“El sector energético, sobre todo el de hidrocarburos,

ha estado sujeto a un monopolio del Estado.”

Entrevista a Enrique Cárdenas/Director ejecutivo del CEEY

Nora Rodríguez Aceves

Un país como México, que es número 16 a nivel mundial, una economía que pretende crecer al cinco, seis por ciento, moderna, no puede hacerlo si tiene sectores clave como el energético y el de telecomunicaciones tan anquilosados y tan monopolizados. ¿Cómo le llegará el beneficio a la gente de a pie?, pues tomará bastante rato, aunque en el ámbito energético, “lo veo todavía mucho más a mediano plazo porque ahí sí claramente estamos sujetos a una industria de alto riesgo de maduración de inversiones mucho más largas, en términos de producción y en términos de distribución, de modo que no esperaría que tuviéramos cambios importantes en la parte de hidrocarburos muy pronto”, asegura Enrique Cárdenas Sánchez, director ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

En la parte de electricidad, “es factible que se tengan más pronto porque ahí ya llevamos más de 10 años recorridos de una cierta apertura al sector, en donde se abrió y se generó mucha pero mucha electricidad por el sector privado. No hay un problema de abasto, como se veía que habría, y en la medida en que efectivamente se logre lo que dice la reforma, de hacer más competitivo el sector, dar cancha para que pueda haber comercialización de electricidad entre privados y que no necesariamente tengas que pasar por la Comisión Federal de Electricidad, tienes que pasar en la distribución, no en otras partes del proceso; sí es probable que se tengan precios más económicos, más baratos”.

Nos esperan retos enormes

Sin embargo advierte: “se requiere muy buena regulación ahí y muy buena ejecución de la regulación, no solamente una buena ley sino, sobre todo, una buena manera de implementación; ahí es quizá más complejo que el energético; el de hidrocarburos es mucho más complejo en términos de la regulación. De ahí que los retos que nos esperan son enormes, habrá que estar monitoreando cómo le está haciendo la autoridad, el regulador, para ver que efectivamente los precios vayan bajando”.

Por eso, “un papel fundamental, también en ese caso, no es la pura reforma, sino lo que haga el agente regulador y aquí veo un talón de Aquiles que se puede resolver, aun cuando toma tiempo resolverlo. El sector energético, sobre todo el de hidrocarburos, ha estado sujeto a un monopolio del Estado, y hasta no hace mucho la parte eléctrica y telecomunicaciones, se tenía una alta concentración también en estos casos, pero sobre todo por parte del monopolio público el regulador no ha tenido chance de desarrollarse ¿a quién regula, si el que es regulado es un monopolio constitucional?, ¿para qué regula algo así? Algo semejante pasó con la banca cuando estuvo en manos del Estado, la Comisión Nacional Bancaria ¿a quién regulaba?, ¿a los bancos? Los bancos nunca iban a quebrar porque eran del Estado; ¿qué regulaba?, la gente más competente de la Comisión Nacional Bancaria salió de la Comisión, ya no era interesante. Acá no es que se hubieran ido, simplemente nunca han estado, no sé cuántos tengamos, me imagino que no pasarán de los dedos de estas dos manos el número de personas con experiencia, doctores en economía de la energía, no creo que tengamos más de 10, no tenemos la experiencia porque no ha sido necesario, porque ha sido un monopolio el que se ha tenido que regular, en ese sentido ahí hay un reto muy grande”.

Asimismo, “otro reto importante es —y que parece que está atendiendo bien la reforma— la parte de Pemex. Aparentemente lo que se hará con Petróleos Mexicanos es arroparlo, acompañarlo un rato, hacer que se adelgace, que sea más eficiente y todo a través de un proceso que puede durar ocho, 10 años, una empresa muy grande, y soltarlo al agua a que nade solito; creo que eso es lo que hay que hacer porque finalmente Pemex son fierros, si ustedes quieren, pero es de todos nosotros y lo que queremos es que esos fierros no se deprecien sino que adquieran valor y que produzcan; como están no producirán nada, más bien será al revés, entonces tiene que racionalizar la operación de Pemex para ir haciéndolo eficiente y luego soltarlo, parece que eso harán”.

El objetivo es bajar los precios

Eso está bien por Pemex, pero ¿qué pasa con los precios de venta de una empresa que no es muy rentable ni competitiva? pues no podrán bajar igual a menos de que subsidiemos, como que se encuentra, es decir, están encontrados, están como en contra posición, el objetivo de hacer de Pemex una empresa muy eficiente y el objetivo de bajar los precios para beneficio de los consumidores. ¿Se pueden hacer las dos cosas? Sí, aunque despacito porque, si se hace muy rápida la reducción de precios a Pemex le dejas de dar ingresos para poder sobrevivir, que a la mejor siendo ya muy efectiva, muy productiva pudiera sobrevivir a esos precios, pero como está, no; tienes que darle chance”.

Es, explica Enrique Cárdenas, “un equilibrio delicado, complicado y que tiene objetivos contrapuestos que el Estado, el gobierno, tendrá que resolver poco a poco, eso nada más para poner el ejemplo de que es normal que tome tiempo el proceso de estas cosas, no sólo porque son complejas sino porque tienen este tipo de contradicciones internas que no se pueden resolver de la noche a la mañana a menos que golpees una de las dos partes”.

