Entrevista a Joaquín Galindo Díaz/Investigador de la Universidad de Guadalajara
Antonio Cerda Ardura
La lucha por la dirigencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRD, cuya renovación tendrá lugar en marzo de 2014, tras de que en noviembre próximo se modifiquen, durante un congreso nacional, los estatutos y los mecanismos de la elección, se halla en pleno apogeo.
Tres son los aspirantes que buscan posicionarse para atraer a la militancia del partido del Sol Azteca: el exjefe del Gobierno del Distrito Federal Marcelo Ebrard Casaubón, a la cabeza de la corriente interna Movimiento Progresista; el exsenador Carlos Sotelo García, abanderado de la corriente Movimiento Nacional Patria Digna, y el exsecretario del Trabajo y Fomento al Empleo del D.F. y exsenador Carlos Navarrete Ruiz, apoyado por Nueva Izquierda y considerado como el candidato oficial del instituto político.
En opinión del investigador Joaquín Galindo Díaz, coordinador del Departamento de Estudios Políticos de la Universidad de Guadalajara, hay pocas esperanzas de que Ebrard concrete después su aspiración de ser candidato de la izquierda a la Presidencia de la República en 2018 si no logra, antes, el control del PRD.
Indicó que pese a los esfuerzos de Ebrard para lograr una visibilidad mediática tomando como bandera de crítica las reformas estructurales del presidente Enrique Peña Nieto, si éste no se engancha en el anzuelo, la estrategia no funcionará, por lo que Marcelo tendrá que apostar a una alianza de fuerzas en la cual podría ir el PAN.
El profesor Galindo Díaz señala, en entrevista con Siempre!, que en vista de los atributos de los actuales aspirantes a la dirigencia perredista y de la situación de otros líderes de la izquierda, la caballada para el 2018 está flaca.
En pos de alianzas
Marcelo Ebrard está buscando frenéticamente los reflectores. Está radicalizando su discurso, criticando, por ejemplo, al PRD, tachándolo de ser comparsa del gobierno. ¿Le está sirviendo esto?
Marcelo Ebrard parece estar bajo una especie de tensión o de presión, debido a que le ha costado trabajo posicionarse dentro del liderazgo perredista, ya no digamos a nivel nacional, sino del básico, que es el del D. F. A su vez, Ebrard busca presionar de todas las formas posibles a la actual cúpula perredista, encabezada por los Chuchos, para tener cierta ventaja en la aspiración de lograr una futura candidatura presidencial, lo cual es, precisamente, lo que en estos días se le ha estado revirtiendo.
Hay que reconocer que Marcelo Ebrard sí es una cabeza visible de la izquierda, a la que yo llamaría centrista, que buscará no exactamente ganar la Presidencia de la República con el PRD, sino con una especie de neo-Frente Democrático Nacional, como aquella coalición cardenista de 1988, y con una alianza de fuerzas en la cual, incluso, podría ir el PAN. Si en verdad está en desventaja o estuviera gravemente en desventaja, Ebrard intentaría hacer una alianza como las que han existido en estados como Oaxaca y de la que han sacado provecho tanto el PAN como del PRD.
El problema es que las cosas se le están complicando al no cejar en su empeño de lograr la dirigencia perredista. Si no pudiera alcanzar el liderazgo del PRD, se vería obligado a salir y tratar de reforzar su Movimiento Progresista buscando que algún partidito satélite le diera el registro para poder crecer y apuntalarse.
Sería una estrategia parecida a la que siguió Andrés Manuel López Obrador.
Si no le dejaran de otra, el Movimiento Progresista trataría de convertirse en partido, con lo cual se fragmentaría más la izquierda y a Ebrard le sería más difícil —por lo menos así lo vemos en este momento— alcanzar la meta que ha señalado abiertamente: ser presidente de la república.
La encrucijada
Ya que ha hablado de alianzas, ¿el PAN podría estar eventualmente en sintonía con sus aspiraciones?
