Si yo fuera diputado… diría

Así como hay un arte del bien hablar,

existe un arte de bien escuchar.

                                                                      Epicteto (55-135 d.C)

José Fonseca

Esta semana, al escuchar los farragosos y tediosos discursos de los legisladores de la izquierda en la reunión de las comisiones de Energía y Estudios Legislativos que discutieron la ley de hidrocarburos, uno entiende la razón por la cual el ciudadano de a pie los siente tan lejanos.

Fueron horas y horas de discutir sobre un mismo tema, el procedimiento para el debate de la susodicha ley, un singular ejercicio de darle vueltas a la noria.

Es, por supuesto, una válida táctica parlamentaria para retrasar al máximo cualquier eventual aprobación de las leyes reglamentarias de la reforma energética.

Eso, sin embargo, no obsta para que los legisladores se arroparan en la exigencia de que la discusión tenía que ser abierta, para agotar el tiempo y la paciencia.

Curiosamente, todos los legisladores de la izquierda pecaron de arrogancia. Presumieron que todos los ciudadanos de a pie están pendientes de cada una de sus palabras, bebiéndolas como si fuera el Sermón de la Montaña.

Quizá no es arrogancia, simplemente es confusión, una confusión a la que los conduce la práctica de sólo escucharse a sí mismos y no escuchar a los demás.

No es cierto que se legisle a escondidas. El canal del Congreso transmite íntegras las sesiones de las comisiones. Transmitió las de esta semana.

Verlas, escucharlas, es un ejercicio agotador, la paciencia es una virtud heroica, lástima que la mayoría de los ciudadanos de a pie no seamos pacientes.

Escucharlos y verlos dar vueltas a la noria es una experiencia, una auténtica tortura que habría quebrantado hasta al paciente y bíblico Job. Y eso ya es decir.

Quien esto escribe no aguantaría la tentación de decirle a un compañero legislador: “perdone, compañero, lo que acaba de decir es una imbecilidad”. Lo peor es que todos decían expresar los deseos más íntimos del pueblo. Singular interpretación del pensamiento popular.

Y no es que uno piense que eso sólo ocurre en el Congreso de México, así son todos los parlamentos del mundo, por eso alguien escribió, parafraseando a Scott Fitzgerald: “los políticos son distintos a todos los demás”.

Y, sí, lo son.

 

                                                     jfonseca@cafepolitico.com