CAFÉ POLÍTICO

Es un riesgo tocar los intereses económicos

 

Agradar cuando se cobran impuestos es

virtud que no se ha concedido a los hombres.

Edmund Burke 

José Fonseca

Se aplica la frase de Edmund Burke sobre los impuestos a la insatisfacción por la reforma hacendaria. Como pocas veces, las insatisfacciones han sido expresadas tan libremente, quizá porque se tocará el bolsillo de algunos de los que con plataforma de comunicación reclaman por la aprobación de la iniciativa fiscal.

Al ser votada en el Senado de la República, los discursos de la oposición y de los críticos de la reforma hablan de imposición. Repiten otra vez aquel viejo discurso de los ochenta del siglo pasado: “la oposición gana el debate, pero no gana las votaciones”, en un conveniente olvido de que en los parlamentos las votaciones se ganan con votos, no con discursos.

Desde la época del presidente López Portillo —hace 31 años— no se tocaba el sistema fiscal mexicano. El tiempo dirá si los cambios hechos ahora alcanzarán los objetivos previstos por el gobierno peñista.

La oposición a los impuestos es un discurso muy vendedor, es popular rechazar los impuestos, como hace 50 años era popular y aplaudido el orador que en las plazas de la república le mentaban la madre al gobierno.

Calculan que si machacan lo suficiente en su discurso contra las medidas fiscales, lograrán socavar el gobierno peñista, cuando menos para restarle votos para las elecciones legislativas de 2015.

Tal parece que para el gobierno peñista vale la pena correr el riesgo de pagar un costo político, el costo político que significa siempre tocar los intereses económicos, no sólo los más visibles de algunas grandes corporaciones, sino los de aquéllos que por muchas razones no pagan lo suficiente.

Quizás apuestan a que dentro de 22 meses habrán avanzado lo suficiente los programas del actual gobierno como para hacer una diferencia a su favor.

Por ahora, en el Congreso se ha impuesto la vieja lógica parlamentaria. ¿Cuántos votos tienes? ¿Cuántos te faltan? ¿Cómo obtenerlos?

Se quejan de imposición, sin pensar que simplemente perdieron en la aritmética parlamentaria. No reunieron los votos para rechazar la iniciativa hacendaria.

Y en las democracias, contra lo que piensan los simplones de las asambleas a mano alzada, hay parlamentos en los que están representadas todas las fuerzas económicas y políticas de la nación.

Y, en los parlamentos democráticos, las votaciones las ganan quienes tienen los votos suficientes. Los que no, pues las pierden, como perdieron la batalla por la reforma hacendaria.

 

jfonseca@cafepolitico.com