Autodefensas en Michoacán
Vivir libres o morir
Moisés Castillo
Día 2
Apatzingán, Mich.- —A esos Templarios ya se los llevó la verga, el tiempo se acabó para esos culeros —escupe un joven autodefensa de Antúnez al salir de la opulenta casa Quinta Los Reinos, presunta propiedad de Luis Valencia Alzate, alias El Chuky.
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El miedo y el nerviosismo guían el comportamiento de la gente de Antúnez, comunidad que pertenece al municipio de Parácuaro y que está a 25 kilómetros de Apatzingán. Caras inexpresivas que contrastan con un sol cálido, a veces asfixiante. No es para menos. Los tiros sonaban por todas partes. La madrugada del 14 de enero, elementos del Ejército apretaron el gatillo contra personas de la comunidad que rechazaban el desarme de las autodefensas. Resultado final: tres muertos. Entre las víctimas estaba un niño de 11 años. En el cielo se asomó un agujero negro.
En la pared de una farmacia están recargados varios autodefensas con pistolas y “cuernos de chivo”. Se esconden del calor que quema. Vicente quiere hablar pero no puede, son tantas cosas que quiere decir que se le enreda la lengua. Mejor vamos con los compas de las barricadas, ellos sí pueden. En el trayecto confiesa que teme por su vida, su cuerpo se retuerce nada más de pensar si contraatacan los Caballeros Templarios que huyeron rumbo a la sierra. Enseña varias casas lujosas que abandonaron los mafiosos antes de que el ejército y los federales llegaran a patrullar la zona. Paisaje de contrastes: residencias con alberca y caballerizas en medio de tanta choza.
Tres autodefensas comen, es la hora del taco. Hay carne enchilada, tortillas, arroz, verduras y refrescos. Los demás están en espera de instrucciones para realizar redadas. En total son 26 hombres que buscan ahuyentar a los “gatos” de Nazario Moreno, alias El Chayo, y Servando Gómez, alias La Tuta. Deja termino y platicamos…
Daniel es agricultor, pero en realidad se dedica a todo. Trabaja a veces como albañil y cosecha limón. Apenas tiene unos días que apoya a las autodefensas a pesar de que su familia está en contra de que las 24 horas del día cargue una metralleta. “No quieren ver a papi muerto por ahí. Es algo que no quieren. Pero como dicen, ya estamos en el barco y a darle hasta la orilla”.
Le recomiendan sus compañeros ponerse un pasamontañas, pero prefiere unos lentes oscuros y una gorra roja. Quiere que sus hijos vivan en un Antúnez limpio de Templarios y que la extorsión sea desterrada para siempre. “Este es un pueblo próspero, pero estando libre. Con los Templarios nunca habrá desarrollo. Las personas que tienen dinero son las que nos dan empleo. Si los Templarios las extorsionan ¿quién nos dará de comer? Por eso estamos aquí”.
Sin embargo, el discurso de los Caballeros Templarios presume lo contrario. En videos que circulan por YouTube, La Tuta asegura que los Caballeros no son un cártel del narcotráfico, ni mucho menos una banda criminal. “Somos una hermandad”, resume categóricamente la voz pegajosa del exprofesor de primaria.
En el grupo que se separó de la Familia Michoacana está prohibido el robo, el secuestro, el asesinato, la violación de mujeres. Todo se justifica a la sombra de Dios, ideas cristianas aderezadas con el evangelio dan como resultado un fanatismo a los actos salvajes. Porque un narco debe ser valiente y ejercer la “justicia divina”, frase que se leía en las cartulinas dejadas a un lado de los cuerpos ejecutados. “El hombre valiente no rehúye a la batalla de la vida”.
Daniel tiene 56 años y no oculta el miedo a morir. Todo es por una buena causa. La gente, comerciantes, ganaderos, agricultores ya no aguantan tanta extorsión y sangre. Gracias a las autodefensas que surgieron en la Ruana y Tepalcatepec existe el deseo de “exterminar” por completo a los Templarios.
“Hace seis años vinieron federales y soldados y no hubo solución. El único cambio está en el pueblo. El pueblo ha tomado la iniciativa de atacar a los Templarios, se han ido replegando. Queremos que cada quien se vaya a su trabajo y a sus comunidades, queremos una vida normal”.
A unos cuantos metros de distancia se encuentra un hombre enjuto con un bigote a la Zapata. Porta dos rifles y ayuda a enderezar la charla. “Nosotros queremos un Michoacán libre de Templarios”. A Daniel le preocupa la falta de dinero, su familia tiene necesidades económicas y llevar un AK-47 entre sus manos no es nada productivo.
“La gente nos apoya con lo que tiene, con comida, agua y demás víveres. Hasta donde aguantemos estaremos aquí. Si el gobierno federal nos apoya esto se termina pronto. Hay lugares donde no podemos entrar a pie a pelear con ellos, porque están en zonas poco accesibles. Nos pueden emboscar”.
