Carlos Olivares Baró
El académico (Catedrático de Estudios Hispánicos en la Universidad de Kentucky) originario de Santiago de Cuba, Enrico Mario Santí y la profesora (Departamento de Literatura Latinoamericana en Pomona College, California) nacida en Cojímar, La Habana, Nivia Montenegro acometieron la tarea de recopilar la prosa disgregada de Reinaldo Arenas (Holguín, Cuba, 1943-Nueva York, Estados Unidos, 1990). Resultado: un manual de más de cuatrocientos folios que agrupa prólogos, cuentos, escritos personales, reseñas, ensayos, plan de escritura (Otra vez el mar), testimonios, diatribas y cartas del autor de Antes que anochezca: sumario de algunos de sus más obstinados gestos literarios y políticos.
Trabajo de exploración cuidadosa entre los pergaminos de Reinaldo Arenas Papers, de Manuscripts Division, Department of Rare Books and Special Collections, Princeton University Library por parte de Montenegro y Santí: “Libro de arenas (Prosa dispersa, 1965-1990) recoge los escritos que quedaron rezagados a la muerte de Reinaldo Arenas en Nueva York en 1990 y que nunca antes se habían recopilado”, apuntan los estudiosos cubanos.
Estructurado en respectivos exordios (Por un libro de Arenas, Santí; El mundo alucinante de Reinaldo Arenas, Montenegro) y siete acápites: “Yo” (rondas autobiográficas), “Literatura” (cuentos, reseñas, ensayos…), “Otra vez el mar” (esquemas y diseños de la escritura de la novela Otra vez el mar), “Mariel” (papeles testimoniales de la generación del Mariel), “En Contra” (presencia del Reinaldo Arenas polemista), “Prólogos” (catálogo de introducciones a libros de jóvenes escritores cubanos del exilio), “Cartas” (Arenas en incansable labor de difusor de las infamias del régimen castrista), este compendio concluye con “Referencias Bibliográficas”, las cuales detallan el origen de cada uno de los contenidos.
Uno de los acápites más reveladores: “Yo”, que incluye una irónica “autocronología”, en la cual Arenas sintetiza su azarosa vida (sólo recogida en la edición de Otra vez el mar, Argos Vergara, 1984) y “Celestino y yo” —explicación del proceso escritural de Celestino antes del alba publicada en Cuba—, Revista Unión (julio/septiembre, 1967), imposible de consultar. Concluyente la aparición de “Los zapatos vacíos” —el relato oral que llamó la atención de Eliseo Diego en 1963— y del inédito “El llanto de la tojosa” el cual data, según el pie de página de los compiladores, de 1954 (Arenas tenía ¿once años?).
Muestrario de Cartas abiertas: significativos documentos (Un plebiscito a Fidel Castro [octubre, 1988], que fue respaldado por Jacques Derrida, Federico Fellini, Octavio Paz, Claude Simon, Cabrera Infante, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sabato y Susan Sontag, entre otros destacados intelectuales; carta a Joseph Papp en protesta por la exclusión de artistas de la comunidad cubano-americana del Festival Latino en Nueva York, agosto de 1984…), que ponen de manifiesto el activismo político del autor de El palacio de las blanquísimas mofetas en denuncia iracunda y frontal en contra del castrismo y sus cómplices en Estados Unidos y Europa.
Arenas en los espacios de la crítica literaria (“Literatura”) con varios textos canónicos: “El páramo en llamas”, “Cien años de soledad en la ciudad de los espejismos”, “La literatura cubana dentro y fuera de Cuba”, “Con los ojos abiertos” (uno de los más rigurosos análisis a la obra del cuentista Onelio Jorge Cardoso [1914-1986]: el autor de El caballo de coral siempre estuvo agradecido de esta reseña, publicada en La Gaceta de Cuba en marzo, 1970), “Benítez entra en juego” y “José Martí, intelectual del exilio”.
