Myanmar se presenta en este 2014 al frente del bloque de 10 naciones del Sudeste Asiático, inmerso en un proceso de reforma constitucional de antesala a elecciones generales democráticas, beneficiándose del levantamiento de sanciones internacionales que propician más cooperación e inversiones externas.
Son ostensibles señales de despegue después de décadas de continuas turbulencias políticas desde que surgió a la independencia en 1948 con el nombre de Birmania, con el que siempre se le conoció, dejando atrás una cruenta historia de guerras internas e invasiones europeas, de las cuales Reino Unido se impuso como poder colonial dominante.
A su efímero período de gobiernos civiles, le siguieron a partir de 1964 sucesivas juntas militares que enervaron las contradicciones del complejo mosaico nacional y social, entre la tradición y las aspiraciones de modernidad de clase media, el reclamo de minorías étnicas y movimientos insurgentes por reivindicaciones.
De este escenario de confrontaciones, ventiladas desde el poder mediante impopulares medidas represivas, emergió la figura de Aung San Suu Kyi, cuya Liga Nacional para la Democracia (LND) ganó las segundas elecciones convocadas en 1990 por la junta de turno que enseguida ignoró los resultados.
A partir de entonces Suu Kyi pasó 21 años entre cárceles y reclusiones domiciliarias que la colocaron en el foco mediático estadounidense y europeo, sin dejar de reflejar la abierta intención injerencista del gobierno de Washington y de otros estrechos aliados.
Galardonada con un Premio Nobel de la Paz, que catapultó su imagen, acaba de confirmar que se presentará como candidata presidencial en los proyectados comicios de 2015, el colofón de cambios introducidos desde 2010 que sacaron a la antigua Birmania de un virtual aislamiento.
En esa fecha las autoridades la liberaron y organizaron elecciones en las que la LND obtuvo escaños, aunque todavía bajo las condiciones de la constitución vigente, la cual garantiza un 25 por ciento de los puestos para los militares y la prohibición de concurrir a ex presos políticos y aspirantes con familiares de nacionalidad extranjera.
Esta última claúsula fue hecha a la medida de Suu Kyi cuyos dos hijos son británicos, pero el actual presidente birmano, Thein Sein, se manifestó por no imponer restricciones sobre el derecho de cualquier ciudadano de convertirse en líder del país.
Su Partido de la Unión Solidaria y Desarrollo, de dominante mayoría parlamentaria, propuso en un impulsado foro de reforma constitucional de amplia participación, modificar 73 estipulaciones y anular otras 21 de la Ley Fundamental promulgada en 2008 para crear condiciones más adecuada a la contienda por los votos.
A este propuesto paso se suman conversaciones entabladas con otras facciones opositoras y una reciente amnistía a presos políticos anunciada por Then Sein, que fue acogida con beneplácito por la Alta Comisionada de la ONU para los derechos humanos.
En el plano económico, los tres años transcurridos estuvieron marcados por un levantamiento parcial de sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y Europa, mientras Japón condonó casi cinco mil millones en deudas y promesas de más ayuda junto a una sustancial inyección de inversiones.
Tampoco quiere quedarse a la saga Francia, que se ha propuesto participar en esa puja de posicionamiento con 469 millones de dólares y cancelar deudas, según se desprendió de una visita de Then Sein a París, quien intensifica sus contactos directos en otras capitales europeas y asiáticas en busca de más reconocimiento y apoyo.
Hasta el presente China se afirma en el primer lugar de los capitales de origen, mientras se acrecientan los provenientes de Tailandia, Singapur, Reino Unido e India, y ganan terreno las iniciativas de Vietnam.
Casi todos se orientan principalmente a las potencialidades en petróleo, gas, generación eléctrica, minería, agricultura, hotelería y turismo, donde se registró una reactivación de visitantes estimados en cerca de dos millones.
Entre las más pobres del mundo, la economía de Myanmar descansa en la producción de arroz del que exportó tres millones de toneladas en 2013, con solo el 30 por ciento de sus casi 60 millones de habitantes con acceso a electricidad y una tasa de mortalidad infantil de 200 de cada 100 mil nacidos vivos.
En el nuevo contexto económico, el Fondo Monetario Internacional pronosticó un crecimiento del 6,75 por ciento en el año fiscal 2013-2014, pero el presidente birmano exhortó a impulsar la atracción de inversiones extranjeras y duplicar las producciones en diversos sectores para conseguir un resultado del ocho por ciento.
Al dirigirse a la Comisión gubernamental de Finanzas, hizo hincapié en la necesidad de tomar medidas contra la evasión de impuestos, además de elevar los salarios, las pensiones y otras prestaciones sociales.
Pero lo que parece vislumbrarse como prometedor despegue, puede empañarse en tres potenciales frentes: la tentación de la casta castrense de mantener sujetas las riendas del poder, la continuidad del conflicto kachin en región fronteriza con China y una falta de solución al enyerbado problema de la minoría musulmana Rohingya, en el norte.