En la colonia Viveros de Xalostoc no se escucharon las voces de los travestis, quienes suelen pasar sus días en la calle.

En ese cruce de las calles Ébano y Caoba no había nadie más que el cuerpo semidesnudo de una mujer desconocida.

Fueron habitantes de la zona quienes se percataron que ayer por la noche el lugar estaba desocupado. Sobre la acera permanecía el sillón donde suelen sentarse el grupo de hombres y amontonada la ropa que les regalan.

Antes de las 7:00 de la mañana, el mueble se encontraba volteado y arrastrado a la orilla de la banqueta. Un par de piernas se asomaban por debajo del sillón.

Al ver las zapatillas y el pantalón color violeta, los habitantes de la colonia llamaron a los policías.

Ahí, frente al muro de una bodega, los policías hallaron el cadáver de la mujer.

En la espalda de la víctima, los agentes encontraron un tatuaje de la Santa Muerte con alas.

Al ver el resto del cuerpo y el cabello teñido de rubio, los agentes pensaban que se trataba de un indigente que, según los vecinos, también acostumbra vestirse de mujer. Pero al retirar el sillón descubrieron que el cuerpo que se encontraba tendido en el pavimento y con el rostro hacia el piso era el de una mujer.

Los homicidas intentaron incinerar a su víctima, así lo dijeron los peritos que atendieron el llamado. Y es que las piernas y ropa de la desconocida alcanzaron a incendiarse.

Tal vez, comentaron, fue la humedad del mueble provocada por la intensa llovizna de la madrugada, lo que impidió que el cuerpo se calcinara.