Susana Hernández Espíndola
El jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, es muy cuidadoso con su capital político. Aunque el pasado 18 de septiembre, al rendir su primer informe de actividades ante la Asamblea de Representantes capitalina, tuvo que reconocer que en los nueve meses que lleva su administración se han realizado más de 2 mil 370 manifestaciones en la Ciudad de México, y que mil 611 de ellas nada teñían que ver con los problemas de la urbe, indicó que el no hacer nada al respecto no ha sido por “debilidad”, sino por “tolerancia”.
Y mientras el funcionario se ha mantenido tolerante, evitando que un choque policías-manifestantes merme sus futuras aspiraciones políticas, el sofocamiento del Distrito Federal, que fue prolongado y a grados extremos en esos nueve meses, particularmente en las últimas cinco semanas, con la rebelión de los maestros afiliados a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), ha tenido a los casi 9 millones de pobladores y a los comerciantes afectados, indignados y crispados.
Pérdidas millonarias
Sin contar las pérdidas horas-hombre por retrasos de cientos de miles de trabajadores, por el congestionamiento de las vialidades, el pago de taxis en donde se puede pasar, en tiempo, en movilización de cuerpos de seguridad, en pintas de paredes y destrozos, y muchas dificultades colaterales con las protestas en la vía pública, el pasado 9 de septiembre, por ejemplo, Ricardo Navarro, presidente de la Cámara de Comercio Servicios y Turismo (Canaco) de la Ciudad de México, sostuvo que como consecuencia de las marchas de los maestros, las pérdidas económicas de los negocios de la capital suman casi mil millones de pesos.
Agregó que el cierre de negocios, hasta por cuatro horas, en el transcurso de las marchas, ha provocado pérdidas de 308 millones de pesos por ventas no realizadas en distintas zonas, mientras que el comercio y el turismo, sólo en el Centro Histórico, han resentido daños por más de 682 millones de pesos, lo cual suma más de 991 millones de pesos.
Esta situación, indicó, sumada a la desaceleración económica, provocará que las ventas del comercio en este mes de septiembre caigan en 6.4 por ciento con relación al mismo mes del año pasado. En el acumulado de enero a septiembre, se prevé que la reducción sea de 3.2 por ciento.
Las mujeres, las más molestas
Según una encuesta dada a conocer por la revista Merca2.0, basada en una muestra aleatoria de 451 personas, las manifestaciones, protestas y bloqueos de la CNTE en el Distrito Federal son rechazados por el 89.1 por ciento de hombres y el 91.5 por ciento de las mujeres consultados, en tanto que sumados representan el 90.3 por ciento.
Esa misma gente señala como responsables de controlar las manifestaciones: al gobierno en general (69.2 por ciento de hombres y 73.2 por ciento de mujeres), a la Policía Federal (14.5 por ciento de hombres y 11.6 por ciento de mujeres), a la policía del DF (12.2 por ciento de hombres y 7.6 por ciento de mujeres), a las Fuerzas Armadas (3.6 por ciento de hombres y 4.5 por ciento de mujeres) y a la iniciativa privada (.5 por ciento de hombres y 3.1 por ciento de mujeres).
Una de las afectaciones no previstas por el conflicto magisterial, fue, aunque no se crea, a los damnificados de las tormentas “Ingrid” y “Manuel”. Esos meteoros ocasionaron una catástrofe principalmente en Guerrero, Oaxaca y Veracruz, lo que obligó a la movilización solidaria de los capitalinos. Sin embargo, antes de que el 19 de septiembre se estableciera un mega centro de acopio de ayuda en el Zócalo, el puesto establecido en los arcos del Antiguo Palacio del Ayuntamiento no pudo funcionar como se esperaba, debido a que el cerco policiaco que se estableció alrededor de la Plaza de la Constitución complicó la llegada de víveres al lugar y no se recolectó lo suficiente para realizar un primer envío a las zonas más afectadas.
Ataque al corazón
Precisamente, tomando como rehén al Zócalo, a partir de su manifiesto del 17 de agosto contra la Reforma Educativa y hasta el 13 de septiembre, los maestros de la CNTE se apoderaron del corazón de México para convertirlo en su cuartel general e irradiar desde ahí sus protestas y ataques a puntos neurálgicos de la capital, provocando, casi a diario, problemas descomunales.
Durante casi un mes, alrededor de 20 mil maestros mantuvieron secuestrado el sitio más representativo de la Ciudad de México y lo convirtieron en un inmenso dormitorio-comedor-mingitorio y una mesa de trabajo en la que se planeaba sin cesar como invadir y colapsar la vida de los capitalinos.
El despojo del Zócalo a los habitantes del DF y, en general, al resto de los mexicanos, lo cual probablemente se va a repetir, quizá deba llamar a un gran debate, pese a la gran tolerancia de Mancera, sobre si debe o no permitirse que ese punto siga siendo el gran “manifestódromo” por excelencia y el paño de lágrimas de todos los pesares, pequeños y grandes, del país.
Lugar lleno de historia
Declarado por la UNESCO, en 1987, con el resto del Centro Histórico, como “Patrimonio Cultural de la Humanidad”, y llamado oficialmente Plaza de la Constitución el 12 de mayo de 1813, en honor a la Constitución de Cádiz, promulgada en 1812, el Zócalo es un lugar lleno de historia desde tiempos prehispánicos y durante cinco siglos se ha mantenido como el sitio preferido de concentración y de manifestaciones sociales y culturales.
