EN LA LÍNEA

 

Los malos olores cambiaron de una plaza a otra

Félix Fuentes Medina

Cuanto se ha tenido que decir, pedir, rogar, exigir y reprochar a autoridades del gobierno federal y de la jefatura capitalina en relación con el plantón y marchas de presuntos maestros de la CNTE, ya se dijo.

Si ambos regímenes llevaran las cuentas de reclamos en su contra o el número de notas informativas escritas y dichas en medios electrónicos sobre el conflicto magisterial de este año, los resultados serían de asombro mundial y constituirían un récord Guiness.

O si los comunicadores de los dos gobiernos hubiesen anotado cuantos insultos a maestros y autoridades se han dicho en las redes sociales verían que los términos soeces de diccionarios, todos, ya han sido expresados.

Al cumplirse medio año de agravios contra la población capitalina, el problema sigue igual, sin solución. Los presuntos profesores insisten en no ser evaluados y que la reforma educativa sea derogada por quien la promulgó en días recientes: el presidente Enrique Peña Nieto.

El primer contingente de protesta, de la sección 22 oaxaqueña, llegó al Distrito Federal el 1 de mayo pasado y siete días después se instaló en la plancha del Zócalo capitalino. Nadie hizo nada para impedirlo.

Así empezó el calvario de seis meses, sin que se tenga noticia de algo parecido en algún país del mundo. Han sucedido ataques violentos a la Cámara de Diputados, cercos en San Lázaro, el Senado, Gobernación, Educación Pública y Bolsa Mexicana de Valores. También bloqueos en el Aeropuerto Internacional y principales arterias viales con el claro propósito de incrementar el caos y enfurecer a los capitalinos.

En vez de acordar el desalojo del Zócalo con la Presidencia de la República, el jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, convino con los paristas su traslado al Monumento a la Revolución, y que el presidente Peña Nieto pudiera dar el Grito y los militares realizaran su desfile del 16 de septiembre.

Así, los malos olores cambiaron de una plaza a otra y cientos de comerciantes y hoteleros del Centro Histórico, avenida Juárez, Paseo de la Reforma y Plaza de la República han padecido o padecen pérdidas de miles de millones de pesos. Nadie los auxilia. Algunos ya perdieron el total de su patrimonio y no podrán iniciar otros negocios.

En Gobernación hubo reuniones bajo sospecha de diálogo con dirigentes de la CNTE, en primer término el de la 22, Rubén Núñez, asesorado por el líder del SME, Martín Esparza, quien ha ganado fama de extorsionador.

Gobernación nada informó de los oscuros arreglos, pero los mismos maestros soltaron la versión de una entrega de 115 millones de pesos a Rubén Núñez y un sector de su gremio quiso desconocerlo. No se fueron los oaxaqueños con los bolsillos vacíos y la CNTE acarreó mentores de Guerrero, Chiapas y Michoacán. Éstos están en espera de sus respectivas tajadas.

Antes de irse de paseo a Rusia y a Nueva York, Mancera imploró a quienes siguen en el Monumento a la Revolución un reacomodo de sus casas de campaña y dejar libres las calles aledañas. Ni esa concesión recibió, por ser evidente que los supuestos maestros quieren dinero, convencidos de la debilidad oficial.

En su desesperación, los dueños de negocios situados en torno a la Plaza de la República acudieron el lunes pasado a Gobernación y colocaron una ofrenda floral mortuoria. Los funcionarios de esa dependencia se hicieron los occisos, al no escuchar a los quejosos.

Personal de hoteles y restaurantes se dicen dispuestos a cortar las amarras de las casas de campaña. Saben que eso puede ocasionar un choque sangriento, del cual serán responsables las autoridades locales y federales por su incapacidad en la solución del eterno conflicto.