Ellos estarían acercándose un poco a posiciones pragmáticas, como ya lo hicieron en Sinaloa, Puebla y Oaxaca, tratando de lograr el poder mediante alianzas electorales, que no de gobierno. Las coaliciones electorales les permitirían sacar beneficios y ya tuvieron éxito en eso, precisamente con Ebrard. El exjefe del gobierno capitalino tiene aliados en los estados y esas eventuales uniones podrían darse más adelante, siempre y cuando hubiera una crisis del PRI o del panismo, que no es tan fácil si lo vemos ahora, cuando, precisamente, hay una alianza de los Chuchos con el gobierno de Peña Nieto, vía el Pacto por México, y otras coincidencias de Gustavo Madero con algunas posiciones del presidente. Es decir, también una eventual alianza de Ebrard con el PAN no sería tan factible.
Debemos recordar que lo que hace el PRI inteligentemente es que, cuando detecta las fracturas que hay en el PAN y el PRD, hace alianzas con algunos de los grupos que le son más afines y llega a acuerdos. Por eso han ido avanzando las reformas del gobierno, que han sido polémicas y han tenido un efecto fuerte, pero, aún así, se han sostenido.
El mismo PRD ha estado a favor de algunas propuestas, como la fiscal, y con el respaldo de sus diputados le ha ayudado al PRI a sacarlas adelante, como también lo ha hecho el PAN. El PRI ha sabido jugar con las oposiciones y las fracturas de los dos partidos y, en ese sentido, les lleva una ventaja estratégica.
Contra todo ese movimiento, que Marcelo Ebrard lee muy bien y con el que no está de acuerdo, él trata de hacer consciente no a la militancia perredista, sino al pueblo de México en general, tratando de emerger como el salvador y el líder progresista. Y, bueno, por eso estamos ahora en la encrucijada de Marcelo. Por un lado, el PRD prácticamente está rompiendo con él y Marcelo sostiene su estrategia de descalificar. Por otra parte, hay que ver si la parte dura del partido, los Chuchos, lo empiezan a marginar, al igual que hicieron con Andrés Manuel López Obrador, lo que lo obligaría a hacer alianzas con otras gentes, o a buscar formar pequeños partidos, con los que sería muy difícil que llegara al poder.
Digamos que Ebrard solamente va agarrado de las crines de la izquierda.
Recordemos que su origen no es la izquierda, sino el salinismo. Siempre ha habido una parte de la izquierda que nunca ha considerado a Ebrard legítimo. Yo creo que por eso no se ha podido posicionar de manera fuerte en el partido. Con la sombra de López Obrador, Ebrard llegó a donde llegó, pero, aun sin esa sombra, él tampoco la ha podido rebasar, como lo vimos en 2012.
Los puntos negros
¿Qué tanto le ayuda a Ebrard estar apuntalado por René Bejarano y Dolores Padierna?
Yo creo que no le ayuda. Lo que pasa es que Marcelo es pragmático y sabe bien que la opinión pública sobre esa pareja tiene un costo. Pero como son operadores políticos eficientes dentro en las colonias, prácticamente en todas las delegaciones de la capital, entonces mantiene esa alianza para el trabajo interno en su grupo. Pero está muy claro que Manuel Camacho Solís sigue siendo su ideólogo, la persona que lo guía, lo dirige, o que está muy en sintonía con él.
En este sentido, es interesante lo que se está gestando en el PRD. Habrá que ver si Marcelo y estas alianzas logran acomodarse en el partido, o si en definitiva seguirá en la marginalidad y entonces el Movimiento Progresista buscará alcanzar de otra forma sus aspiraciones políticas. Ebrard está en una situación difícil.
A Marcelo Ebrard se le acusó de proteger actos de corrupción, por ejemplo de la Setravi, por la operación de rutas de transporte sin concesión; de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje (JLCA); en la construcción de obras, y respecto a la deuda pública de 60 mil millones de pesos que dejó, etcétera. ¿Qué tanto pesará esto para sus aspiraciones inmediatas y futuras?
Sí tuvo algo que ver con algunos ilícitos o actos inadecuados, bastaría con que sus opositores dentro del mismo PRD lo hicieran evidente. Todo depende de cómo estas cosas pasen de ser rumor a una cuestión más formal. Sin duda, eso pesaría en su contra, y bastante, porque va en contra de lo que postula el propio Movimiento Progresista. La ciudadanía está harta de todo eso que se habla de la política y de los políticos. De manera que una cosa de ésas, sí se comprobara, lo tiraría totalmente.
¿Quién, entre los que están compitiendo con Ebrard por la dirigencia del PRD, que son Carlos Sotelo García y Carlos Navarrete, tendría más oportunidad?
