forma similar a como Miguel de Cervantes creó a los dos personajes principales de su novela. A partir de lo que aparentemente puede resultar una contradicción, pero que al final del día deriva en periodismo de compromiso.

Uno de los hombres más sabios de los últimos tiempos, Ernesto de la Peña, dijo al recibir el XXVI Premio Internacional Menéndez Pelayo que “don Quijote y Sancho son dos miradas, dos percepciones que asintomáticamente viajan siempre unidas sin cruzarse jamás… Lo que ve el caballero, no es lo que ve el escudero”.

Mientras el hidalgo ve monstruos y encantadores en las aspas de los molinos de viento, belleza en la fealdad y bondad donde hay malicia, Sancho, un “distinguido” miembro de la gente común y corriente, sólo puede ver la cruda realidad.

Esta misma contradicción está presente y explica el periodismo de Pagés Llergo.  Se atrevió —en un mundo dominado por el pragmatismo— a recurrir a los más elevados ideales de la moral humana para enfrentar la crudeza del poder,  criticar la injusticia y defender a sus víctimas.

En diferentes momentos, discursos, conferencias o entrevistas, criticó la tendencia mercenaria hacia la que se encaminaban los medios de comunicación. El periodista, insistía, debe concebir el “oficio” como una misión.

De la Peña dice lo mismo del personaje que analiza: “Don Quijote es un redentor fallido y, por ende, en lugar de una crucifixión en forma recibe heridas, estacazos y descalabros que interpreta como los azares inherentes al ejercicio caballeresco de las armas.”

Como hombre y como periodista, el fundador de Siempre! a veces era Sancho y a veces era el caballero con armadura y lanza en ristre.

 En su ponencia “Las realidades en el Quijote”, dedicada a desentrañar la esencia de una obra inmortal, De la Peña precisa, una vez más, la oposición entre esos dos personajes: mientras Don Quijote es el “emblema y representación de nuestros sueños y nuestros deseos…”; mientras lo que ve el Caballero de la Triste Figura no coincide con la realidad y ve ejércitos donde sólo hay rebaños, Sancho está confrontándolo y confrontándose continuamente con su locura.

 Aunque como el mismo erudito afirma  que “…tampoco podemos perder de vista que el «loco» a menudo es más sensato que los cuerdos y don Quijote, gracias a su fantasía y a su ánimo bondadoso, logra transformar el mundo en que se mueve…”

 Pagés Llergo hizo un periodismo a través del cual reflejó el anhelo de construir un país diferente. Escribió sin rencor, sin odio y siempre con la esperanza de que siguieran girando los molinos de viento. Por eso, a 60 años de distancia, el Quijote sigue cabalgando.