Entrevista a Víctor Alarcón/Profesor e investigador de la UAM-I

Irma Ortiz

Acción Nacional conjuró la fractura pese a las manifestaciones de rechazo suscitadas en la 17 Asamblea Nacional, lo que le dio un respiro a su dirigente nacional, Gustavo Madero, quien hoy mantiene un discurso provocador frente a la iniciativa de reforma energética, presentada por el gobierno federal.

Sin embargo, los conflictos que se viven en el interior del partido presentan al PAN como una carta incierta frente al apoyo que pueda representar a la hora de aprobar esa reforma, asegura  a Siempre! el doctor Víctor Alarcón, especialista en procesos políticos e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa.

Respecto a la asamblea 17 del PAN, ¿cuál es su visión sobre lo ocurrido?

El PAN, luego de su derrota en las elecciones de 2012, sigue en un proceso de reacomodo de fuerzas que se manifiestan en dos grupos muy marcados, que no son nuevos y que se han mantenido en los últimos 15, 20 años con líneas divisorias en función de su visión estratégica. Primero, hacerse del poder, y luego tratar de no perder el poco o activo poder, después del desafortunado proceso electoral que tuvieron.

La coalición que sostiene al actual presidente Gustavo Madero está formada por foxistas, neopanistas que mantienen una actitud reticente contra el otro grupo centralista, visualizado a través de la figura de Felipe Calderón, con un operador como Ernesto Cordero.

El resultado de la Asamblea da un relativo respiro al grupo de Madero, lo que no significa que el proceso mismo marque una línea hegemónica, sino los esfuerzos de bajar la intensidad del conflicto, como fue todo el camino previo que derivó del conflicto en la fracción senatorial con la salida de Cordero y su sustitución, por Jorge Luis Preciado por parte de Madero.

La dinámica de conflictos da idea de que en el PAN, en algún momento, dentro del reparto de opciones que cada grupo mantiene ante la imposibilidad de detentar recursos o cargos públicos, como se generaron en dos sexenios, ahora, por el regreso de muchos de estos actores a ocupar algún cargo o porque no pudieron acceder a posiciones legislativas que, para muchos, es plataforma para seguir operando.

Madero logra la votación directa

Como resultado, hay un acuerdo precario. Por un lado, el presidente Madero logra que se acepte la iniciativa de que los principales cargos, la presidencia y la secretaría general, sean sujetos a votación directa de sus militantes. Por otro lado, como se reconoce en la propuesta que se negoció con los grupos calderonistas, se tiene el fortalecimiento de la comisión política permanente, que ahora generará a través del Consejo Nacional que se elija a 40 miembros, que representarán los diversos bloques o corrientes que se presenten, según sea el momento.

Se trata de mantener una presencia de estos grupos y esa dinámica de equilibrio catastrófico será un factor de inhibición que permita al PAN, por un lado —quizá como ocurre en el caso del PRD o del PRI—, que tengan una discusión de fondo sobre lo que realmente sería la ideología, la oferta, y seguirán atrapados por las pequeñas coyunturas, lo que da una idea de la debilidad estructural con la que el PAN camina.

En ese sentido, la elección de noviembre-diciembre que es cuando deberá darse la renovación del liderazgo nacional, a menos de que hubiera una situación similar a la que ocurrió cuando Manuel Espino decidió no presentarse a la reelección y entregar la dirección del partido a Calderón, en su momento, cuando se da el interinato de César Nava, antes del proceso de elección de Germán Martínez como líder nacional, nos da la idea de que la próxima elección será muy complicada.

El desarrollo de las campañas o fuerza la construcción de una candidatura de unidad, donde quizá las posibilidades de éxito de Josefina Vázquez Mota serían enormes, o habrá una elección competida y complicada.

Se habla de la posibilidad de que compita Margarita Zavala.

No creo que sea Margarita Zavala quien abandere los intereses del calderonismo en esta elección. Ella está pensada más bien para el 2018, y su exposición pública no necesita de la presencia nacional del PAN.

Zavala tiene suficiente presencia pública y mucha mayor ventaja en este momento, en costo de imagen y de desarrollo en una potencial candidatura, bajo la lógica de que no tendría que sufrir el desgaste de la elección nacional. Hay más la idea de que otro actor del grupo calderonista tome la responsabilidad, sobre todo porque sería una elección con nuevas reglas, y Zavala podría salir muy raspada e, incluso, perder la elección.