El grupo de autodefensas de Antúnez no confía en las autoridades tras la balacera donde murieron tres personas. Está dispuesto a entregar las armas siempre y cuando se garantice la seguridad de la población.
“Aquí defendemos al pueblo, y el pueblo nos defiende. Creo que no nos desarmaríamos. Mientras no agarren a las cabezas grandes, nosotros no vamos a entregar las armas”.
Confiesa que era muy difícil caminar por las calles y más cuando involuntariamente pasaba frente a las residencias de los lugartenientes de los Templarios. De inmediato, agachaba la cabeza y volteaba hacia otro lado para evitar problemas o malos entendidos. “Ahora nos toca dar la cara, hay que decir quiénes somos y en qué andamos”.
—Si estuviera aquí enfrente La Tuta, ¿qué le diría?
—¡Pum! Así nomás, un balazo.
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¿Qué se puede hacer con una incertidumbre que atormenta? Recuperar la cordura, imposible. La corrupción política y la extorsión de los Templarios pudrió a la sociedad. Así funciona la organización que encabeza Nazario Moreno y Servando Gómez: al puro estilo de la Camorra napolitana, con acciones que carcomen la estructura social-económica y política de una región, en este caso Michoacán. La gente paga cuota por todo, hasta por respirar. Cuidado si un padre de familia tiene hijas porque se las roban o las violan.
La ideología religiosa con escenografía de Pancho Villa, el Che Guevara, la bandera de México y San Nazario forman el producto perfecto para tratar de convencer que son un “mal necesario” y que su función es poner orden ante la presencia de Los Zetas. El Chayo o El Más Loco escribió sus textos de adoctrinamiento influenciado de un libro llamado Salvaje corazón: Descubramos el secreto del alma masculina, de John Eldredge. El evangélico estadounidense y conferencista asegura que Dios creó a los hombres violentos-aventureros y que las mujeres anhelan que se luche por ellas.
En otra base de las autodefensas de Antúnez se presentaron utensilios y documentos propiedad de los Caballeros Templarios. Ahí conozco a Juan Sin Miedo, un señor cincuentón que no deja de fumar. Llama a un par de sus muchachos y les dice “llévenlo al rancho para que vea la vida que se daban esos ojetes”. A escasos 200 metros está la entrada principal del rancho La ilusión, lugar de descanso y diversión de los mafiosos, presuntamente propiedad de Efraín Isaac Rosales, alias El Tucán.
No importa el despilfarro porque es dinero ajeno. Saben que todo se puede con el poder del plomo: está colgado en la fachada una licencia del municipio de Parácuaro que autoriza funcionar a ese lugar como salón de fiestas con venta de cerveza, vinos y licores… La vida es un after party.
—¿Qué sensación tuvo cuando vio esas casas ostentosas?
—Pues a mí me gustaría tenerlas, jeje. A quién no. Sabemos cómo eran, convivíamos de cierta manera con ellos, de aquí son los jefes. Nos invitaban a las fiestas. Muchas veces, por temor a alguna represalia, iba para que sintieran que estaba con ellos.
El buen gusto por la decoración y el arte no es una cualidad de los jefes Templarios, son buenos para vivir matando. Uno de los jóvenes dice enojado “los pinches caballos vivían mejor que nosotros, tenían hasta aire acondicionado”.
Juan Sin Miedo se pone una tela negra que le cubre la mitad del rostro moreno. Hace bromas y pide botellas de agua. Sus compas autodefensas lo miran con curiosidad a ver qué va a responder. “Ponte machín”, le gritó un chavo.
“Llegamos a este punto porque ya eran exagerados los atropellos de los Templarios. La policía no era policía, sino gente de los Caballeros. Cobraban por todo. Se metieron con los civiles y las personas que trabajan. Antes eran líos entre cárteles, pero se fueron al extremo y por eso se levantó el pueblo”.
Cuenta que la vida en Antúnez era una tragedia. Diario subían el precio de los productos básicos. La gente pagaba la tortilla muy cara y ellos sólo cobraban. Si los comerciantes no obedecían sus cabezas rodaban afuera de sus casas. Las protestas que se veían en las carreteras impidiendo el arribo de las autodefensas a los pueblos controlados por los Templarios eran financiadas o forzadas por ellos mismos.
Pero aún no has visto nada. Llévenlo a la casa de El Chuky (alias del capo Luis Valencia Alzate). La puerta de acero fue parcialmente dañada por los militares tras ingresar a la propiedad llamada Quinta Las Reinas. No podrían faltar las caballerizas confortables. Al fondo se encuentra un espacio techado para bailar y guardar los autos. A un costado, se levanta un lugar exclusivo de juegos para los niños, claro, con chapoteadero incluido. En la parte central está una cancha de voleibol de playa, arena suave, como talco. Lo demás ya no sorprende, salvo un cuadro kitsch de un caballo colgado en la habitación principal. El glamour no está presente. Todo se llevaron, escaparon. En la cocina veo un librito negro que dice con letras doradas Glenmorangie 18 years old, whisky escocés que tiene un valor de mil 500 pesos. Salgo por la puerta trasera y veo un tendedero con calzones y playeras de la casa vecina. Perra vida.
