Anécdota amorosa que vale la pena recordar
El Metro de la ciudad de México es mío,
me lo regaló mi marido, Alex Berger.
María Félix
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
Este 8 de abril, los mexicanos celebraremos el centenario del natalicio de María Félix, irrepetible ícono del cine nacional, cuya arrasadora personalidad cautivó a sus públicos y alimentó el imaginario colectivo de toda una época de esplendor de nuestra cinematografía.
Figura de enorme controversia, nadie pone en duda la capacidad de enamoramiento que el rostro y la figura de la sonorense ejercía sobre las cámaras y que el cine, en blanco y negro, supo enfatizar su belleza en los distintos personajes acuñados por esta mujer que construyó un mito, como diva y como antagonista del cliché de sumisión femenina ante la machista sociedad a la que supo enfrentar inteligentemente.
Los arrestos de la intérprete de María Ángela Valdivia en El peñón de las ánimas, película que la catapultó a la popularidad en 1942, distinguieron a la actriz a lo largo de una intensa vida profesional y personal, seguida por millares de fanáticos que se alegraban con sus éxitos y que supieron expresarle solidaridad en momentos críticos y hasta en su discreta muerte, ocurrida en el sigilo del sueño, justo el día que cumpliría 88 años.
Sus romances con el músico poeta Agustín Lara y con el charro cantor Jorge Negrete fueron vividos en México con pasión; y su matrimonio con el empresario francés Alex Berger propició que María Félix pudiera construir una sólida e inteligente relación cosmopolita, que le permitió desplegar sus dotes tanto en México como en Francia.
Por ello resultaría mezquino negarle a La Doña su intervención en el proceso de transformación urbana más importante de la ciudad de México en el siglo XX, ya que su participación en la construcción del Metro de la ciudad es innegable y se sustenta en anécdotas rescatadas por la propia actriz para sus entrevistas y para su biografía oficial.
Aún se recuerda el desplante de la diva a la invitación del regente Ernesto P. Uruchurtu para que el matrimonio Berger fijara definitivamente su residencia en la ciudad de México, a lo que María Félix respondió: “Señor regente, ésta es una bella capital de provincia a la que le falta el Metro para ser capital de un país cosmopolita”.
Años más tarde, María Félix confiesa que participaba activamente en las reuniones que celebraban su marido, el dueño de ICA, y el regente Alfonso Corona del Rosal, para la construcción del Metro de la ciudad; concluye la Doña generando un mito genial, al afirmar, en una entrevista de radio, que su marido “le había regalado el Metro, por farolona y por estar siempre preocupada por mejorar la ciudad”.
Los datos de archivo vinculan la participación del empresario Berger en el proceso detonador del Metro de la ciudad de México, y su amor por María Félix nos permite afirmar que ese desplante de la diva tiene su sustento; ello enriquece la historia del Sistema de Transporte Colectivo con una anécdota de amor que bien vale la pena recordar.