Ecologistas de bolsillo
Yazmín Alessandrini
La Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó una absurda, sospechosa, tendenciosa y frívola iniciativa para prohibir a los circos que pisen la ciudad de México utilizar animales durante sus actos.
El dictamen en cuestión, que una vez que sea publicado en la Gaceta Oficial del Distrito Federal y en el Diario Oficial de la Federación, rezará más o menos así: “queda prohibido durante la celebración de los espectáculos circenses, se utilicen animales vivos silvestres o domésticos. Queda estrictamente prohibido presentar en espectáculos circenses obsequiar, distribuir, vender y en general efectuar cualquier uso de animales vivos tales como utilizarlos como premios en sorteos, juegos, concursos, rifas, loterías, para tomarse fotografías o cualquier actividad análoga”.
Más por moda que por convicción, vemos que este dictamen fue hecho sobre las rodillas por parte de las brillantes mentes que lo idearon, unos verdaderos ecologistas de bolsillo que en su muy corta visión maliciosamente omitieron muchísimas circunstancias de peso específico.
Para variar, volvieron a afectar a aquéllos que supuestamente deben cuidar y proteger, a los que menos tienen. Y es que al circo, al ser uno de los últimos reductos accesibles de entretenimiento para las clases populares, por sus módicos precios, con esta decisión acaban de asestarle un golpe mortal.
Ustedes, señores políticos, cuando quieren ver a un animal salvaje pueden pagarse un lujoso safari a África. Sin embargo, la mayoría de los mexicanos no poseen el poder adquisitivo que ustedes. ¿En algún momento pensaron que el grueso de los niños y adultos de este país la única oportunidad que tienen de ver de cerca de un animal salvaje es en un circo? Pero eso no es todo, ¿acaso también pensaron en las cientos de miles fuentes de empleo que quedarán extintas (veterinarios, adiestradores, cuadrillas de trabajadores de aseo, alimentación) con esta medida?
Otro punto: ¿tienen idea de cuántos de estos animales en poder de los distintos circos nacieron en un hábitat natural? ¡Prácticamente ninguno! La mayoría de estas hermosas bestias son parte de generaciones de animales que durante décadas han nacido en los circos y que jamás han pisado una jungla, selva o bosque.
¡Ah!, pero eso sí, muy conveniente se hicieron de la vista gorda al legislar respecto a los animales involucrados en los eventos taurinos, los hipódromos, los galgódromos, la equitación, el polo, las peleas de gallos, etcétera. ¿Será que los actores de estos giros sí tienen con qué para pagar cabilderos y conciencias? ¿Era mucho pedir que se reunieran con los empresarios circenses, las sociedades protectoras de animales y demás participantes en esta industria para alcanzar justos medios y mejorar en el tema del cuidado y trato de estos animales?
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