Entrevista a Miriam Grunstein/Profesora-investigadora del CIDE

Nora Rodríguez Aceves

Los grandes retos para la ley secundaria son la “institucionalidad, nueva gobernanza, transparencia, seguridad jurídica e inclusión social, y estoy pecando de superficial, pero si ya me lo preguntan a boca de jarro en una entrevista, ésos serían los puntos principales. Además, quiero hacer hincapié en que la magnitud de la promesa es directamente proporcional a la magnitud del reto, queda mucho por trabajar”.

La reforma constitucional en materia energética aprobada por el Congreso de la Unión en diciembre pasado “significa muchísimas cosas, cambiar de modelo económico en 180 grados, es un giro radical; pasar de una economía energética centralmente planificada a iniciar una economía de mercados energéticos, cosa que desconocemos, tenemos un poquito de mercado energético; en lo que es transporte, almacenamiento y distribución de gas natural, un mercado bastante imperfecto en la distribución de combustibles en el que participa la iniciativa privada, pero nunca hemos enfrentado las complejidades del mercado energético; esto llama a un replanteamiento total de la gobernanza del sector, cosa que representa tremendos retos”, señala Miriam Grunstein Dicker, profesora-investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE).

Reforma radicalmente aperturista

Hay que mencionar que este 1 de febrero comenzó ya el periodo ordinario de sesiones en el Congreso de la Unión y uno de los temas prioritarios en la agenda legislativa de los grupos parlamentarios es el de las leyes secundarias para el sector energético en donde, de acuerdo con la especialista en derecho energético, hay que tener mucho cuidado en puntos como la institucionalidad del sector: “¿qué hará la Secretaría de Energía?, ¿qué hará la Comisión Nacional de Hidrocarburos?, ¿qué hará la CRE? —Comisión Reguladora de Energía—, ¿qué hará la nueva Agencia Nacional para Protección del Medio Ambiente y Seguridad Industrial? Todo esto es sumamente delicado porque de la calidad de nuestras instituciones vendrá la calidad de nuestra reforma”.

“Una reforma energética radicalmente aperturista como la que estamos teniendo —por supuesto, veremos de qué manera se abre a partir de la legislación secundaria— no funcionará con un nivel bajo de institucionalidad. La institucionalidad es muy necesaria porque estamos hablando de inversiones de 35, 40 años; éste es un sector de mediano —en el mejor de los casos— o de muy largo plazo, entonces tenemos que tener mucha seguridad para el Estado de que recibirá la parte que le corresponde por sus recursos naturales, que esto brindará una expansión de nuestra capacidad industrial productiva, cosa que es elemental.”

“Debemos dejar de pensar como exportadores de un recurso natural, no se trata de agarrar el barrilito de petróleo y ponerlo en el mercado internacional sin valor agregado, debemos pensar en cómo el barril de petróleo debe adquirir el mayor valor dentro de territorio nacional para que seamos cada vez menores importadores de productos con valor agregado.”

Por lo tanto, “todo esto depende de la institucionalidad, el sector privado no vendrá a arreglar la institucionalidad, no puede venir a arreglar la insuficiencia ni en nuestras organizaciones ni en nuestras reglas, ésa es una mentira; el fortalecimiento institucional tiene que venir de nosotros, y que vendrá con el reforzamiento institucional, la transparencia, que haya reglas claras de transparencia, de combate a la corrupción, de competencia y también de inclusión social, además de la del robustecimiento institucional”.

De igual forma, “otro punto que es muy importante es el contrato social, no estoy hablando del contrato comercial que se celebra con las empresas sino qué tan eficazmente puede el gobierno comunicar, proyectar y hacer aceptable un cambio de esta índole a la sociedad civil”.

Especialista en materia de energía, regulación de servicios públicos, patrimonio público y proyectos de infraestructura, Grunstein Dicker explica a Siempre! que “ahora para hacerlo abaratable, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha insistido muchísimo en la reducción de precios y tarifas, y un mercado no garantiza una reducción de precios y tarifas, garantiza libertad de elección, garantiza, tal vez, mejor calidad, eficiencias, pero no reducción de precios y tarifas. Los precios y tarifas en una economía de mercado fluctúan conforme al mercado; ¿qué quiero decir?, si el barril de petróleo está alto, pagaremos precios de gasolina altos, no es que el gobierno por decreto pueda controlar los precios, eso no es mercado, eso es planificación central, que es lo que hemos tenido; si el precio del gas está muy bajo, y la mayor parte de la generación eléctrica se hace con gas, tendremos tarifa eléctrica baja, pero si el precio del gas aumenta como ha sucedido en las últimas semanas por la helada en Estados Unidos tendremos una tarifa eléctrica alta, entonces ya es hora de que nos vayamos acostumbrando a que estamos entrando en una lógica muy distinta a la del control de precios que hemos tenido ahora, y si los gasolinazo,s que han sido de centavos, de peso por litro, nos han dolido, podríamos experimentar un shock bastante mayor en unos años si hay refinadores que tiene que vender su refinado a precios de mercado que van a ser fluctuantes”.

