Entrevista a Guillermo Ordorica/Cónsul de México en Boise

Antonio Cerda Ardura

El presidente Enrique Peña Nieto instruyó, el pasado 10 de enero, a los miembros del Servicio Diplomático a difundir la situación actual de México, de una nación en movimiento, que se está transformando mediante cambios que liberarán todo su potencial.

Durante la clausura de la XXV Reunión anual de Embajadores y Cónsules, efectuada en el Palacio Nacional, el mandatario indicó que más allá de estereotipos o generalidades, el mundo debe conocer el verdadero rostro del país, que se está construyendo como un estado de libertades y oportunidades de desarrollo

Dijo Peña Nieto que en 2013 su gobierno impulsó una agenda de reformas transformadoras con las cuales México cuenta con una base para alcanzar sus cinco grandes metas: ser un país en paz, incluyente, con educación de calidad, próspero y un actor con responsabilidad global.

En este sentido, Guillermo Ordorica Robles, cónsul de México en Boise, Idaho, Estados Unidos, indicó a Siempre! que México se ha librado de las ataduras que impedían su desarrollo y cuenta ahora con las condiciones necesarias para consolidarse como una potencia emergente, líder en América Latina.

Al referirse a las instrucciones del Presidente de la República, en entrevista con este semanario Ordorica señaló que podrían traducirse en la frase de que “algo grande está pasando en México”.

El diplomático subrayó que México va para arriba y está en “un despegue irreversible”.

 

Actor global responsable

Durante los últimos años la imagen de México ante el mundo se mantuvo prácticamente en la lona, por lo que es muy interesante el llamado del presidente Peña Nieto para el rescate de esa imagen y de la efectividad de la diplomacia mexicana tradicional.

La Reunión de Embajadores y Cónsules se ha constituido, desde hace ya 25 años, en un espacio anual que, aprovechando las fiestas de fin de año, permite que los titulares de las misiones de México en el exterior y ante los organismo internacionales intercambiemos impresiones, durante una semana, con los principales interlocutores del gobierno, como los secretarios de Estado, representantes de instituciones académicas y universidades, algunos integrantes de la sociedad civil y empresarios. En el último día, nos reunimos con el Presidente de la República para conocer de primera mano cómo se halla el país, cuáles son las instrucciones sobre los diversos temas que ocupan la atención de la opinión pública nacional e internacional, y, por supuesto, para acordar qué podemos aportar los integrantes del cuerpo diplomático para que la política exterior, en efecto, sea la plataforma de lanzamiento de México al mundo y el instrumento fundamental que coadyuve al desarrollo de la nación. Las instrucciones del Presidente de la República, yo las  traduciría en una sola frase: “Algo grande está pasando en México”. Estoy plenamente convencido de ello.

A lo largo de su amplia carrera en el Servicio Diplomático, usted se ha referido a la responsabilidad mexicana en el mundo globalizado y a lo que ofrece el país en materias de cultura y turismo, lo que coincide con el llamado de Peña Nieto. ¿Cuáles son las principales puntas de lanza que pueden permitir a la nación salir y reconquistar su imagen?

Los diplomáticos de carrera somos un cuerpo al servicio del Estado, integrado por civiles y disciplinado frente a las instrucciones del Presidente de la República, y en este momento estamos trabajando de manera muy cercana para coadyuvar al esfuerzo gubernamental por un México próspero, incluyente, que viva en paz, en el que todos participemos, que genere educación para todos, y que asuma su responsabilidad global. ¿Esto qué significa? Que el país se conduzca como un actor global responsable; de manera consecuente con el derecho internacional; con las causas del desarrollo, que son fuerzas naturales para nosotros; con los objetivos de los derechos humanos y, por supuesto, con las motivaciones que tienen que ver con la reestructuración del sistema multilateral: Naciones Unidas, la OEA, y todos los foros internacionales que, a raíz de la caída del Muro de Berlín, han tenido que replantearse y actualizarse. Así que lo que estamos haciendo es trabajar para que México sea, efectivamente, un actor que proyecte su condición de potencia emergente, de actor responsable, de segunda economía latinoamericana, de cuarta economía en América y de catorceava economía en el mundo. No hay que olvidar que México tiene cotidianamente una relación de sociedad comercial extraordinaria con Estados Unidos y Canadá, que significa un millón de dólares de intercambio comercial por minuto y 500 mil millones de dólares al año. Además, es una nación cuya voz es respetada en el mundo por su congruencia y apego al derecho internacional y a  los temas de la paz. Este es el país que estamos proyectando los diplomáticos, tratando siempre de velar por sus intereses como nación y los de los mexicanos que viven en el exterior. Yo soy cónsul en una ciudad estadounidense cuya jurisdicción e influencia abarca dos estados (Idaho y Oregon) y porciones de otros dos, en la que existe una comunidad importante de connacionales que radican en la Unión Americana, a los que estamos defendiendo, procurando y empoderando para que se incorporen bien a esa sociedad, y en la que estamos identificando liderazgos inteligentes que coadyuven al esfuerzo nacional para el desarrollo. Pero más allá de la labor diplomática, llamémosla in extenso, que hace México en el mundo, en todos los continentes y ante los organismos internacionales, los cónsules tenemos, como labor prioritaria, la atención de nuestros connacionales en el exterior.

