Abrir espacios políticos implica muchas veces cambiar sistemas, procesos o incluso, naciones. Una apuesta así siempre es un riesgo en ese aspecto, y el gobierno de Ucrania, lo ha considerado de esa manera al negarse a aceptar su integración a la Unión Europea, el bloque más grande del mundo.

La administración del presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, decidió hacer a un lado las negociaciones que durante años Kiev había iniciado para buscar la membresía eurocomunitaria, algo que para países ex aliados de Moscú como Polonia, Rumania, República Checa, República Eslovaca y las naciones bálticas ha sido como un respiro a largas décadas de políticas autoritarias que ocasionaron invasiones, guerras, divisionismos, conflictos regionales y situaciones globales tensas.  Es precisamente esa región occidental de Ucrania, la que ahora está en conflicto ante su defensa por integrarse a la región intereuropea.

Una mirada histórica

Durante siglos, Ucrania ha estado bajo la influencia de Rusia. De hecho, no es la primera vez en su historia que se ha independizado, una de ellas fue en el siglo X, quedando avasallada por la nobleza polaca en 1590, y otra en 1648, proceso que duró muy poco ya que en 1654, tuvieron que hacer una alianza con Moscú. Fue a partir de entonces cuando la influencia rusa se volvió cada más fuerte en el suelo ucraniano. En 1917, Kiev volvió a proclamarse independiente aprovechando el alboroto de la Revolución de Octubre, sólo para volver a ser sometida, esta vez por los alemanes, que la dividieron en una parte germana y otra controlada por los bolcheviques, quienes finalmente en 1920, la incorporaron a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En 1991, durante un golpe de estado contra el presidente ruso Mijail Gorbachov, Kiev vuelve a independizarse y a iniciar el proceso de integración eurocomunitaria.

Bajo la tutela soviética, Ucrania llegó a tener un presidente en Moscú, Leonid Brezhnev, quien gobernó de 1964 a 1982.  Por curioso que parezca, este gobernante fue el responsable de una política de intervención en países que buscaban cambiar pasar del capitalismo al socialismo; se le conoció como la Doctrina Brezhnev. Aunque no directamente, se podría decir que esa misma política es la que ha estado siendo aplicada por Rusia, desde la década de los noventa hasta la actualidad, sólo que basada en que Ucrania es un bastión estratégico para Moscú, por estar cercana a sus fronteras metropolitanas.

Posición de Moscú

 Si uno toma esta posición de Moscú, se podría entender el temor que tiene por permitir que la Unión Europea tenga a Ucrania dentro de sus esquemas de integración. Las partes occidental y norte del país, han estado en favor de tal movimiento, no así el centro y sur, que son más proclives a las decisiones rusas.  Moscú ha tenido importantes aliados políticos en Ucrania, al grado que muchas veces se ha hecho evidente que no existe una diferencia entre ambos pueblos.  Los dos hablan ruso, aunque su fonética es un poco diferente. Pueden ingresar a ambos territorios sin visados, mantienen acuerdos exclusivos en materia comercial y energética. Los migrantes ucranianos buscan más oportunidades en Rusia que en otro lugar, debido a que comparten las mismas fronteras. Tanto Moscú como Kiev forman parte de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), aunque este último sólo participa en las reuniones, ya que no ha querido adoptar la membresía del grupo.

La situación

El 21 de noviembre, el presidente Yanukovich rechazó seguir en el camino de la incorporación a la Unión Europea. Con ello, dio un duro golpe a los grupos y organizaciones democráticos que han intentado unirse al bloque occidental, en un intento por dejar atrás las tensiones y disputas con Moscú. Desde entonces, miles de jóvenes manifestantes han estado protestando contra las decisiones gubernamentales en la Plaza de la Independencia. La presión contra el gobierno ucraniano ha sido tan fuerte que impuso el estado de emergencia, lo que le dio motivos para controlar las manifestaciones masivas. La semana pasada se registraron situaciones de violencia que dejaron varios automóviles privados y autobuses de la policía incendiados. Las fuerzas de seguridad usaron gases lacrimógenos y dispararon balas de goma y chorros de agua contra los inconformes. Recientes enfrentamientos dejaron cientos de manifestantes y 170 policías heridos, al tiempo que las protestas siguieron extendiéndose hacia el oeste del país, donde se encuentran las facciones que apoyan la integración con la Unión Europea.  Moscú ha señalado que Ucrania está tomando una decisión muy a la ligera, ya que carece de un nivel económico competitivo y le ha sugerido que mejor busquen el acercamiento eurocomunitario mediante un bloque binacional que los coloque en una mejor posición ante la UE. Ante estos hechos, Bruselas decidió condicionar  negociaciones futuras a la suspensión total de las medidas contra los manifestantes.

Al cierre de nuestra edición, la oposición ucraniana había rechazado la oferta del presidente, Víktor Yanukóvich, de que asuma la jefatura del Gobierno para poner fin a la crisis provocada por las protestas antigubernamentales. Mientras tanto, el número de manifestantes muertos en los disturbios ocurridos en Kiev aumentaron a cuatro, tras fallecer un opositor de 45 años que resultó herido la semana pasada en enfrentamientos con la policía.