Hugo Rius 

Un encuentro entre la primera ministra de Tailandia, Yingluck Shinawatra, y el principal organizador de las protestas opositoras, alentó las demandas en medios sociales de cesar la violencia que sacudió a esta capital en días pasados.

Con la presencia y bajo los auspicios de los comandantes en jefe de las fuerzas naval y área, la gobernante se reunió con el ex diputado del Partido Democrático, Suthep Thaugsuban, la cabeza visible de las ocupaciones de oficinas públicas.

Salvo declaraciones de este último reiterando el criterio de que las autoridades del país perdieron legitimidad, nada ha trascendido hasta ahora de los resultados de las conversaciones, efectuadas en un lugar sin identificar, dada las condiciones de inseguridad prevaleciente.

Al menos Suthep dijo que sólo aceptó acudir a la cita, debido a la intervención del ejército, lo que parece confirmar el desempeño de un papel mediador en la crisis, que antes patentizó el general Prayuth Chan-ocha, al instar a la reconciliación y a la policía a abstenerse de usar gases lacrimógenos contra manifestantes.

En medios sociales de comunicación se registra una avalancha de mensajes, ya sean en textos e imágenes gráficas llamando a la calma y a restaurar la paz, después de jornadas de enfrentamientos que dejaron un saldo de cinco muertes y unos 50 heridos.

El diario The Nation criticó editorialmente que las partes en conflicto político están permitiendo que Tailandia se deslice cada vez más en una tormenta sin ningún obvio intento de ponerle fin.

Calificó de insensato y deplorable la exigencia de los líderes de la protestas de controlar canales de televisión, la más reciente de las ocupaciones de instalaciones públicas, que suman 10 de las 13 que se propuso invadir el partido opositor.

Hasta ahora no han podido conseguirlo en la Casa Ejecutiva, los cuarteles generales de la policía nacional y su Buró Metropolitano.

El viceprimer ministro Pracha Promnok aseguró a los medios que el gobierno mantiene el control de la situación, está dispuesto a escuchar a todas las partes y calificó de crimen que merece castigo las movilizaciones desatadas por Suthep.

La influyente publicación sostiene que existe un estrecho margen de evitar más derramamiento de sangre, si las protestas dejan de traspasar sus límites legales y el gobierno de Yingluck considera seriamente las soluciones propuestas por círculos empresariales y académicos de renunciar o disolver la Cámara de Representantes.