Entrevista a Daniel Zapico/Amnistía Internacional
Antonio Cerda Ardura
Por indulto del presidente Enrique Peña Nieto, el profesor tzotzil Alberto Patishtán Gómez recuperó la libertad, el 31 de octubre pasado, tras haber permanecido trece años en la cárcel, acusado de crímenes que no cometió.
El maestro de primaria, de 42 años, fue detenido el 19 de junio de 2000, sin que mediara ninguna orden de aprehensión, como presunto participante en una emboscada contra policías en el municipio de El Bosque, Chiapas, en la que murieron siete uniformados.
Tras un proceso totalmente irregular, ya que diferentes testigos lo ubicaron en un lugar y hora distintos el día de la matanza, Patishtán fue sentenciado a 60 años de prisión.
Peña Nieto otorgó el indulto después de que el Congreso de la Unión reformó el Código Penal Federal, pero el docente se halla gravemente enfermo, ya que padece un tumor cerebral.
En entrevista con Siempre!, Daniel Zapico, coordinador de Movilización e Impacto de la organización humanista Amnistía Internacional (AI) México, sostiene que la liberación del maestro Patishtán es un triunfo de la movilización social, y que a nuestro país le urge una profunda reforma del sistema de justicia para que deje de ser una fábrica de culpables.
Oídos sordos
¿Qué fue lo que determinó que el profesor Alberto Patishtán saliera libre?
Alberto Patishtán fue condenado a 60 años de cárcel en un proceso lleno de irregularidades, en el que, por ejemplo, los testimonios que demostraban que él no se encontraba en el lugar donde se produjeron los hechos que supuestamente lo culpabilizan no fueron tomados en cuenta. Tampoco tuvo acceso a un abogado o a un intérprete que hablase su dialecto, ni se aceptaron las evidentes contradicciones que había entre las personas que lo situaban en el sitio de la matanza en El Bosque.
Ante estas irregularidades, el propio Alberto, gente de su comunidad, y su familia comenzaron a movilizarse para exigir justicia y que se tomaran en cuenta las pruebas que demostraban que él no había participado en la emboscada.
A lo largo de estos trece años interpuso diversos amparos, incidentes de reconocimiento de inocencia, que son recursos de carácter extraordinario y, a pesar de las evidentes deficiencias en el proceso que llevó a su condena, que suponían una injusticia, el Poder Judicial no fue capaz de valorar las pruebas. Lo único que se pedía era: “Miren esas pruebas y luego determinen lo que tengan que determinar, pero no con base en testigos que se contradicen en sus propios testimonios”. Eso no se logró, porque el Poder Judicial no valoró a fondo del asunto.
Esto no parece ser una gran novedad.
Ante esta situación de bloqueo, y ya con una campaña mucho más grande en demanda de justicia para Alberto Patishtán, a la que se agregaron muchas personas de todo México y organizaciones de carácter internacional, que ayudaron a hacer visible el caso y a ejercer presión, la única opción que quedaba, al menos a juicio de AI, era tratar de garantizar la pronta liberación de Alberto. Sustentada en que no le hace ningún bien a la justicia de ningún país el hecho de que una persona inocente esté en la cárcel, AI pidió al Estado mexicano que actuase para liberar al profesor. Se plantearon varias propuestas y, finalmente, la más viable fue que el Poder Legislativo reformara el Código Penal Federal. En concreto se añadió el artículo 97 bis, que faculta al presidente de la república a conceder el indulto en aquellos casos en los cuales se haya producido una grave violación a los derechos humanos de la persona encarcelada y en los que se hayan agotado todos los recursos legales, como sucedió con Alberto.
Sistema inoperante
Tiene por lo menos dos sexenios, y acentuado por la salida de las tropas a combatir la delincuencia, que se han dado con frecuencia este tipo de casos. ¿Qué precedentes deja esta liberación?
Esta liberación demuestra lo que AI ha venido diciendo desde hace mucho tiempo: el sistema de procuración de justicia en México no está funcionando en la forma adecuada y termina por mandar a inocentes a las cárceles, mientras que es incapaz de frenar la violencia y de procesar a los verdaderos responsables.
