Legaliza producción, venta y consumo de la marihuana

Bernardo  González Solano

El Senado de la República Oriental del Uruguay aprobó, en la noche del martes 10 de diciembre de 2013, por una votación de 16 votos a favor y 13 en contra (dos abstenciones) que su pequeño país —que algunos llaman la Suiza de América— sea la primera nación del mundo en regular la producción, venta y consumo de la marihuana o cannabis.

La decisión uruguaya —que ya pasó a la historia—provocó, inmediatamente, reacciones encontradas dentro y fuera de sus fronteras, desde quienes piden que los senadores sean “galardonados con el Premio Nobel de La Paz”, hasta los que afirman que esa aprobación viola la Convención Unica de Estupefacientes de 1961, de la que el pequeño país suramericano forma parte.

Reacciones

Mientras las aguas se aclaran y se calman, dijo el periodista Simon Jenkins, del periódico británico The Guardian: “La guerra contra las drogas es la única que hoy importa. Uruguay pone a las Naciones Unidas y a Estados Unidos en vergüenza”.

El hecho es que, de acuerdo a la declaración de Julio Calzada, secretario general de la Junta Nacional de Drogas de Uruguay, “durante 50 años hemos tratado de abordar el problema de las drogas con una sola herramienta —penalización—, y eso ha fallado. Como resultado, ahora tenemos más consumidores, las organizaciones criminales más grandes, daños, lavado de dinero, tráfico de armas y colaterales”.

Y Jenkins, en su columna periodística critica las posturas de la Gran Bretaña y de la ONU, al tiempo que plantea: “El camino para salir de esta obscuridad está siendo trazado no en el viejo mundo sino en el nuevo mundo, cuyos heroicos legisladores merecen ser galardonados con un premio Nobel de la Paz. Son ellos los que han asumido el reto de la lucha contra la guerra mundial que realmente importa, la guerra contra las drogas… es significativo que los países más valientes también son los más pequeños. Gracias a Dios por los pequeños Estados”.

A su vez, Raymond Yans, presidente de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, con sede en Viena, dijo que la nueva legislación uruguaya  infringe la Convención Unica de Estupefacientes de 1961 que exige a los Estados miembros limitar el uso de la marihuana o cannabis para propósitos médicos y científicos.

Asimismo, Yans se sorprendió —en un comunicado— que los legisladores y el gobierno del Uruguay “decidieran violar a sabiendas las disposiciones legales universitarias acordadas e internacionalmente respaldadas del tratado”.

Por su parte, David Dadge, portavoz de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, afirmó: “Es desafortunado que en momentos en que el mundo está inmerso en una continua discusión sobre el problema mundial de las drogas, Uruguay actúe antes de la sesión especial de la Asamblea General de la ONU prevista para el año 2016”.

Costos de la penalización

Por ejemplo, según datos no oficiales, se estima que los cárteles de la droga en México son responsables del 70% de la cocaína que entra en territorio estadounidense. Además, informaciones periodísticas de varios medios nacionales señalan que solo durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) el combate de las fuerzas armadas mexicanas arrojó un saldo de más de 60 mil muertos.

En otros países iberoamericanos, el precio por enfrentar el narcotráfico ha sido muy alto. De acuerdo a informes de la Policía de Colombia, por ejemplo, desde la muerte de Pablo Emilio Escobar Gaviria se han capturado 866 mil personas dedicadas al narcotráfico, se han dado mil 743 extradiciones y se redujo 70% los cultivos de hoja de coca.

El costo económico para Colombia entre 1995 y 2012 ha sido de 10 mil millones de dólares y la guerra le ha costado la vida a mil 785 policías y a 10 mil civiles, la mitad de ellas atribuidas a Escobar.

