Nadie les toca un pelo

Así actúan los virreyes estatales

Félix Fuentes Medina

Debido a su mala conducta, la vox pópuli llama virreyes corruptos a los gobernadores. Por voluntad o bajo amenazas, unos están ligados al narcotráfico y gastan fondos públicos a placer, sin faltar la publicidad personal.

En la pasada era autoritaria del PRI, los mandatarios estatales eran vigilados por Gobernación y, salvo excepciones, rendían cuentas de sus gastos, pedían permisos hasta para viajar al extranjero.

Hoy son omnipotentes, como sucedió con el expresidente del PRI, Humberto Moreira, quien como gobernador de Coahuila dejó una deuda impagable de 34 mil millones de pesos.

Moreira se pasea por el Distrito Federal, adquirió una residencia en España, viene a México cuantas veces le da la gana y nadie le toca un pelo.

El exgobernador de Tabasco, Andrés Granier, acumuló siete acusaciones a causa del desvío de fondos federales por más de 2 mil 608 millones de pesos, sin contar los ilícitos por peculado.

Granier pudo seguir libre, como Moreira, pero cuando vino de Miami, Florida, para declarar en la PGR, cometió el error de declararse enfermo, lo cual fue una patraña de sus abogados para no perder el negocio de la defensa, y ya no recibió la ayuda oficial prometida.

Lo de Michoacán es película de tortuosos episodios. Al gobernador Fausto Vallejo no se le permitió la licencia definitiva cuando le trasplantaron el hígado porque implicaba realizar nuevas elecciones en una entidad atrapada por la delincuencia.

Quedó como interino Jesús Reyna García pero, al regresar Vallejo, fue detenido, se le arraigó durante 40 días y fue declarado formalmente preso por nexos con el narcotráfico.

Y si a Rodrigo Vallejo, hijo de Fausto Vallejo, se le retrató con el prófugo líder de Los Templarios, Servando Gómez, La Tuta, ¿no estaba toda la familia conectada con el aún poderoso cártel michoacano?

Vallejo ya fue renunciado y en su lugar fue puesto el exrector de la Universidad Nicolaíta, Salvador Jara Guerrero, quien es doctor en filosofía y luce elegantes títulos académicos, pero carece de experiencias políticas.

En el último cambio de gobierno estuvo en todo momento el comisionado federal, Alfredo Castillo, quien negó la intervención del presidente Peña Nieto en la remoción de Fausto Vallejo.

Sin embargo, al propio Castillo se le imputa la designación de Salvador Jara y de estar tras el poder de Michoacán. Esto es clamor general.

Guerrero volvió a ocupar el primer lugar en ejecuciones y, además del baño permanente de sangre, la práctica de las extorsiones cobra fuerza, ante la impotencia del gobernador Ángel Aguirre para contener al hampa.

El mandatario de Oaxaca, Gabino Cué, hizo gala de su cinismo al convertirse en abierto defensor de la CNTE, con la que puede dialogar, según afirmó, y coloca al SNTE como disidente de la corrupta y chantajista Sección 22.

Así se evidencia el pacto entre el fallido mandatario y dicha Sección. Sin embargo, el gobierno federal permanece indiferente ante el caos auspiciado por Gabino Cué.

¿A dónde va el país con estos gobernantes?