Cabe señalar que desde el inicio, y desde mucho años antes, de la administración del presidente Enrique Peña Nieto, diciembre 2012, se habló y se planteó en diversos sectores de la sociedad, de organismos internacionales y nacionales, la necesidad de generar una serie de reformas estructurales de amplio calibre, de alto alcance. “Al país le urge construir un sistema fiscal ágil y robusto que proporcione una base financiera sólida para enfrentar las necesidades de gastos y los retos económicos y social, ayudando a reducir las desigualdades; un sistema educativo de vanguardia; un proceso presupuestario enfocado en resultados de largo plazo; un estado de derecho más eficaz y más justo; un mercado laboral más dinámico e incluyente; un conjunto de incentivos que promuevan la competencia; un sistema nacional de innovación abierto y eficaz; un plan energético con una visión de largo plazo, y un sistema de salud sostenible y de calidad. Éstos son algunos de los principales retos en los que se enfocará la nueva administración”, señala el documento: OCDE (2012), Getting It Right. Una agenda estratégica para las reformas en México, OECD Publishing.

La “madre de todas las reformas”, pendiente aún

En este sentido, en el Pacto por México, integrado por las tres principales fuerzas políticas del país, PRI, PAN y PRD, se suscribieron 95 compromisos que tenían que ver precisamente con estas reformas estructurales en materia de educación, de telecomunicaciones, fiscal, de política electoral y sobre todo energética, las cuales han pasado ya por la reforma constitucional, e incluso algunas ya tienen sus leyes secundarias, mientras que otras siguen pendientes en el Congreso de la Unión; la reforma político electoral, la de telecomunicaciones y la “madre de todas las reformas”, la energética.

Para contextualizar, Cárdenas Sánchez señala que en materia de desarrollo económico y crecimiento, en estos momentos, “México no tiene un crecimiento muy elevado que digamos en relación con lo que ha ocurrido en otros países, andamos por el promedio, el promedio no da para lo que necesita el país, esto es, que nuestro crecimiento está siendo incapaz de crear los empleos que requiere la fuerza laboral que entra cada año al mercado, y por lo tanto sí andamos bajos por lo menos unos dos o tres puntos porcentuales. En lugar de estar creciendo al cinco, al seis por ciento, estamos creciendo al tres por ciento, si bien nos va; el año pasado fue 1.1, este año sería de 3.5, ya le bajaron a tres, puede que sea 2.8, 2.9, entonces, en el mejor de los casos, seguiremos con un faltante importante de crecimiento”.

En este sentido, el doctor en Economía por la Universidad de Yale (en inglés, Yale University) en Estados Unidos, explica a Siempre!que “normalmente el crecimiento depende sobre todo del consumo y de la inversión; en este caso, el poder llegar a mejores tasas de crecimiento dependerá en buena medida de la inversión, por eso es que las reformas estructurales tenían que entrar en vigor cuanto antes, no que vaya a ocurrir de la noche a la mañana, tampoco; quizás empecemos a ver inversiones a los cuantos meses de que hayan entrado en vigor las reformas”.

Aunque, “sí es importante decir que se requiere mucha más inversión y que se requiere también al mismo tiempo apostar por un país realmente incluyente, que todos los mexicanos, sin importar su nivel de ingreso, tengan acceso a los servicios públicos elementales que tienen que ver con acceso efectivo a la salud, con una pensión mínimamente digna, además de servicios, de educación de buena calidad. Eso es lo que se requiere de inicio; obviamente, si hay desempleo, todavía es peor, menos podremos alcanzar esos niveles de crecimiento”.

2013, año de grandes reformas

En este punto, de las llamadas reformas estructurales o reformas constitucionales que los legisladores aprobaron el año pasado, Enrique Cárdenas expresa su opinión al respecto y sí considera que estos cambios, en términos globales, traerán al país y, en consecuencia, a la población este crecimiento y desarrollo económico tan anunciado por la administración peñista. “El 2013 será recordado como un año de grandes reformas en México, reformas constitucionales, para lo cual hubo necesidad de generar el Pacto por México porque de otra manera hubiera sido imposible, puesto que la mayoría de estas reformas ha requerido cambios en la Constitución; y, como sabemos, si no tienes una mayoría calificada no los puedes hacer. Dicho eso, hay reformas que serán más rápidas que otras y algunas de estas reformas todavía no están aterrizadas en las leyes reglamentarias y menos en los reglamentos particulares que emita tal o cual secretaría, y por lo tanto, todavía no están plenamente en vigor, es decir, el hecho que hayan pasado por la Constitución no significa que al día siguiente estén funcionando”.

Sin embargo, “sí están mandando una señal a los mercados, una señal diciendo: prepárate, parece que en México se abrirán grandes opciones de inversión; está listo a lo que ocurre, es un prepárate, es ponte listo, pero todavía no inviertas hasta no ver la letra chiquita, como dicen, de las reformas secundarias. Esperemos que, con esto —el Congreso promete que muy pronto tendremos la letra chiquita, las leyes reglamentarias— se tenga mayor certidumbre para brindar un mensaje mucho más claro y preciso a los inversionistas y empezar a caminar”.