Erigido por los conquistadores sobre lo que fue el centro político y religioso de los aztecas, el Zócalo tuvo también las denominaciones de Plaza de Armas, Plaza Principal, Plaza Mayor y Plaza del Palacio, pero debe ese nombre a una base que Antonio López de Santa Anna ordenó construir, en 1843, para colocar sobre ella una columna de la Independencia que nunca fue terminada. Esa plancha o zócalo permaneció durante décadas sin ninguna utilidad a la mitad de la Plaza de la Constitución, y la gente comenzó a tomarla como referencia, convirtiéndola en un sinónimo de plaza central.
El Zócalo fue construido, entre 1521 y 1523, utilizando las piedras de los palacios y templos aztecas destruidos por los españoles, dentro del islote original de México-Tenochtitlán, a un costado de lo que fue el Templo Mayor. La traza, rectangular y al estilo europeo, con las sedes de los principales poderes alrededor de la plaza, es obra del soldado y alarife Alonso García Bravo, quien, comisionado por Hernán Cortés, probablemente se basó en los planos del centro de la ciudad de Santo Domingo, donde el mismo Cortés vivió un tiempo antes de emprender la Conquista.
En la época virreinal este espacio sufrió distintas modificaciones y orientaciones e, incluso llegó a albergar una primera catedral. En 1629, el Zócalo, que por entonces se llenaba de comerciantes, sufrió una gran inundación y las aguas se elevaron hasta dos metros. Tras la conclusión de la actual catedral, en 1657, treinta y cinco años después una turba incendió el Palacio Virreinal y la plaza se despejó por completo para dar paso al mercado de El Parián, en el que se vendían los productos que traían los galeones de Europa y Asia.
El historiador Francisco Sedano fue el primero en hacer comentarios de lo fea y antiestética que lucía esa plaza, por su pavimento irregular de barro, en la temporada de lluvias; los perros agresivos de la calle, y los montones de basura, de desperdicios y de excrementos humanos que se acumulaban en puestos improvisados que circundaban El Parián.
El virrey Juan Vicente de Güemes hizo la primera remodelación del Zócalo, en el siglo XVIII, y durante los trabajos se hallaron la Piedra del Sol y la escultura de la diosa Coatlicue. Los comerciantes fueron reubicados en el Mercado de Volador, ubicado en lo que hoy es la Suprema Corte de Justicia de la Nación; la Catedral fue enrejada y en la esquina sudeste se colocó una estatua ecuestre de Carlos IV, la cual fue retirada al concluir la guerra de Independencia.
En diciembre de 1826, El Parián fue incendiado por un grupo de soldados, artesanos y hooligans, y, finalmente, fue demolido, en 1843. Tras el intento de Santa Anna de erigir su columna de la Independencia, en 1866 se crearon un paseo alrededor de la plaza y un jardín con senderos; se colocaron fuentes en cada esquina y se instalaron bancos de hierro y lámparas de hidrógeno. En 1878 se puso un kiosco similar a uno que se hallaba en el Bois de Boulogne, en París, y poco después una estación de tranvía. En 1894 llegó a la zona la energía eléctrica y en 1891 el asfalto.
Durante la segunda mitad de ese siglo y hasta principios del siglo XX, el sitio estuvo, de nuevo, convertido en mercado. Entre los puestos destacó el “Centro Mercantil”, que vendía tela, ropa y moda Art Nouveau.
Durante la Decena Trágica, en 1913, el Zócalo fue bombardeado en los ataques al Palacio Nacional, lo que llevó a otra remodelación. Luego, en la década de 1950, el Zócalo adquirió el aspecto austero que hoy conocemos, conservando sólo algunos arbotantes y el asta bandera. En 1970 hubo otra remodelación importante y se colocó la plancha de cemento actual. A finales de 1990, el alcalde Cuauhtémoc Cárdenas puso en marcha una renovación de 300 millones de pesos en el Zócalo y sus alrededores, para atraer empresas y residentes a la zona.
En el Zócalo, cada año se llevan a cabo los festejos centrales que conmemoran la Independencia. También se ofrecen conciertos gratuitos de los grandes artistas mexicanos e internacionales e, incluso, uno de los legendarios Beatles, Paul McCartney, ha cantado ahí. El lugar es sede de exposiciones, eventos, pistas de hielo, ferias y aniversarios nacionales.
Maravilla del Mundo
A partir de mediados de este año, y hasta el 30 de septiembre, el Zócalo está compitiendo con 66 lugares turísticos de los cinco continentes para ser una de las “maravillas del mundo”, a través de un concurso realizado en la página Virtual Turist.
Entre los sitios representativos del planeta que concursan, destacan el edificio Empire State de Nueva York; el Golden Gate de San Francisco; la aldea Hobbiton, creada como ubicación de los hobbits en la película “El Señor de los Anillos”, en Matamata, Nueva Zelanda, y el monumento megalítico de Stonehenge, en Inglaterra. En el plano mexicano sobresalen el sitio arqueológico de Tulum y el Museo Subacuático de Arte, en Cancún, ambos en Quintana Roo, y el Arco de Cabo San Lucas en Baja California.
Apenas el año pasado, de acuerdo con un conteo realizado por Facebook, el Zócalo se posicionó entre los 25 lugares más visitados por sus mil millones de usuarios y entre los 6 espacios públicos más frecuentados, al lado de los Campos Elíseos de París, Francia, y la Avenida Kurfürstendamm en Berlín, Alemania. Después de su salida del Zócalo, el 13 de septiembre, los maestros intentarán regresar en los próximos días