Yo creo que la lucha fuerte la va a tener Ebrard con Carlos Navarrete. Navarrete ha hecho movimientos muy adecuados dentro de su grupo y mantiene una alianza fuerte con los Chuchos. Es quizá ese grupo el que pueda ganar la partida. Por eso este momento, en el que están midiendo fuerzas, es muy importante.
No cae el PRI
¿Qué le dice el afán de Ebrard para convertirse en la figura antagonista de Peña Nieto?
Cualquier político que aspire a la Presidencia debe tener visibilidad mediática a lo largo del sexenio, así que cualquier oportunidad que tenga para que los medios hablen de él, ya sea que se esté peleando con su partido, o se quiera pelear con el presidente, o que tome como bandera las reformas estructurales, forma parte de una estrategia mediática para estar presente. Todo depende de que el PRI se enganche, y, en este caso, parece que no lo está haciendo. El problema es cuando se engancha. Recordemos cómo el expresidente Vicente Fox se enganchaba con López Obrador. Cada que el tabasqueño le tiraba anzuelos, Fox los atrapaba y ahí se hacía una tremenda lucha mediática. Eso fue posicionando a López Obrador. Creo que lo que trata de hacer Marcelo es algo parecido.
Depende de qué tanto caso le hagan.
Exactamente. Depende de qué tanto muerda el anzuelo el gobierno. Si realmente lo ignora, la estrategia de Ebrard no prende.
Ebrard sigue promoviendo su consulta ciudadana sobre la reforma energética y ya ha propuesto otra para la elección del dirigente del PRD. ¿Qué efecto tendrían esas encuestas para sus intereses?
La cuestión de las encuestas siempre va a ser polémica. Con frecuencia se dice que las encuestas están hechas a modo y todo depende de la metodología con la que se planteen las preguntas. Solamente una casa encuestadora muy fiable y una opinión especializada de verdaderos expertos en esos temas nos darían a la ciudadanía una opinión confiable.
Entonces, Ebrard podría crecer con ella, pero también podría suceder al revés, según la credibilidad de la encuestadora.
Sí, claro. Si de algún lugar salieron mal las encuestas, fue de 2012, cuando fallaron. Ahí se demostró que muchos datos de las encuestas no pueden ser confiables. Pero cuando un dato aparece en las consultas de diferentes casas encuestadoras profesionales, ahí sí puede haber un poco más de credibilidad. Todo depende del momento, de la metodología y de que coincidan entre sí.
¿Ve usted viable a Ebrard como aspirante a la Presidencia? ¿Va a crecer o se está desinflando?
Como se dice en forma común, el problema es que en la izquierda la caballada está flaca. Por más que se quisiera ver, por ejemplo, a un Lázaro Cárdenas Batel, basta volver la vista hacia Michoacán para darnos cuenta del trabajo que se hizo ahí. Así es que por ahí no.
Entre la gente de los Chuchos no se ve una cabeza muy visible, y quizá Navarrete, llegando a la presidencia del partido, más adelante pudiera dar frutos, pero no se le siente muy fuerte. López Obrador, aun con Morena, tiene ya dos derrotas, y me parece que la tiene difícil. De manera que, como están las cosas, parecería que el exjefe del gobierno del D. F., que mediáticamente fue muy visto durante todo el sexenio pasado, sería actualmente la cabeza más visible para una futura apuesta de la izquierda.
El problema de la izquierda, y le sucede en todo el mundo, como en Francia, es que siempre se fragmenta, y, al fragmentarse, pierde posibilidades, y más en un país como el nuestro, donde hay una visión tripartidista. En México hay una clara división: una parte muy grande del electorado es panista; otra, también muy grande, es priista, y una tercera fuerza es el abanico de la izquierda.
Ante un electorado así, una izquierda sana debe tener un solo candidato. Y el dilema es que López Obrador, Ebrard y Jesús Ortega, por señalar a otro, están totalmente divorciados. Sería muy difícil que se pudieran unir.
¿Entonces, de lo que hay, lo menos peor?
Pues si se quiere ver así… En ese sentido, la cabeza visible sería Marcelo Ebrard. Pero, ¿lo dejarán llegar? ¿Podrá tener la fuerza? ¿Y, si no? Si de verdad no tiene ni control sobre el partido en el Distrito Federal, yo, en su lugar, no competía.