Qué te pareció, está mejor ¿no? Todas las propiedades que se adueñaron los Templarios se regresarán ante la presencia de los medios, para que haya transparencia. Algunos autodefensas señalan que las residencias suntuosas se venderán para que el dinero se use para la construcción de alguna escuela o clínica de salud.
—¿Por qué cree que algunas personas apoyan e ingresan a las filas de los Caballeros Templarios?
—Las tienen espantadas, amenazadas. Un muchacho de aquí tenía 180 chivos y se los robaron. Meten mano donde hay. La gente está esperando impaciente a las autodefensas para que tomen más pueblos y pongan orden. Se habla de que se los van a llevar forzados a pelear y lo están haciendo. Es difícil estar bajo amenaza.
—¿La lucha va para largo?
—El terreno es grande para cubrirlo, lo fuerte de ellos era esta área. Se espera que las autodefensas avancen más pronto, viene lo fuerte. En Apatzingán están los meros jefes. La guerra no es para que sólo nuestro pueblo esté limpio, sino todo el estado.
Juan Sin Miedo piensa que morir combatiendo a los Templarios es mejor que vivir amarrado. Advierte que el pueblo de Antúnez dejará las armas hasta que se agarre al último Caballero. Que se rindan.
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Nueva Italia fue tomado por las autodefensas el pasado 12 de enero. Ese pueblo era controlado por Enrique El Kike Plancarte Solís, uno de los líderes de los Caballeros Templarios. Aquí sí hubo resistencia de los narcos, horas de balazos y gritos desesperados. A pesar de la “legalización” de las autodefensas y la firma de ocho puntos para su “institucionalización”, los civiles armados entraron al municipio de Los Reyes y están por controlar Uruapan. Además surgió otro grupo en Yurécuaro, en los límites de Michoacán y Jalisco. Está claro que el desarme no será prioridad hasta que existan garantías mínimas de seguridad en las comunidades. Es decir, tienen que caer los fundadores de los Templarios.
Mientras se habla del riesgo de legalizar a las autodefensas, del estado de derecho, del rescate de lo público, de detenciones, del voto de confianza, de guerra civil, de geopolítica, de “normalización de lo normal” y otros términos académicos que usan los “opinadores” de la prensa para hablar de la realidad nacional, Mateo come cacahuates en la barricada donde finaliza el “ejido más grande de México”.
Está las 24 horas vigilando que los Templarios no regresen o intenten una emboscada. No tiene cabeza para nada, sólo espera cazarlos. Todos los momentos son difíciles, extraña a su familia.
“Aquí pasamos todo el día, desde que empezó esto no he visto a mi esposa ni a mis hijos, pa’ donde voy. Me acerco a mi casa y que tal si nos desarma el gobierno y para no arriesgarnos mejor nos quedamos”.
Mateo prefiere ser detenido a que le quiten su arma, así corre menos riesgo de que lo maten. Él es campesino y es normal que la gente de campo use rifles para cazar un tlacuache, tejón, conejo, venado para comer. No hay mayor explicación sobre el origen del armamento. Lo que sí sabe es que en Nueva Italia la gente se cansó de pagar cuotas a los Templarios.
“Nos estaban cobrando un peso por cada kilo de limón. Si el kilo estaba a siete pesos, al vendedor le quitaban un peso porque de ahí tenía que pagar su cuota. A los panaderos, a todo tipo de vendedores se les cobraba, farmacias, tiendas, abarrotes, a todos”.
—¿Qué le dice su familia?
—Qué quiere que me diga, que nos vayamos, pero no podemos. Tenemos que echarle ganas, ojalá se termine esto. No tenemos idea cuándo, para que le miento. Esperemos que sea pronto, aquí dormimos, comemos y nos bañamos en el canal.
—¿Existe un apoyo real de la gente?
—La gente nos apoya bastante, otra sigue con temor. Muchos estamos aquí también con algo de miedo, pero qué más podemos hacer, tenemos que luchar para que se termine la injusticia.
¿Qué se dice de los Caballeros Templarios?
Nueva Italia era de ellos al 100 por ciento. Dicen que están escondidos los grupillos en la sierra, que van a llegar, pero hasta hoy no se han arrimado gracias a Dios.
—¿Por qué cree que mucha gente los respalda?
—Pienso que es por la cuestión económica, ¿no? La falta de trabajo, pero quieren irse a la fácil, no quieren trabajar.
—¿Extraña su vida cotidiana?
—Trabajaba a gusto, conmigo afortunadamente no se metieron pero con personas cercanas, amigos, sí. Ellos cobran a las asociaciones de limones, a las empacadoras. Me dedico a sembrar maíz, a ordeñar mis dos vaquitas, a sembrar mis limones.
—¿Cree que funcione la nueva estrategia federal?
—Queremos paz y tranquilidad, vivir libres, sin temor y amenazas. Con el apoyo del gobierno y del pueblo estaremos mejor.