Las razones de Uruguay

En su exposición de motivo del proyecto de ley para establecer un marco normativo que permita regular el mercado del cannabis, enviado el 8 de agosto de 2012 por la Presidencia de la República del Uruguay a la Asamblea General se explica: “Hace un año, en junio de 2011, la Comisión Global de Política de Drogas entregaba un muy importante informe en cuya introducción se dice: «La guerra mundial a las drogas ha fracasado. Cuando la Convención Unica de Estupefacientes de Naciones Unidas nació hace 50 años, y cuando el presidente Nixon lanzara la guerra de las drogas del gobierno norteamericano… los políticos creían que las acciones severas para el cumplimiento de la ley contra los que estaban involucrados en la producción de drogas, su distribución y su uso, conducirían a una constante disminución del mercado de drogas controladas como la heroína, la cocaína, el cannabis y el eventual logro de un mundo sin drogas…» En la práctica, la escala global de los mercados de drogas ilegales —ampliamente controlados por el crimen organizado—ha crecido de modo espectacular en este periodo. Mientras que no están disponibles estimaciones exactas del consumo global en el periodo completo de 50 años, un análisis de los últimos 10 años muestra un extenso y creciente mercado… Estimaciones de Naciones Unidas indican que el consumo anual de opiáceos entre 1998 y 2008 aumentó 34.5% (de 12.9 a 17.35 millones de consumidores)…”.

Y, como uno de los objetivos centrales del proyecto de ley, expone: “Desarrollar un combate frontal al narcotráfico arrebatándole un negocio que según estimaciones primarias se encuentra entre los 30 y 40 millones de dólares anuales (en Uruguay, que apenas cuenta con poco más de 3.5 millones de habitantes) y que implica una potencial fuente de corrupción y violencia para el conjunto de la sociedad”.

La voz de Mujica

Al término de la sesión senatorial, un periodista preguntó al presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, de 78 años de edad, que si consideraba que Uruguay estaba preparado para esta ley, y la respuesta fue: “Totalmente preparados no estamos, pero es como todo. Tú aprendiste a ser periodista cuando te dieron la oportunidad. Si no te la hubieran dado nunca hubieras sido periodista”.

Al argumentar los beneficios de la nueva ley, el septuagenario presidente uruguayo —antiguo guerrillero que coincidentemente supera por algunos meses la edad del papa Francisco, el pontífice que busca reformar la corrupta jerarquía vaticana, lo que marca una pauta en estos dos “ancianos” de avanzada— explicó:

“Yo espero que (los otros países, no solo los hispanoamericanos) nos den una mano y que aprendamos entre todos” (en la comunidad internacional); que nos permita adoptar un experimento sociopolítico frente a un problema tan grave como es el narcotráfico”.

La voz de Mujica no es la única. Con mayor frecuencia surgen más personajes latinoamericanos a favor de la legalización de la “verde”, como popularmente se le llama en México, aunque la suya sea de las pocas que lo ha hecho desde el poder. Varios han esperado terminar sus cargos públicos como el parlanchín Vicente Fox Quesada y el taimado Ernesto Zedillo Ponce de León o el brasileño Fernando Henrique Cardoso y el chileno Ricardo Lagos.

“El único en ejercicio que lo ha planteado sabiendo los riesgos políticos que eso implica ha sido el presidente Mujica”, dijo Julio Calzada, dirigente de la Junta Nacional de Drogas de Uruguay.

Respecto a México, el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, puso en claro que “el enfoque no puede ser unilateral”, y pidió que la política antidrogas sea consensuada en la zona. Y, en Paraguay, el presidente Horacio Cartes resumió la iniciativa uruguaya como “una utopía.. la situación del tráfico de drogas no va a cambiar con la legalización de una droga”. Por cierto, Paraguay es el mayor productor de cannabis en la región suramericana.

En fin, Mujica no dejó pasar sin contestación las palabras del funcionario belga Raymond Yans, titular de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, que acusó de “pirata” la decisión uruguaya por legalizar la marihuana.

Sin ocultar su enojo, el antiguo guerrillero disparó: “Es un viejo careta (hipócrita, que miente) y no le voy a hablar en lenguaje diplomático. Bien terraja (vulgar) lo voy a tratar porque intelectualmente una afirmación de ese tipo merece ese calificativo… Qué me vienen a hablar ahora de legalidad”.

Con esta medida, Uruguay ya pasó a la historia.