Desinfectando con el Sol

Arnaldo González Arias

La inventiva de cuatro estudiantes de ingeniería de la Universidad de Washington, C.J. Cheng, C. Matlack, P. Huang y J. Linnes, les valió para ganar un premio monetario en diciembre pasado, en un concurso organizado para beneficio de los menos favorecidos.

Convocado por la Fundación no gubernamental SODIS, con sede en Bolivia, el certamen buscaba cómo verificar en el terreno la efectividad del tratamiento solar para desinfectar el agua y hacerla apta para el consumo humano.

El número de muertes infantiles por desórdenes intestinales a causa del agua contaminada supera el millón y medio anual; la Fundación SODIS promueve desde hace años un método solar sencillo y barato para potabilizar el agua y reducir esa cifra.

En el concurso colaboraron y aportaron fondos otras tres organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro. Se evaluaron más de 70 propuestas antes de que el proyecto de los estudiantes se escogiera como ganador.

 

El método SODIS

SODIS, del inglés Solar Desinfection, propone una forma de salvar vidas infantiles casi sin costo alguno, que también puede ser útil en situaciones de desastre, cuando el agua potable escasea.

Una botella plástica transparente, de capacidad no mayor de tres litros, se llena de agua, se recuesta en una azotea o en cualquier otro sitio sobre una teja corrugada y se expone al sol durante al menos seis horas.

Las botellas con un ligero tono azulado también sirven para este fin. La radiación solar ultravioleta, más el calentamiento que se genera durante la exposición, aniquilan a la mayoría de los microorganismos contaminantes en el agua.

No es imprescindible una alta temperatura; el método funciona incluso cuando está nublado, pero necesita un tiempo de exposición mucho mayor, de dos días.  Se asegura que el proceso elimina más del 99.9 por ciento de las bacterias y los virus, resultado similar al que proporciona la cloración del agua.

La Fundación SODIS presenta en su sitio WEB un listado de unos 20 artículos científicos que dan fe de la eficacia del método. Según esos reportes, la luz solar elimina con efectividad bacterias, virus y la mayoría de los parásitos, mientras que el pesquisaje médico en el terreno muestra que las diarreas son mucho menos frecuentes entre la población que usa SODIS que en sitios vecinos, donde se ingiere el agua sin aplicar el tratamiento solar.     Algunas objeciones como, por ejemplo, que el polietileno de las botellas puede ser dañino a la salud, también han sido investigadas y halladas sin fundamento.

 

Verificando el proceso

No obstante sus ventajas manifiestas, y a pesar de los esfuerzos de las organizaciones humanitarias, la adopción del método solar de desinfección ha avanzado muy lentamente a escala global.

El grado de contaminación, la turbidez del agua y la intensidad promedio de la radiación pueden diferir de un lugar a otro, y lo usual es que no se pueda verificar de inmediato si el agua tratada está de veras apta para el consumo.

Esas razones llevaron a convocar el concurso, con vistas a encontrar un procedimiento adecuado para comprobar en cada sitio la eficacia de la desinfección.

Al acometer la tarea, los estudiantes intentaron en un inicio medir la calidad del agua usando una tira de prueba química, pero más tarde se decidieron por un sistema optoelectrónico que combina conocimientos de distintas especialidades ingenieras. La técnica adoptada finalmente emplea un sensor sensible a la luz para hacer el trabajo.

El equipo ideado posee los mismos componentes que se encuentran en una calculadora solar de las más económicas, pero acoplados y programados de forma diferente. Cuenta con un indicador que se mantiene encendido al inicio y comienza a parpadear cuando se inserta una botella.

El parpadeo cesa y el indicador se apaga cuando el agua ha alcanzado suficiente irradiación y se encuentra lista para el consumo. Al retirarse la botella, se regresa a la condición inicial.

Entre las características que influyeron en la decisión del jurado se encuentra que el equipo premiado toma en cuenta el material de la botella y la turbidez del agua. Además posee un diseño robusto, una larga vida y su costo es muy competitivo.

Las bases del concurso estipulaban diseños que costaran menos de 10 dólares; los estudiantes calcularon que el costo de las piezas utilizadas era de sólo 3.40 dólares a precios minoristas, valor que deberá reducirse a precios mayoristas.