Esto sería algo de lo que debería de incluirse en el marco jurídico para darle seguridad a los empresarios que quieran invertir en nuestras empresas; “por supuesto, a un empresario que venga a refinar y a vender en México no le puedes exigir que se someta a un sistema de control de precios gubernamentales, estos empresarios querrán recuperar su inversión más una renta sustanciosa, no le podrás decir: como estás en México y ya construiste una refinería y la estás operando, a cambio de mi generosidad te voy a controlar los precios; así no funciona y sería desastroso para la empresa. Esto requiere que adoptemos todos los mexicanos, no únicamente el gobierno sino los usuarios también, de los bienes y servicios energéticos una óptica radicalmente distinta”.

Gasto gubernamental dispendioso

A pregunta expresa de si Pemex podrá subsistir con todos estos riesgos, la investigadora del CIDE responde: “es importante discutirlo, como está Pemex hoy día, yo creo que en algunas áreas no soportará la competencia porque, por ejemplo, Pemex está muy acostumbrado a ser un ente asistencial en lo que es la refinación y la comercialización de petrolíferos. Pemex prácticamente nos ha regalado los combustibles porque somos un país con niveles de pobreza importantes y porque el gobierno ha sido el aliado también de la iniciativa privada, de la industria”.

Por lo tanto, como constante, es su apoyo no únicamente a la gente pobre sino también a la gente que más tiene, pues el quintín más alto de la población es el que realmente se beneficia del precio bajo de la gasolina, entonces Pemex, como ha sido un ente asistencial, no está acostumbrado a competir en materia de refinaciones, sus refinerías están caducas, están obsoletas, tendría que reconfigurar todas sus refinerías y tendría que permitírsele capitalizarse para poder competir en igualdad de condiciones que Valero o que Exxon, que Shell, que Petrobras, pero estoy hablando de una capitalización con capital privado donde haya accionistas privados que celosamente defiendan cada dólar que invierten”.

“El gobierno es muy proclive al dispendio; como no es su dinero, es el dinero de los mexicanos, es muy susceptible de hacer operaciones arriesgadas e ineficientes a fin de entronizarse políticamente, o sea Pemex en los últimos meses perforó un pozo de gas que le salió carísimo para pararse el cuello de que estaba perforando en aguas profundas, cosa que nunca hubiera hecho una empresa privada, entonces Pemex está muy acostumbrado a tirar el dinero, Pemex necesita un rigor totalmente distinto, Pemex necesita ser entrenado para que cuide cada centavo que se invierta en sus proyectos.”

Miriam Grunstein explica que aun cuando en los artículos transitorios de la reforma energética promulgada se mencionan los tipos de contrato que se permitirán con la apertura del sector, los legisladores tendrán que poner mucha atención ya que se “menciona la tipología de los contratos, pero ni los transitorios ni la ley secundaria todavía se pueden considerar letra pequeñita. ¿Qué quiere decir letra pequeñita?, disposiciones administrativas, contratos y anexos de los contratos, porque si tenemos una forma en la económica muy restrictiva para el Estado que lo priva del derecho de una compensación sustantiva por sus recursos naturales, podríamos tener un problema importante, y lo que pasará es que esos contratos no sobrevivirán su vigencia como sucedió en Venezuela, como sucedió en Ecuador, como sucedió en Bolivia”.

“Cuando un trato es demasiado dulce para una empresa, ese trato va a fenecer, un trato demasiado holgado para una empresa no es un trato necesariamente bueno, porque son tratos que serán cuestionados política y socialmente en un futuro, ésa es la experiencia internacional. Es muy curioso, porque los gobiernos repiten el mismo error, como quien engorda y enflaca, dice: ya me puse a dieta, ya no voy a volver a engordar, y de repente sube el precio del barril y los gobiernos se vuelven voraces, entonces la remuneración tan sustanciosa que le daban a la empresa al principio conforme a los términos del contrato se vuelve inaceptable, por eso hay que tener mucho cuidado de pactar condiciones equilibradas y flexibles para que se puedan adaptar en diversos escenarios en un lapso de 35, 40 años, es la magnitud del compromiso.”