Susana Hernández Espíndola
Pese a que el derecho a la educación, establecido en el artículo tercero constitucional desde 1917, contempló que los mexicanos debían recibir una educación básica, laica y gratuita, en México existe un evidente rezago educativo.
La realidad no miente: de acuerdo con cifras divulgadas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en México 32 millones de personas, mayores de 15 años, se mantienen en esa condición. De esta cifra, se calcula que 5.4 millones son analfabetas, 10 millones no terminaron la primaria y 16.4 millones dejaron trunca la secundaria.
Prestación del Estado
Originalmente, la instrucción escolar obligatoria en México, como garantía que corresponde al Estado otorgar, comprendía el nivel de primaria. Posteriormente se agregaron los grados de preescolar y secundaria, y, a partir del presente ciclo 2012-2013, con la reforma a la Ley General de Educación, se estableció que la etapa media superior o bachillerato, también es obligatoria.
A diciembre de 2012, según un reporte del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), había en todo México 30 millones 115 mil 977 alumnos inscritos desde preescolar hasta educación media superior. No obstante, son diversos los lastres que inciden para que el país enfrente un gran atraso en la tarea educativa.
Clases saturadas
De acuerdo al informe “Panorama de la Educación 2013”, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un maestro mexicano educa a un mayor número de alumnos por clase, que un catedrático de cualquiera de los otros países de la organización. En cifras duras, un profesor de México atiende a 25 discípulos de preescolar, cuando debería, en promedio, instruir a 14; o a 28 en primaria y 29.9 en secundaria y educación media superior. Ese sobrecupo se refleja en una insuficiente atención a cada pupilo, por parte del mentor.
Deserción y ninis
En nuestro país un gran número de jóvenes de entre 15 y 19 años abandonan sus estudios durante la “prepa”. Este grave y delicado fenómeno ha puesto a México como la tercera nación de la OCDE —sólo atrás de Turquía e Israel— productora de ninis, es decir, de muchachos que ni estudian ni trabajan. La media de matriculados que concluyen sus estudios de educación media superior en los 34 países que integran la OCDE, es de 84 por ciento. En México, sólo terminan el 56 por ciento (de los 4 millones 333 mil 589 alumnos que el INEE contabilizó a diciembre de 2012); en Brasil, el 77; en Chile, el 76, y en Argentina el 72 por ciento.
Desigualdad en cobertura
Pese a que entre 2000 y 2012, la escolaridad promedio del alumno mexicano pasó de 7.6 a 8.7 años, el indicador no es el mismo en todos los estados, como lo señala el Resumen del Sistema Educativo Nacional 2010-2011, publicado por la SEP. Chiapas, Guerrero y Oaxaca tienen los niveles más bajos de escolaridad. En contraste, el Distrito Federal, Nuevo León y Baja California ostentan las mayores niveles.
De “panzazo”, en calidad
De acuerdo a lo que señala el Informe de Progreso Educativo 2008-2012 del Instituto de Innovación Educativa, del Tecnológico de Monterrey, de una escala del uno al 10, la educación en México apenas alcanzaría una calificación de 6.8, dada su calidad más que su cobertura. Esta situación resulta no menos alentadora que la que plantea el Foro Económico Mundial, al colocar a nuestra nación en el lugar 118 de un total de 144 países clasificados por calidad educativa en instrucción básica, según el Reporte de Competitividad Global 2012-2013.
El chupón magisterial
Desafortunadamente para el alumnado, el 83 por ciento del presupuesto que destina el gobierno mexicano a la educación, es para cubrir el salario de los profesores. Este porcentaje es el más alto que registra la OCDE, pues la media es del 60 al 70 por ciento. Esto explica, en gran medida, la aguerrida actuación que ha mantenido el gremio magisterial para frenar las reformas al sector que ha emprendido la actual administración.
A esta situación se suman la falta de un padrón de maestros, de los que “no sabemos cuántos son, dónde están, qué enseñan”, según declaró Maite Azuela, integrante de la Coalición Ciudadana por la Educación, y la endémica corrupción de ciertos liderazgos sindicales, que por décadas han otorgado las plazas de los profesores por compadrazgo, amiguismo, o vendiéndolas al mejor postor, mal que se busca erradicar con las leyes secundarias de la reforma educativa.
Paros, marchas y plantones
Desde el primer día del ciclo 2012-2013, alumnos de Tabasco, Oaxaca, Guerrero y Michoacán se tuvieron que quedar sin clases, ya que maestros de la Coordinadora Nacional de la Educación (CNTE) iniciaron plantones, bloqueos y marchas en el Distrito Federal, precisamente en contra de la discusión, en San Lázaro, de esas leyes secundarias, que incluyen la evaluación anual del profesorado, con el posible riesgo de la pérdida de plazas si no cuentan con capacidad para llevar a cabo su misión. Ante las violentas movilizaciones, el senador Manlio Fabio Beltrones exhortó a los maestros a regresar a las aulas, al tiempo que se implementó una sede alterna para que la Cámara de Diputados llevara a cabo, el 21 de agosto, la sesión extraordinaria en la que aprobó la Ley General de Educación y la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación. Sólo quedó pendiente, para otra temporada de deliberaciones, la votación sobre el Servicio Profesional Docente.
Erratas en libros de texto
Y por si algo más faltara, los alumnos de primaria y secundaria iniciaron el presente ciclo escolar con libros de texto gratuitos plagados de erratas. Autoridades de la SEP admitieron las 117 pifias, que van desde errores ortográficos, de acentuación, puntuación o pleonasmos, hasta de ubicación geográfica, como el de situar a Tulum, que es una ciudad maya de Quintana Roo, en Yucatán. Ante la disyuntiva de retirar esos volúmenes, se optó por distribuir a los maestros una guía de erratas. El stock almacenado se destinará a reciclaje y los contenidos para próximas ediciones ya están siendo corregidos.
(Fotos: Agencia El Universal y archivo Siempre!)








