CAFÉ POLÍTICO

 

No se admiten atrasos, ni de recursos ni de esfuerzos

 

Gozan los ánimos fuertes en las adversidades.

Al igual que los soldados intrépidos triunfan.

          Séneca Anneo

 

José Fonseca

 

 

Conforme pasan los días se asienta la idea de que la república ha sufrido un gran desastre.

La explicación fue la inusitada conjunción de un huracán y una tormenta tropical. Al azotar simultáneamente las costas del Golfo y las del Pacífico trajeron torrenciales lluvias que han producido inundaciones, destrucción de viviendas, de carreteras, puentes y como resultado cientos de miles de damnificados.

Como en todo desastre, los primeros días son caóticos, se multiplican las dificultades para hacer llegar la ayuda a los afectados. Y por lo tanto, son mediáticamente atractivos.

Al paso de los días se organiza el reparto de la ayuda para aliviar la necesidad inmediata.

El acopio de la ayuda sigue rutinas establecidas. Su distribución se le ha encargado a las fuerzas armadas, para evitar los abusos tantas veces atestiguados.

Sigue la lenta reparación de las vías de comunicación afectadas. Y, luego, sigue la etapa más difícil: la de la reconstrucción de las viviendas y la infraestructura carretera dañada.

Todas tareas a realizar simultáneamente, mientras como siempre, tendrá el gobierno la presión mediática.

Ésas son las tareas a realizar por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, tareas que no admiten atraso, ni de recursos ni de esfuerzos.

Los recursos deberán fluir conforme se necesitan para cada etapa de la asistencia y de la reconstrucción, sin regateos por aquéllos que siempre se molestan porque se utilizó un equipo sin seguir los trámites correspondientes o porque no se hizo el papeleo correctamente y faltó la copia verde.

La magnitud del desastre es la magnitud de lo que se exigirá de los colaboradores del presidente Peña Nieto. La magnitud del desastre y la urgencia de atender los problemas de la población damnificada pondrá a prueba la capacidad de todos los colaboradores del gabinete.

La magnitud del desastre no deja espacio para tropiezos, ni para errores, pues la imagen del sexenio puede depender de la eficacia con que se atiendan las consecuencias y se atienda a los damnificados.

Estará a prueba en las próximas semanas, en los próximos meses, el temple y la capacidad de los colaboradores del presidente Peña Nieto.

No puede darse el lujo de admitir pretextos ni coartadas. Habrá de ser juez severo.

jfonseca@cafepolitico.com