Ésta ya no es una elección protegida, y después del bajón del padrón electoral interno, el calderonismo ya no tiene la misma fuerza de base. Con una membresía más acotada, Madero tiene hoy una base electoral que le permitió ganar la Asamblea, por mucho que hubiera protestas de los calderonistas.

Presencia sólida

Los equilibrios precarios en el interior del PAN, ¿en qué condición lo dejan a la hora de negociar reformas como la energética, y con la precaria situación de Madero?

Ésa es la otra parte, en la medida en que Madero, en el aspecto burocrático, tiene los órganos de dirección, la correlación se invierte. La herencia dejada por el calderonismo les permite tener una presencia muy sólida en las estructuras internas del partido, en la comisión política, en los cargos que están construidos bajo la lógica de acuerdos, en el marco del comité ejecutivo nacional actual.

En ese sentido, el intento de Madero de tratar de armonizar el control de los grupos parlamentarios, garantizar un liderazgo favorable a su corriente en la Cámara de Diputados, que ya tenía de inicio, con gente asociada con el exgobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva, con el sector más conservador del Yunque y el exgobernador de Morelos, Adame.

Ese aspecto hace contrapeso, por la cantidad de posiciones de los calderonistas en el Senado y que les permitió revertir, aunque no el nombramiento —porque es facultad concreta del presidente del partido—, pero sí acotar el avance del maderismo en el Senado; con esta modificación que incluso se fueron al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para sancionar la validez o no de los cambios del reglamento de la facción dentro del Senado, promovidos por Cordero y su grupo. En ese sentido, el equilibrio de fuerzas no le da a Madero para ir más allá de cierto punto.

Otro elemento que hace sentir su fuerza y reclama ser factor de poder y fuerza en el PAN fue el manifiesto de los cinco gobernadores, que aunque ya no cuentan con el gobernador de Sinaloa —se separó del PAN—, que por los resultados de los recientes comicios locales, donde los gobernadores serán un factor muy importante a considerar.

Si los gobernadores se asumen como una facción operadora en el interior del PAN y demandan espacios por ser ahora los actores con más importancia —como ocurrió en su momento con el PRI, siendo oposición—, la operación del PAN tendrá en los gobernadores un factor de la balanza, ante la imposibilidad de Madero de tratar de llevar más lejos la agenda del PAN dentro del Pacto por México.

El riesgo que corre es ser cuestionado por los órganos de supervisión como la comisión política, o llevar el tema —por ser un conflicto de línea programática— ante el Consejo Nacional por decisiones que podrían ser desconocidas por los órganos intermedios del PAN, a nivel de contrapeso, y por el contrario, la situación de que sólo se tiene presencia limitada, dominando el grupo parlamentario en el Senado, las iniciativas de Cordero sobre todo en la reforma político electoral, revelan la precariedad con la que el PAN puede entrar a ciertas agendas.

Acción Nacional, pese a su situación de ser el actor más o menos privilegiado en la interlocución por sus números en las cámaras, hoy, sus conflictos no le generan posturas sólidas, además de que en la segunda mitad del próximo año ya estará en la dinámica de elecciones para 2015.

El PRD podría ser el principal interlocutor

Esta situación obligaría al PRI a entrar en una situación relativamente complicada y donde, en la idea de construcción de acuerdos, el PRD tendría un papel importante, por afinidad ideológica y por un sentido práctico, a ser, quizá, el principal interlocutor y gestor de los acuerdos que necesita el gobierno federal, porque el Pacto por México tiene que ofrecer un conjunto de resultados, sobre todo en este próximo año, de gestión legislativa.

Sin embargo, podría obligarse al presidente Peña Nieto, ya sea porque hay una intención de bloquear los avances del PRI o por la incapacidad interna de los partidos de resolver sus conflictos internos, de que el presidente tuviera —un poco como le pasó a Carlos Salinas en la primera mitad de su sexenio— que sacar decretos, trabajar estrictamente en cambios de naturaleza administrativa.

