Arbitrario arresto
El arbitrario arresto de Jorge Hank Rhon exhibe al calderonato con una elocuencia contundente. Alguien dijo a unos soldados que el ahora detenido tenía unas armas en su casa y con presteza inusitada ocuparon el domicilio los militares, portando uniformes de color verde unos, otros de beige y algunos simplemente en calzones de los llamados shorts.
De acuerdo con varias versiones periodísticas, la variopinta tropa recibió la denuncia y por considerar que había flagrancia (que el delito se estaba cometiendo en ese momento), procedió a violar el domicilio de la familia Hank Rhon, la que en ese momento dormía y por lo mismo no podía estar cometiendo delito alguno.
Se confiscaron —dicen los voceros gubernamentales— más de ochenta armas de fuego, lo que parece mucho, pero que no es tanto si se atiende a que el habitante del domicilio es cazador y a que por su prominente situación económica cuenta con un numeroso contingente de guardaespaldas, además de que dispone de los permisos respectivos.
Sin orden de juez se penetró en el domicilio de la familia Hank Rhon, se incautaron bienes, fue detenido el jefe de la casa y de inmediato trasladado a la ciudad de México. Muchas horas después, el señor Alejandro Poiré declaró que “un juez especializado (¿especializado en qué?) otorgó la orden de cateo a solicitud del Ministerio Público federal” (Excélsior, 7/VI/2011). Como es obvio, tal orden, recabada con mucho retraso, si es que se recabó, no justifica el abuso de autoridad.
Hay algo más grave en todo este asunto. El mismo Poiré Romero declaró al principal noticiero de Televisa que Felipe Calderón no estaba enterado de la operación en que fue detenido Jorge Hank: “Se enteró —dijo Poiré— como nos fuimos enterando todos, después de los resultados de los eventos”.
Por su parte, Francisco Blake, quien cobra como secretario de Gobernación, negó toda responsabilidad en el arresto.
De modo que el huésped de Los Pinos se entera de un asunto de tanta trascendencia para el Estado —la detención de un personaje tan prominente no es asunto de rutina— cuando todo está consumado. El responsable de la seguridad interior, el señor Blake, dice que nada tuvo qué ver y la impresión es que las autoridades no dan pie con bola: se pasan por el arco del triunfo los amparos otorgados a los Hank y proceden a realizar detenciones sin que al momento de escribir estas líneas, varios días después, se sepa cuáles son los delitos de que se acusa a los arrestados.
Y si eso le sucede a una familia tan poderosa, hay que imaginar lo que espera a los demás mexicanos.