Ya no es la misma Carta Magna
La causa mayor de revoluciones es que mientras las
naciones avanzan al trote, las Constituciones van a pie.
Thomas Macaulay
Carlos Alberto Pérez Cuevas
Acabamos de celebrar el 97 aniversario de la promulgación de las reformas a la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857, que es en realidad como se llama el proceso que se vivió en 1917, ya que fue una etapa de reformas para adecuar la vieja constitución a aquellos tiempos posrevolucionarios y no la creación de una nueva Constitución para México.
Nuestro país nunca ha vivido tiempos de paz y estabilidad política permanente que le permitan sentar bases sólidas de crecimiento y desarrollo, siempre se ha encontrado inmerso en las luchas antagónicas por el poder. Aztecas contra tlaxcaltecas o purépechas; españoles contra naturales; criollos contra españoles; monarquistas contra independentistas; centralistas contra federalistas; liberales contra conservadores; derechas contra izquierdas o centro. Y este breve recuento sólo es una pincelada de lo álgido que han sido los periodos históricos en la vida política mexicana.
Ya en las postrimerías del siglo XIX encontramos los primeros antecedentes de nuestra Constitución, sin duda, la Bicentenaria Constitución de Cádiz de 1812 que tuvo vigencia en nuestro territorio, aunque por prurito purista algunos constitucionalistas e historiadores la omiten en la ramificación de nuestra vida constitucional, y de ahí para adelante proyectos diferentes y antagónicos dieron forma a nuestro régimen constitucional: el Acta Constitutiva y la Constitución Federal de 1824; las 7 Leyes Constitucionales de 1835; las Bases Orgánicas de la República Mexicana de 1843; el Acta Constitutiva y de Reformas de 1847, hasta llegar a la que hoy es vigente, la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857 y sus reformas de 1917.
Después de este recuento histórico, me pregunto si, con tantos vaivenes, hoy tenemos una constitución sólida, vigente y vigorosa, a la altura de los sistemas más democráticos del mundo, y la duda surge porque nuestra Constitución es la más reformada a nivel mundial, ha sufrido 598 reformas, tan sólo el año pasado los legisladores realizaron 46, sin duda ya no se trata de la misma Carta Magna, ésta ha sido deformada, desfigurada, en muchos casos, contrapunteada entre sus preceptos.
Recuerdo un verso de Pablo Neruda “Nosotros los de entonces ya no somos los mismos”. Y es que esta Constitución de 1857 y sus reformas de 1917 ya no es la misma, México ya no es el mismo, su sociedad ya no es la misma, muchas de sus instituciones ya no son las mismas, nuestras necesidades como nación ya no son las mismas. Por lo tanto es necesario abrir el debate para convocar a un constituyente que dé origen a una nueva Constitución, que garantice, como sustenta Sartori, un sistema democrático eficiente.
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