Esta situación estaría dentro del marco de sus facultades constitucionales y, a partir de ahí, podría eficientar el aspecto administrativo de su gobierno, modificar dinámicas que son necesarias en su política y avanzar, incluso prescindiendo de los partidos. Paradójicamente esto sería un aspecto poco atractivo para el sistema legislativo, porque se daría entrada a una reactivación del hiperpresidencialismo. Trabajar bajo esa lógica acarrearía un daño muy importante sobre la imagen, ya precaria, del Poder Legislativo y demostrar que el Legislativo influye poco en las decisiones estructurales del país.

Sería muy grave que la oposición no valore la posición que tiene como obligación dentro de un sistema democrático de ejercer el equilibrio, de control, pero también de negociación y de articulación de propuestas.

¿Su opinión sobre las posiciones sobre la reforma energética?

Estamos en el proceso de decantamiento, de una verdadera ubicación de cuáles podrían ser los consensos del presidente Peña Nieto, una vez elaborada su propuesta y que ya se desglosan con precisión sus alcances.

Están las reacciones del PAN, que considera que la reforma “está corta”, lo que es paradójico porque el PAN se mantuvo a lo largo de dos sexenios en una línea similar a la del PRI, y hoy asume una radicalización hacia la apertura plena del mercado energético. Ello contradice lo dicho por los expresidentes Fox y Calderón en el sentido de cubrir la idea de la no privatización formal, entendiendo por privatización la cesión completa del mercado, o que Pemex tuviera un componente minoritario por parte del Estado, que éste vendiera sus recursos.

Está la fórmula intermedia de mantener la rectoría del Estado, que sería el componente mayoritario, y la última postura que defiende el PRD y particularmente Andrés Manuel López Obrador —también el ingeniero Cárdenas—, que habla del carácter monopólico que debe tener el Estado y encargarse al 100% de todo el manejo del sector energético; es la diferencia importante.

Privatización, entendiendo la posición del PAN, con Pemex, donde el Estado se desprovea del control mayoritario de la empresa, si fuera el caso, a partir del tipo de inversiones o el de coexistencia que se pudiera desarrollar con la venta de activos. En el otro caso, el componente de la rectoría es dar las indicaciones para la contratación, como propone Peña, que también un sector del PAN y del PRD comparten.

Una apertura que de por sí existe con contratos de riesgo, de ganancias compartidas, que dan la idea de que Pemex conserva el control mayoritario de la empresa y se apoya en particulares para obtener capital complementario para fondear, mantener inversiones y desarrollarse corporativamente.

La posición ortodoxa

La última opción es la idea de que no debe haber intervención de particulares en la empresa, que es la posición ortodoxa de la actual redacción constitucional —que no es la redacción, como lo aclaró el presidente Peña Nieto, del presidente Cárdenas— y es ahora donde, mediáticamente, se quiere manejar la legitimidad del sentido original de la propuesta cardenista; pero, al mismo tiempo, reconocer que la redacción posterior de los años sesenta, que refuerza el control monopólico de Pemex, es la redacción del presidente Adolfo López Mateos, el santo patrón del grupo mexiquense.

Hoy se invierten los papeles, uno de los activos del grupo Atlacomulco resulta ser la base de la ortodoxia cardenista-lópezobradorista, mientras que el mentor histórico de los cardenistas ahora es la base del grupo mexiquense; es una paradoja de la historia.

Por eso, dentro de la situación de insostenibilidad de Pemex, porque se habla hasta la saciedad de ejemplos en el exterior, que ideológicamente sean aceptables, con una orientación social como Brasil y otros países, que han hecho esta dinámica aperturista sin perder el contenido social de la empresa; por eso creo que tendrá que ser un aspecto de fórmula intermedia, donde el control mayoritario del Estado siga presente, reconociendo la imposibilidad e incosteabilidad que el sector energético presenta para un país como el nuestro.

Hago notar la reserva o pobreza de la propuesta de Peña Nieto, donde se insiste en la ruta fácil, no ven una verdadera reforma energética con visión a 20, 30 años para abandonar el sector petrolero y hacer una apuesta por las energías solar y eólica. Buscar primero la autosuficiencia en la baja de los costos de energía y, por otro lado, hacer una conversión tecnológica que nos ponga a la par de Estados Unidos y armonizar ese cambio tecnológico y no ser la retaguardia de un sector que se muere poco a poco.