La gran diferencia entre un gato y un mentiroso
es que el gato tiene apenas nueve vidas.
Mark Twain
Michoacán
José Fonseca
Durante muchos meses la opinión ilustrada y la opinión publicada le han exigido al gobierno federal resolver el grave problema de seguridad que aflige a Michoacán.
En la entidad michoacana se vive el resultado de una acumulación de omisiones de los sucesivos gobiernos. Se dejaron vacíos de poder que poco a poco han llegado las bandas criminales, hasta que en una amplia región de Michoacán han llegado a suplantar al Estado.
Poco a poco las bandas criminales dedicadas al tráfico de cocaína y marihuana y a la fabricación de drogas sintéticas empezaron a disputarse el control de las rutas, particularmente el control del puerto de Lázaro Cárdenas.
La banda de La Familia se escindió y se convirtió en Los Templarios, dedicados a combatir a sus competidores, Los Zetas. Inicialmente contaron Los Templarios con respaldo social, pues Los Zetas habían empezado a tejer una perversa red de extorsiones, venta de protección y cobro de derecho de piso.
Derrotados Los Zetas, Los Templarios vieron que el negocio era más que bueno y simplemente utilizaron las redes ya existentes para iniciar sus propias extorsiones, venta de protección y cobro de derecho de piso. Y se diluyó buena parte del apoyo social que tenían.
Es entonces cuando surgen las autodefensas, surgidas para proteger lo que es el medio de subsistencia de la Tierra Caliente de Michoacán: la crianza de ganado y el cultivo de limones y aguacates para la exportación, amenazada por las extorsiones de Los Templarios.
En el tiempo que ocurrió lo anterior, los sucesivos gobiernos michoacanos optaron por ver hacia otro lado y, en algunos casos, los pecados de omisión se volvieron complicidad.
Al gobierno de Felipe Calderón le fue imposible deshacer las redes delincuenciales y de complicidad policiaca. Le heredó el problema al presidente Enrique Peña Nieto, quien ahora ha decidido combatir a fondo a la delincuencia y sus cómplices en Michoacán.
Tarea difícil, pues no sólo enfrenta a unas ensoberbecidas autodefensas, idealizadas en los medios, Ahora enfrenta también la impaciencia de los michoacanos y de un amplio sector de la opinión ilustrada.
Además, al iniciar su batalla contra el crimen en Michoacán, el gobierno peñista enfrenta un nuevo reto: la desinformación de las redes sociales, las cuales han sido aprovechadas al máximo por los intereses políticos y económicos y, claro, por las bandas delincuenciales.
La desinformación se combate con la verdad, dicen los clásicos de la comunicación. Cierto, pero la tarea de doblemente complicada cuando las mentiras difundidas en las redes sociales son repetidas por los medios tradicionales.
Ese es el formidable reto para el gobierno del presidente Peña Nieto: desbaratar las mentiras tejidas por sus adversarios, por las bandas delincuenciales y por tantos que, a veces con buena intención, suponen que las redes sociales difunden información. Todo aquel que eso crea, en el pecado llevará la penitencia.
jfonseca@cafepolitico.com
