RETRATO HABLADO
En el criterio de Javier Rico Moreno
Roberto García Bonilla
El laberinto de la soledad (1950) es el ensayo más influyente sobre la reflexión del ser del mexicano; su antecedente reconocible es El perfil del hombre y la cultura en México (1934) de Samuel Ramos, quien se pregunta “¿por qué vive el mexicano?” Roger Bartra responde: “Puede vivir porque lleva una existencia irreflexiva y sin futuro —y añade—: lo peculiar de la situación mexicana es que se produce una curiosa disociación del prototipo proletario, con el objeto de fomentar el desarrollo de una identidad nacional. Después de la Revolución, a los nacionalistas mexicanos —huérfanos de tragedias burguesas autóctonas— sólo les quedan el campesinado y el proletariado como fuentes de inspiración”.
En opinión del autor de La jaula de la melancolía la aparición de una compleja y contradictoria imagen del mexicano se templó, sobre todo, “como un reflejo de la condición del proletariado urbano [el] prototipo de mexicano como ser sentimental y violento, pasional y agresivo, resentido y rencoroso […] el mexicano aparece además como un hombre que huye, que se fuga de la dolorosa realidad que le rodea”.
Bartra señala que así se explica la extensa historia picaresca; ya Agustín Yáñez distingue entre el pícaro y el pelado; el segundo carece de la agudeza del primero. El pelado tiene en el lenguaje un medio para defenderse y huir. Bartra realiza una analogía entre Charlot (Chaplin) y el pelado (Cantinflas).
Filosofía del mexicano
Octavio Paz al referirse al pachuco delinea rasgos de un ser que está en permanente movilidad y que no se asume, en rigor, ni mexicano ni estadounidense (no norteamericano, menos aún americano, que con mucha frecuencia se utilizan de manera equivocada como gentilicios nacidos en Estados Unidos). Su vestimenta estrafalaria lo distingue y su habla lo vuelven inasible, aunque finalmente se asimila al país poderoso al que quiere pertenecer —no necesariamente integrarse—, aunque, a bien, tampoco se asume como mexicano.
El laberinto de la soledad, como se sabe, pertenece a la corriente de la filosofía del mexicano —entre los que se cuentan el Análisis del mexicano (1952) de Emilio Uranga (1921-1988), dedicado, por cierto, a Paz, quien precisó: “El laberinto es un libro que no aspira sino a ser devorado por la realidad, siempre más poderosa que las ideas y las teorías”—.
Y en 1987 en la “Entrada” de El peregrino en su patria. Historia y política de México describió sus reflexiones escritas sobre México, concebidas no como un diario de los sucesos de una vida, “sino de las vicisitudes mentales y afectivas de la relación no siempre feliz de un escritor con su patria. ¿En busca de México o de mí mismo? Tal vez de un lugar de México: mi lugar. O del lugar en mí, de México”.
En otro momento le dijo a Claude Fell: “El laberinto de la soledad fue un ejercicio de la imaginación crítica: una visión y, simultáneamente, una revisión. Algo muy distinto a un ensayo sobre la filosofía de lo mexicano o a una búsqueda de nuestro pretendido ser. El mexicano no es una esencia sino una historia”.
Cinco círculos
Alberto Ruy Sánchez divide la obra de Paz en cinco círculos: el primero es de tierra y corresponde a las raíces creativas del escritor: el entorno familiar y la revelación como poeta (1914-1937); el segundo es de aire y es cuando el poeta viaja fuera de México, por Estados Unidos y en la Francia de la posguerra. Entonces se adentra con la poesía estadounidense y con el surrealismo en su culminación; también comprende su regreso a México y su participación en la revista Taller (1938-1940).
El tercer círculo, de fuego, comprende su siguiente salida del país: en 1943 habría recibido la beca Guggenheim e inició estudios en la Universidad de California en Berkeley. Dos años más tarde viaja a Francia como diplomático; ahí permanece hasta 1951.
El cuarto círculo, el del agua, abarca su regreso a México en 1970 a 1990, año en que recibe el Premio Nobel. El último es el periodo espiritual. “Es la búsqueda de su quintaesencia, de su coherencia dentro de la diversidad que la anima”. Son los años de Paz como editor en Plural (1971-1976), en Vuelta (1976-1998), y comprende de 1990 y 1998.
Javier Rico Moreno en La historia y el laberinto establece una relación entre historia (individual social), la visión del Paz sobre México en la que se bifurcan e imbrican ensayo y poesía.
En ese territorio sitúa el historiador El laberinto de la soledad; establece bifurcaciones entre filosofía, historia y literatura: ser, sociedad y contextualización se despliegan en la reflexión del autor de Libertad bajo palabra.
Sustrato historiográfico
En la segunda edición (1959), Paz amplía su perspectiva histórica inmediata al agregar “La intelligentsia mexicana”. Rico Moreno sostiene la afinidad permanente entre el poeta, ensayista y humanista. La recepción de El laberinto creció y alcanzó la reflexión y escritura de autores como María Zambrano, Italo Calvino y el hispanista húngaro Thomas Mermall.
Las argumentaciones de Paz se asientan en la mexicanidad, la modernidad, así como en los vínculos entre mito e historia; producción poética y producción ensayística. El laberinto, que tuvo una gestación de dos décadas; Rico Maldonado lo observa como una síntesis entre diversas tradiciones de pensamiento y literatura europeas; naturalmente se integra a la historiografía mexicana.
Reitera que alberga un sustrato historiográfico que descansa “en la restauración del vínculo de la poesía y la historia; [es] crítica historiográfica […] conciencia de la historicidad a través de la representación del pasado”. Rico entiende la historiografía no como historia de la historia sino como una crítica de la historia (de manera análoga, lo que es la crítica literaria a la creación literaria): “En este sentido, la literariedad de la obra literaria es a la literatura lo que la historiograficidad de un texto será a la historiografía”.
Y por ende, agrega, la historiografía es una construcción literaria (narración y relato). De ahí la necesidad de reconocerla como producto cultural. Además posee valores que simbolizan personajes, acontecimientos y periodos históricos; sendero, éste, en el que Rico sitúa poética, historia, así como “una estética del devenir” en El laberinto de la soledad.
Javier Rico Moreno, La historia y el laberinto. Hacia una estética del devenir en Octavio Paz, Bonilla Artigas editores-UNAM, México, 2013.
@garciabonilla