Apartado de ataques y escarnios sin tregua: “En contra”. Hay en esta sección una muestra de ludibrios, quizás, algunas veces, injustos (“Guillén el malo”) y, otras veces cargados de ecos y entresijos personales (“Miguel Barnet o las reglas del juego”). Objetivo y puntual “Elogio a Fidel Castro”; y avizorado el artículo “La Perestroika”. “¿Rehabilitación o castración?” (sobre la retorno del poeta Delfín Prats, amigo íntimo de Arenas) se convierte en un espléndido análisis de las hipócritas razones del régimen para “rehabilitar” a uno de los grandes poetas cubanos del siglo XX (Reinaldo conocía muy bien —fue testigo cercano— el affaire del poemario Lenguaje de mudos).
Inventario de textos pocos conocidos de un escritor polémico, carismático —responsable de algunos de los libros más inquietantes de las letras de la Isla (Celestino Antes del alba, El mundo alucinante, Arturo la estrella más brillante, El asalto, La vieja Rosa, Antes que anochezca, Adiós a Mamá…)— y retador, quien puso en juego la vida por el alcance de su libertad. Se edifica un puente con la aparición de estos trabajos de consulta obligada para comprender mejor el Caso Arenas y sus incidencias ineludibles en la crónica de la literatura cubana del siglo XX. Libro de Arenas, arrojo desbordado: Santí y Montenegro ponen a disposición de los lectores un ordenado prontuario que mucha falta hacía en los espacios de la historia de la literatura latinoamericana.
Localizamos por Internet al investigador cubano Tomás Fernández Robayna, conocedor de la obra del narrador de Holguín: su amigo íntimo durante muchos años. Improvisamos un diálogo por correo electrónico que ponemos a disposición de los lectores.
—¿Tiene conocimiento —le pregunto a Fernández Robayna— de la aparición de El libro de Arenas, en el que Enrico Mario Santí recopila la “Prosa dispersa” de tu amigo, el narrador Reinaldo Arenas?
—Sí, lo tengo. Un amigo me lo envío de México. Lo leí inmediatamente.
—¿Qué le parece el trabajo de investigación realizado?
—Se agradece, pero la investigación se redujo a visitar la Universidad de Princeton, hurgar en la papelería que el autor de Celestino antes del alba dejó allí bajo custodia y publicar algunos textos pocos divulgados u otros que nunca Reinaldo dio a conocer en vida.
—¿Y los prólogos de Nivia Montenegro y de Enrico Mario Santí, suerte de introducción a la lectura del libro, cómo los ve?
—No hay una sola propuesta que arroje nuevas luces al análisis de la obra de Arenas. Santí explica que visitó La Habana en 1979 y que los funcionarios de la Unión de Escritores de Cuba negaban la existencia de Arenas: me parece falso. No se podía desdeñar la presencia de un novelista premiado en el extranjero, con una obra traducida al inglés y al francés. Santí, en un afán por criticar al régimen cubano, miente. Los planteamientos de Montenegro parecen redactados por un estudiante: no hay rigor teórico, se repite lo mismo de siempre. Lo más importante quizá, sean los apuntes sobre el humor en la obra de Arenas, pero ya hace años el crítico cubano Roberto Valero lo dilucidó en El desamparado humor de Reinaldo Arenas (University of Miami, 1991).
—Se presenta el cuento “El llanto de la tojosa”, que según la fecha al calce, Arenas lo escribió en 1954 cuando tenía once años. ¿Conocía esa narración?
—No tenía noticias de ese texto, posiblemente hay un error en la fecha. Reinaldo a los once años estaba en Holguín. Hay un lenguaje en la narración que no corresponde a un muchacho campesino de once años sin referencias culturales. No cabe dudas que es de él, por el tema y cómo se aborda, pero estoy seguro que se escribió en otra fecha, me atrevo a decir que posiblemente, lo concibió en los años de la redacción del hermoso relato “Bestial entre las flores” (1966), incluido en el volumen Termina el desfile.
—¿Los jóvenes lectores cubanos conocen la obra de Arenas?
—No se conoce oficialmente, pero circulan sus libros de manera subterránea. Hay una cierta apertura a divulgar su obra. Yo publiqué Misa para un ángel, una suerte de oratorio dedicado a él, ninguna autoridad cultural puso reparo para editar mi libro y presentarlo en 2007 en la Feria Internacional del Libro de La Habana.