Son muy altos y alarmantes los niveles de impunidad que se viven en México, frente a las violaciones de derechos humanos. Por eso creemos que es necesaria una reforma profunda para que pifias como la ocurrida a Alberto no se vuelvan a repetir, y, por otro lado, para garantizar que, efectivamente, el sistema de procuración de justicia sea capaz de impartirla.
¿Qué le parece a AI la posición del Presidente? ¿Algo está cambiando o fue una circunstancia la que lo obligó a dar este indulto?
Me parece que este indulto fue, en buena medida, el fruto del empeño incansable de Alberto, su familia y de todas las personas que actuaron. Sólo en los dos últimos meses, AI recogió más de 30 mil firmas de apoyo a Patishtán, así que creo que esa gran movilización pública ha sido el elemento fundamental que llevó a esta decisión.
Por otra parte, tras esta decisión el gobierno federal tiene la posibilidad de dejar esto simplemente como una decisión puntual, o de seguir avanzando en la misma línea de garantizar una reforma del sistema de procuración de justicia. Son muchos los casos que AI ha acompañado en los últimos años y muchos más los que han tenido el apoyo de otras organizaciones. Muchas personas inocentes han sido encarceladas, en ocasiones como medida de represión por su activismo social, o por su acción en defensa de los derechos humanos, y hasta como chivos expiatorios para intentar tapar la inoperancia de las autoridades frente a la violencia. En México se siguen fabricando culpables y eso está asociado, por ejemplo, al gran aumento de la tortura.
En el sexenio de Vicente Fox, hubo indultos a zapatistas y a militares, aunque un soldado lo rechazó porque sostuvo que aceptarlo era reconocer su culpabilidad. Sin embargo a Fox lo criticaron los organismos de derechos humanos, aduciendo que sus indultos eran medidas mediáticas. ¿Ha cambiado esa visión?
Hay una cosa que cambia y es, en este caso, la reforma que introdujo el Poder Legislativo, la cual faculta al presidente a dar estos indultos en los casos de graves violaciones a los derechos humanos. De manera que cuando el presidente firmó el de Patishtán, reconoció, a la vez, que se violaron sus derechos. Eso es importante porque ni Alberto, ni su familia, ni ninguna de las organizaciones que lo apoyaron pidieron el indulto. Lo que pedimos fue justicia y, cuando se nos negó, demandamos su liberación. Ha sido el Estado mexicano el que ha buscado la vía. Por ahora es muy temprano para decir cuál va a ser la valoración real y profunda de esta decisión del presidente de la república, porque, al final, va a depender de lo que suceda en los próximos meses. Si más adelante seguimos viendo casos de personas injustamente encarceladas, a un Poder Judicial reticente a resolverlo, y un Poder Ejecutivo incapaz de implementar las reformas necesarias para que eso no suceda, entonces habremos estado ante un hecho puntual, pero no ante uno de los grandes cambios que necesita México.
Tumor cerebral
¿Cómo está la salud de Patishtán?
El profesor Patishtán tiene un tumor cerebral. Ya fue operado, pero le ha reaparecido. Está perdiendo la vista y, aunque ahora está recibiendo tratamiento, se procederá a una evaluación en los próximos meses para determinar cómo sigue.
¿Influyó esto para el indulto?
No. Existen otras figuras, como la liberación por motivos humanitarios, que no se aplicó en este caso, y que, sin embargo, en otros sí ha procedido frente a situaciones de deterioro de la salud. Aún se desconoce qué es lo que le ocasionó el cáncer al profesor, pero es cierto que, estando en prisión, fue cuando empezaron sus problemas. El señor Patishtán fue mal diagnosticado y, por tanto, su tratamiento no llegó a tiempo al primer momento. Eso es preocupante, sobre todo porque es la situación que viven miles de personas en reclusorios de todo México, entre ellas muchas que ni siquiera han recibido una condena.
No obstante, la liberación del profesor Patishtán ha sido un triunfo, fundamentalmente, de la movilización social. Al final, México probablemente va cambiar en los próximos años, pero el cómo cambie y hacia dónde, va a depender de cuánto nos impliquemos y participemos. El caso de Patishtán demuestra que la acción sirve para transformar la realidad.


