Pasión, ánimo y entrega total por México

 

Presencia de ánimo y valor en la adversidad,

valen para conquistar el éxito más que un ejército.

John Dryden

Carlos Alberto Pérez Cuevas

Lo pensé seriamente, escribir sobre futbol, pasión, ánimo y entrega, después de haber visto un partido de la Selección Nacional de nuestro país, que francamente ha sido el mejor que he visto en toda mi vida y que me mantuvo y estoy seguro que mantuvo a los millones de mexicanos que seguimos la transmisión del partido contra Brasil celebrado en el estadio de la ciudad carioca de Fortaleza, con la emoción hasta el tope, con la alegría y el ánimo de ver un equipo bien integrado y además totalmente entregado con sed y hambre de triunfo, se notaban las ganas de ganar y eso contagiaba, vimos mentalidad de altura como dicen en el argot futbolístico, vimos a once jugadores jugar al “tú por tú” frente a uno de los seleccionados más fuertes y favoritos para ganar la copa del mundo.

Tengo que empezar por reconocer que al igual que casi todos los mexicanos venimos de una falta real de confianza en que la selección nacional pudiera tener un papel destacado en este Mundial, además de saber que sería difícil para México competir contra tantos intereses y corruptelas arbitrales destapados recientemente en este deporte.

Durante décadas como selección de futbol fuimos el hazmerreír no sólo de los clubes y la afición de nuestro continente sino también de otros equipos y sus seguidores en donde el futbol ha sido más desarrollado, como en Europa, burla sustentada en que nuestro equipo tricolor invariablemente no pasaba del primer partido de la justa mundialista.

Poco a poco mejoró la actuación hasta llegar al cuarto partido, es decir, el pase a segunda ronda y de ahí nuevamente a la derrota y a seguir con la vida cotidiana; si no era la falla de penaltis, era la falta de entrega en el campo o la mentalidad derrotista de los jugadores por sentirse menos preparados que otros seleccionados de países catalogados como potencias mundiales.

Hemos escuchado de jugadores experimentados, como Rafael Márquez, decir que en esta selección actual encuentra una mentalidad más fuerte y más preparada que en las anteriores donde tuvo oportunidad de estar, y hoy puedo asegurar que tiene toda la razón y que así se demostró, bien dice el refrán popular que “una golondrina no hace verano” y que un partido no puede determinar el futuro ni la integralidad de lo que suceda en la búsqueda de éste.

Sin embargo, estas ganas de ganar y salir con todo a enfrentarse a los rivales genera un ánimo y una esperanza un poco más sustentados en realidades; muchos dirán que se trató sólo de un empate y no se pueden echar campanas a vuelo.

Fue un empate que nunca habíamos logrado porque siempre el triunfador había sido Brasil, que una vez más, venia armado hasta los dientes con grandes jugadores, con figuras mundiales, que esta vez quedaron minimizados ante un infranqueable Memo Ochoa y un equipo mexicano sólido, fuerte y animado.