No obstante, “es cierto que no es tan fácil, por ejemplo, “esa idea de que una nueva cadena nacional será una revolución a lo mejor es relativo. A lo que voy con eso es a poner un ejemplo de una serie de reformas que se han estado haciendo, algunas de las cuales, por un lado, tomarán tiempo en generar su impacto; vamos a suponer la energética, en donde tienen que establecerse mecanismos de regulación, por un lado, por parte de la autoridad. Por el otro lado, desarrollo de proyectos para inversión, imagínese nada más lo que tomará la elaboración de los primeros contratos que se hagan, su revisión y demás, serán varios meses y de aquí a que veamos llegar los primeros dineros, si no hay contrato no habrá ni un centavo, tomará todavía un tiempecito más”.

Hay que esperar, pero no demasiado

Por eso, “hay que ser pacientes en términos de que el impacto de las llamadas reformas estructurales será de inmediato; es muy complicado que pueda ser así, hay algunos casos en donde sí se verá más pronto, como la reforma educativa, se verán los primeros indicios de si el gobierno va en serio o no, y parece que sí, al ligar el pago de los maestros con su asistencia a clases, pero de ahí a que eso genere mejores alumnos, que puedan tener un mejor desempeño en un puesto de trabajo, ¿cuántos años pasarán? por lo menos cinco, 10, 15 años, tampoco hay que esperar demasiado, pero ¡qué bueno que ya se hicieron! y eso hay que decirlo ¡qué bueno que ya se hicieron! porque de otra manera habría que estar esperando más y más y más tiempo”.

En este sentido, para el especialista en historia económica de México; economía mexicana contemporánea; historia económica de América Latina; e historia económica de Estados Unidos, el caso de la reforma energética es un buen ejemplo, “en la época de Ernesto Zedillo se propuso una reforma energética menos grande que la que estamos viviendo ahorita, pero el PAN se opuso en ese tiempo, el expresidente Felipe Calderón curiosamente fue el que se opuso, y no se logró hacer esa transformación; ahora la tecnología nos está cambiando completamente las reglas del juego, y ahí nuevamente ¡qué bueno que se hace ahora!, lástima que no se hizo hace 10 años”.

El director ejecutivo del CEEY expresa su opinión sobre las leyes secundarias en materia energética que se discutirán en fechas próximas en el Senado de la República, pero específicamente en los puntos a tomar en cuenta para una mayor competitividad, productividad e inversión, para que los beneficios se puedan reflejar en el bolsillo, en la economía del ciudadano de a pie: “una cosa es la industria energética per se y otra cosa es qué hace el gobierno con los derechos que cobrará; son dos cosas distintas. Lo primero: un país como México que es número 16 a nivel mundial que pretende crecer más rápidamente no puede uno imaginar que tenga un sector energético tan anquilosado y tan monopolizado”.

Urge un cambio en el sector

“Eso de entrada te dice: o cambias eso o te olvidas de cualquier ilusión de crecer al 5%, es decir, una cosa es por el lado de la producción, del sector en sí, que tiene que ser mucho más competitivo, igual telecomunicaciones o en otros sectores, pero estos dos donde hay reformas particulares, que tienen que ser mucho más eficientes, donde las rentas que se han generado sean distribuidas hacia los consumidores a través de precios más bajos en telefonía, en Internet o bien en electricidad, etc., y eso no nada más para los consumidores también para las empresas de modo que tenga costos más bajos que los hagan más competitivos para generar mejores posibilidades de negocio a nivel mundial.”

De ahí que, “la reforma a la ley de competencia es también muy importante, y finalmente fue aprobada la reforma secundaria hace apenas unos días, y tenemos esperanzas de que eso pudiera tener un impacto más rápido, por la disuasión hoy, no sé si eliminación, pero al menos disuasión de ciertas prácticas monopólicas en sectores donde no son tan taquilleros mediáticamente, pero que están ahí, se me ocurre, por decir un caso, el combustible para los hospitales, el gas, el oxigeno, básicamente se ha manejado por dos compañías a nivel nacional y aparentemente están cobrando precios muy por encima del costo de producción”.

“Hay muchos sectores que, si no son monopolios completos, se acercan y ahí quizá se pueda ver, curiosamente, un impacto más próximo. La pregunta de: ¿cuándo empezarán a bajar los precios de la electricidad o de la gasolina? puede tomar más tiempo, pero a lo mejor los precios de productos de ciertos sectores que sí están muy monopolizados igual esos bajarán muchísimo más pronto, ahí podríamos esperar un resultado más próximo”.

Por eso, “es normal que nos tome tiempo a nosotros, a usted y a mí, de la calle, que veamos resultados muy concretos, no es por culpa de otra cosa sino porque así es, ojala que todos entendiéramos que eso pasará, que tomará tiempo, pero ¡qué bueno! que ya estemos haciendo los cambios porque hay que hacerlos, había que hacerlos y entre más pronto mejor”.