Desde que murió el presidente venezolano Hugo Chávez (5 de marzo del 2013), se vislumbraba una etapa más difícil para el gobierno de ese país, la lucha de clases se intensificó y ahora con su sucesor Nicolás Maduro, el “chavismo” se encuentra acosado por la oligarquía venezolana que ha aprovechado los errores del régimen y capitalizado el apoyo de Estados Unidos y la derecha mediática internacional.
Las elecciones presidenciales que ganó Maduro en abril de 2013, reflejaron un país dividido, huérfano de su figura histórica y con el avance de la estrategia populista de la derecha que ahora utiliza un lenguaje “popular” para disfrazarse de izquierda “democrática”. La oposición de derecha salió a las calles cantando fraude y buscando revertir la derrota en las urnas, pero no lo consiguió.
En las elecciones municipales de diciembre pasado, la oposición consideró que estaba en mejor posición, pero nuevamente el voto de la población no le favoreció en las urnas. El chavismo se volvió a imponer en la mayoría de regiones convirtiéndose en un aval a la gestión de Maduro. Sin embargo, la derecha no disminuyó ni un ápice la presión sobre el gobierno, por el contrario, distintos eventos (estrategias) se han venido realizando en puntos muy focalizados de la geografía venezolana, sobre todo en aquellos donde gobierna la oposición.
Sabotajes al tendido eléctrico, acaparamiento de productos, protestas violentas, entre otros, eventos todos que han tendido un excelente réplica en los medios internacionales de derecha. Aunado a ello, están los propios errores del régimen que no ha sabido dar respuesta oportuna a legítimas demandas sociales.
Se ha ido configurando un escenario mediático de “insurrección” que busca derribar al régimen chavista, sin tener que llegar a las urnas nuevamente.
A pesar de los errores cometidos por el gobierno, la mayoría de la población beneficiada durante la última década por las políticas sociales chavistas, está dispuesta a defender los beneficios alcanzados y también sale a las calles, confrontándose con los sectores de derecha. Sin duda es un escenario explosivo que también se alimenta desde fuera.
El gobierno de Maduro, abrió una puerta al diálogo con la oposición, pero los más radicales la rechazaron a pesar de que las encuestas indican que más del 90 por ciento de la población está en contra de que continúen los enfrentamientos en las calles. La derecha venezolana es apoyada por el gobierno estadounidense. El Vicepresidente de ese país, Joseph Biden, dijo que la situación en Venezuela “es alarmante” y que le recuerda “épocas pasadas” cuando “caudillos gobernaban con la violencia y la represión”.
Estados Unidos sigue empeñado en recuperar Venezuela a su esfera y considera que es un buen momento para conseguirlo. No le importa no tener moral para criticar el respeto a los Derechos Humanos, cuando siempre ha apoyado a dictadores e intervenido a su antojo. Sólo que ahora ya no es lo mismo.