Tras poco más de cinco años, parece que la administración del presidente estadounidense, Barack Obama, emitirá una decisión sobre la conveniencia de construir la extensión XL del polémico oleoducto canadiense Keystone.

La conductora de unos mil 900 kilómetros atravesaría una zona ambientalmente sensible en las tierras aceiteras de Alberta, para mover cerca de un millón de barriles de petróleo al día hasta las refinerías de la costa de Estados Unidos en el golfo de México.

Los partidarios del proyecto dicen que estimularía la economía estadounidense y mejoraría la seguridad energética, haciendo hincapié en que un nuevo gasoducto es la manera más barata y segura de transportar crudo de arenas bituminosas de Canadá a refinerías de su vecino geográfico.

Sin embargo los ecologistas, quienes han realizado un sinnúmero de protestas incluidas encadenarse cerca de la Casa Blanca, argumentan que se pondría en peligro el suministro de agua en varios estados, se exacerbaría el cambio climático y se dispararía el peligro de fugas.

NBC News consultó con expertos de ambos lados del debate para ofrecer algunas posibles respuestas y sacó a flote criterios encontrados.

Los defensores del proyecto alegan que con el rápido crecimiento del “crudo por ferrocarril” han ocurrido una serie de descarrilamientos como el del pasado año en la ciudad de Lac Megantic, en Quebec, el cual dejó un saldo de unas 50 víctimas mortales.

Por lo tanto justifican que no hay nada mejor que “construir la tubería”, porque además el trasiego por la vía férrea es más caro y podría aumentar el costo final para los consumidores.

En cualquier caso, algunas empresas ya están avanzando con la expansión del transporte ferroviario, independientemente del destino final de la conductora.

Cerca de 16 diferentes proyectos de terminales de ferrocarril se han anunciado en Canadá y Estados Unidos,  cuyo potencial para transportar petróleo es alrededor de 1,5 veces más que el volumen proyectado de Keystone XL.

Durante un discurso el pasado año, Obama dijo que el aval del proyecto dependía de la seguridad de que “no exacerbe considerablemente el problema de la contaminación de carbono”.

Más, hay una esencia: Estados Unidos necesita el petróleo para impulsar su economía.

Algunas Claves

El hecho de que Estados Unidos consuma más hidrocarburo del que produce propulsa a la política exterior de Washington a buscar y controlar el petróleo de otras naciones.

Sin dudas, como sostienen algunos observadores, las consecuencias geopolíticas de este déficit del llamado oro negro ha lanzado a Estados Unidos contra Venezuela, Irán, Irak y Libia, y por supuesto, tiene una inapreciable fuente en la explotación del crudo en la provincia canadiense de Alberta.

De acuerdo con los análisis, la producción de petróleo ha estado por delante de la infraestructura y por los nuevos volúmenes tuvo que ser transportado a las refinerías en Estados Unidos a través de la red de carreteras y ferrocarriles.

Y fue entonces que el operador de canalización TransCanadá vio la oportunidad de facilitar esta infraestructura. Muchos creen que el Keystone aún no se ha materializado pero no es así.

El proyecto comenzó en febrero de 2005, con un primer tramo desde Hardisty, en Alberta, hasta la frontera estadounidense.

La obra obtuvo la aprobación en septiembre de 2007 y el gobierno de la Casa Blanca le concedió un permiso para que la tubería cruzara la frontera en marzo de 2008, o sea, la Fase 1 del oleoducto recorre miles de kilómetros desde Hardisty, en Canadá, hasta Patoka, en Illinois, y está en funcionamiento desde junio de 2010.