GARBANZOS DE A LIBRO

 

 

Juan Villoro

 

 

Marco Aurelio Carballo

“El humor es una manera de respirar”, declaró el escritor y periodista Juan Villoro (DF, 1956). “Es consustancial a la persona  que mira el mundo, y no hay nada más pesado que alguien que quiere hacerse el chistoso. En la cultura mexicana no ha tenido un espacio privilegiado. Han existido escritores con sentido del humor, como Juan José Arreola, Salvador Novo, Carlos Monsiváis. Sin ser una constante, rara vez la literatura le ha apostado a la ligereza o al humor. Basta ver los títulos de obras clásicas: El luto humano, Los días enmascarados, El laberinto de la soledad, Muerte sin fin,  Nostalgia de la muerte, El Llano en llamas. Aluden situaciones tensas, desgarradas, límites. Yo me formé de modo irregular, leyendo más cómics que libros. Disfrutaba de La Familia Burrón, Los Supersabios, Los Supermachos, La Pequeña Lulú”.

Dice Villoro que veía las series de televisión Mi marciano favorito, El Superagente 86 o escuchaba las narraciones de Ángel Fernández, Mago Septién y Sony Alarcón. Era imposible oír un partido de futbol narrado por esos cronistas o leer historietas de los caricaturistas: Gabriel Vargas, Germán Butze, Rius, Margel, sin entrar en contacto con el sentido del humor”.

“El caldo de cultivo —agrega— para acercarme al mundo de la representación y de la palabra estaba impregnado de sentido del humor. Por temperamento me parecía muy deseable. La literatura mexicana era muy seria. El primer libro que leí por interés y por vocación fue De perfil,  de José Agustín, irreverente y con mucho sentido del humor. Luego, cuando Jorge Ibargüengoitia publicó en Excélsior, dirigido por Julio Scherer, encontré, digámoslo así, una manera autorizada, legítima, de entender que el humor es un atributo de la inteligencia, que revela algo escondido de la realidad. No simple y llanamente algo destinado a hacer reír”.

“A Tito Monterroso —sigue Villoro— le parecía más importante que el humor hiciera pensar y luego provocara una carcajada, si eso era posible.  Entonces, de manera intuitiva, caótica, informal, estos gustos, estos procedimientos y mi propio temperamento, me llevaron a un tipo de literatura en la que, de pronto, aparece el humor”.

A Villoro lo entrevistó José Luis Martínez S., director de Laberinto, suplemento cultural sabatino de Milenio.