 

Libre de ataduras

Las reformas que en México recientemente se han aprobado, han tenido una recepción internacional muy notoria. ¿Cómo potencializará México los proyectos que están insertos en el Plan Nacional de Desarrollo y en la visión del Presidente?

Las recientes reformas están dando un mensaje muy claro al mundo: México se ha librado de las ataduras que impedían su desarrollo. Hoy tenemos las condiciones necesarias para potenciar lo que la naturaleza nos dio, por ejemplo en el caso energético, o en esa mano de obra tan rica que posee el país. México puede ser una potencia continental en el terreno de la industria aeroespacial, es el gran exportador de automóviles de América y uno de los principales exportadores de automóviles del mundo, y tiene potencial para seguir generando cadenas productivas y participando, de manera muy eficaz, en todas aquellas industrias donde hay manufactura de valor agregado.

Lo anterior es un parte muy importante, pero ¿cómo lo vamos a dar a conocer? Lo estamos haciendo a través de la diplomacia pública. Los consulados estamos informando a los gobernadores de los estados a los que estamos adscritos y a los empresarios que tienen capacidad para invertir en México, qué es lo que tenemos en el país; que hay condiciones seguras para la inversión, y que hay una economía atractiva y una tasa de inflación básicamente simbólica. Que en México, en suma, hay una proyección de estabilidad macroeconómica, que, sin duda alguna, le da un potencial muy grande para que la gente venga y encuentre un lugar atractivo y seguro en el cual invertir. También estamos trabajando con nuestros connacionales para que ellos mismos integren redes de talentos, por ejemplo, en las zonas consulares en los Estados Unidos, de tal forma que igual coadyuven a ese esfuerzo, regresando a sus comunidades lo que ellos seguramente recibieron de origen. Es decir: su talento como científicos, como intelectuales, como académicos, como trabajadores o como gente del campo. En una labor permanente de lo que llamamos la diplomacia pública, los diplomáticos de carrera estamos potenciando, por convicción y más allá del discurso oficialista, todos los esfuerzos y aquellas iniciativas que impulsen el desarrollo de México.

Hay un aspecto de la diplomacia mexicana muy poco conocido por la población, que es el trabajo de los cónsules. ¿Cómo están desarrollando su tarea ahora? ¿Cuál es su relación con nuestros connacionales en el exterior?

Cualquier consulado de México tiene tres funciones principales, en un plano horizontal, en el que ninguna es mejor que la otra. Una es la documentación de mexicanos, es decir: emiten pasaportes, matrículas consulares, cédulas de identidad, documentos notariales y llevan a cabo acciones de registro civil, como la expedición de actas de nacimiento. También casamos a la gente. El consulado ejerce no solamente la protección de los mexicanos que están pasando por procesos judiciales o legales, o que hayan violado alguna ley en el exterior, sino también la protección preventiva, educando a nuestros compatriotas, incluidos a los niños, sobre como interactuar de manera correcta. Esto es a través de campañas educativas en las que se ofrece, por ejemplo, información sobre cómo utilizar las redes bancarias, o de los riesgos de la violencia doméstica, para que no caigan en ella, y su denuncia. Esta es una relación cotidiana que tenemos a través de plazas comunitarias. Mantenemos, por mencionar solo algunos, programas de educación para adultos y de trabajo con menores de edad, los cuales son muy hermosos y nos llevan, de repente, a sostener jornadas sabatinas, tanto para expedir documentación, como para labores de protección. Igual llevamos a cabo jornadas móviles para que en lugar de que sea el consulado el que atraiga a la gente, sea el consulado el que salga y se acerque a la comunidad. En el caso del consulado que está a mi cargo, la diáspora mexicana está totalmente atomizada en una extensión territorial inmensa, que equivale a una tercera parte del territorio nacional. De manera que cuando me dicen que hay que acudir a cierta comunidad a atender a nuestros compatriotas, en ocasiones hay que recorrer mil millas en automóvil para encontrarlos. Pero esto no es solamente un compromiso emocional, sino también profesional y político de la Cancillería y de los cónsules de carrera, y, en general de todo el cuerpo diplomático mexicano en el exterior, para estar cerca de ellos. A final de cuentas es nuestra gente. En números redondos, el 10 por ciento de la población estadounidense, es decir 32 millones de personas, son de origen mexicano.

