La velocidad que ha tomado la crisis en Ucrania y la falta de una política independiente de la Unión Europea con respecto a Estados Unidos, coloca a ese estratégico país  al borde de la fractura. Alemania trata de encontrar con Rusia, una salida política, pero el escenario se complica y cualquier chispa puede incendiar la frágil estabilidad europea.

Ucrania se convirtió en Estado oficialmente independiente a finales del siglo pasado (1990), tras la caída de la Unión Soviética y al igual que las demás ex repúblicas soviéticas y la propia Rusia, adoptaron paulatinamente el sistema económico capitalista, convirtiéndose en sociedades subdesarrolladas.

Aunado a los problemas estructurales de una sociedad capitalista subdesarrollada, los componentes étnicos, religiosos, geográficos y sus recursos naturales y armamento, hacen de Ucrania un territorio de máxima codicia internacional.

Desde el 2004 con la llamada “Revolución Naranja”, Ucrania ha estado dividida esquemáticamente en dos posiciones, una abrazando la Europa Occidental y otra continuando su relación estrecha con Rusia. Aunque existan muchos matices en estas dos posiciones, es evidente que las grandes potencias (Estados Unidos, Europa y Rusia) están muy interesadas en controlar Ucrania.

Europa es un aliado casi incondicional de Estados Unidos, pero Rusia es ahora “socio” estadounidense y también de la Unión Europea. La última década, la hegemonía estadounidense ha decaído en varias partes del orbe y en cambio Rusia ha resucitado alcanzando protagonismo en los conflictos de Siria, en Irán y con el caso Edward Snowden, además de que sigue siendo la segunda potencia militar en el orbe.

En este contexto, la destitución de presidente ucraniano Viktor Yanukovich, a  manos de un conglomerado variopinto entre oposición política moderada, derecha y ultra derecha xenófoba, cuyos líderes son apoyados, en distintos matices por las potencias occidentales, abrieron un escenario explosivo que el presidente ruso Vladimir Putin, aprovechó para recobrar la estratégica “República de Crimea”, entidad con estatus especial en Ucrania.
Alemania, entendió bien la respuesta rusa a la crisis ucraniana, mientras Estados Unidos, amenazó nuevamente con “costos” contra Rusia por la intervención “militar”, la canciller Angela Merkel , propuso un “diálogo político” a través de un “Grupo de Contacto”, gesto que aceptó el mandatario ruso.

La situación económica mundial es frágil y Europa no está en condiciones económicas ni políticas para apoyar un Estado ucraniano como el que surgió después de la destitución de Yanukovich y Estados Unidos, no cuenta con la capacidad real para embarcarse en una desafío militar. ¿Guerra civil? Es un escenario posible, pero que no le conviene a ningún “socio”.
Alemania sabe que Ucrania comercia mayoritariamente (40 por ciento ) con Rusia y sus aliados, además de que provee el gas tanto a Ucrania como a los países europeos, mientras que la Comunidad Europea sólo está en condiciones de ofrecer un Acuerdo de Asociación y Libre Comercio.

En este contexto, la negociación entre potencias es la más adecuada y la canciller alemana ha tomado la iniciativa política, la pregunta es si Estados Unidos, aceptará este protagonismo. A ninguno de los “socios” les convienen un conflicto, pero un error o provocación, puede incendiar de nuevo a Europa.