Una tercera parte fundamental de nuestra tarea es la promoción de México. Todos los embajadores y los cónsules del país somos promotores naturales del interés de México, velamos por ese interés y promovemos sus valores como nación independiente y soberana. Difundimos el valor de México como mercado de gran potencialidad, como un interlocutor confiable, como un destino turístico atractivo y seguro, y como una nación ahora ya libre de ataduras y de dogmas que se encamina a la globalización de manera responsable. Esta agenda la manejamos con integridad y con el mismo criterio y congruencia que le ha generado a la voz diplomática del país, a través de los años, un enorme prestigio.

Hablando de la importante presencia mexicana en los Estados Unidos, cuál es la visión y las previsiones de los consulados ante una eventual reforma migratoria en aquel país.

La reforma migratoria es un evento que compete a la estricta soberanía de los Estados Unidos y frente al cual nosotros no tenemos una opinión formal. Es un debate interno del Congreso y de los grupos sociales de Estados Unidos, respecto a qué conviene hacer frente a la migración, no nada más mexicana, sino como un fenómeno global que involucra muchas nacionalidades. La nacionalidad mexicana es una más, importante por supuesto, pero ante ese proceso nosotros somos instancias de simple observación, pero estamos atentos a su evolución. Aunque la reforma todavía no se ha dado, la discusión ha generado una gran expectativa en la comunidad mexicana, la cual podría ser víctima de personas que, abusando un poco de la vulnerabilidad en la que se encuentra, intenten ofrecerle servicios de regulación de estatus migratorios y venderle una serie de servicios.

Los que aquí llamamos “coyotes”.

Digamos que el “coyote” internacional siempre está en todos lados. Pero nosotros estamos ahí, para servir a los mexicanos y ofrecerles información verídica y adecuada para que sepan en qué instancia o momento deberán actuar, y para que no vayan más allá de la expectativa natural de que esto es un proceso interno y un asunto de orden político de los Estados Unidos que, hoy por hoy, todavía no tiene una respuesta o no se ha aprobado. Nosotros estamos para dar información, orientar y  evitar que los mexicanos sean víctimas de abusos y atropellos de gente que quiere medrar con su vulnerabilidad. Los consulados tienen todos los recursos para hablar personalmente con los mexicanos, o a través de medios y plataformas de teléfonos inteligentes, como MiConsulmex (http://consulmex.sre.gob.mx/boise/), que es muy interesante y a la que cualquier persona puede acceder y conocer los consulados, sus páginas electrónicas y qué tipo de información ofrecen justamente para protegerlos de quienes quieren abusar.

Franca recuperación

¿Cómo ha cambiado la visión desde el exterior hacia México?¿Qué visión se percibe sobre el gobierno de Peña Nieto?

México es un país en franca recuperación que se está beneficiando de su propia condición de potencia emergente. Es un país con una estabilidad económica envidiable, una democracia actuante y un crecimiento económico muy importante. Somos socios de Estados Unidos y de Canadá, interlocutores en la Alianza del Pacifico, tenemos una relación privilegiada con América Central y somos también socios del mundo a través de dos océanos. México es un país de oportunidades en todos los sentidos. Las acciones mismas del gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto acreditan no solamente esa estabilidad, sino también la decisión de seguir fortaleciendo a México para que pueda seguir siendo como siempre: una nación atractiva, que llama la atención por su cultura, su capacidad de interlocución, su congruencia en lo que dice y hace y sus principios. México se vende solo y el actual gobierno le está ayudando a venderse solo con todos los elementos que nos está dando, los cuales nos llenan de entusiasmo y nos indican que el país está listo para fortalecer su competitividad y su conectividad con América del Norte y otras economías emergentes, para consolidarse como una potencia líder en América Latina, no sólo en las partes económica y social, sino porque somos un interlocutor  diplomático muy confiable. Y le repito, tengo la convicción de que algo grande está pasando en México y me entusiasma que, por ejemplo, los gobernadores tanto de Idaho, como de Montana, estén muy interesados en conocer lo que está ocurriendo. En lo personal, me estoy acercando a los órganos legislativos de ambos estados, a la sociedad civil, etcétera, para que sepan que, más allá de la retórica, hay miles de elementos  para acreditar que México va para arriba y que está en un despegue irreversible.