El 19 de junio pasado se cumplieron dos años de asilo diplomático en la embajada de Ecuador en el Reino Unido, del editor y fundador del portal Wikileaks, Julian Assange. Hasta la fecha no se vislumbra alguna solución pronta a su caso. Asimismo, poco ha cambiado sobre las “revelaciones” del portal ya que en los grandes medios nada se habla sobre las evidencias que ahí se mostraron. Las amenazas y el olvido siguen su curso.

Assange “vive” recluido en “pequeñas habitaciones” de la embajada ecuatoriana y apenas recibe media hora de luz solar cuando se asoma a un balcón de la misión diplomática, según describió el mandatario ecuatoriano Rafael Correa. Mientras, su caso sigue enredado en un laberinto legal entre los gobiernos de Estados Unidos, Suecia, Reino Unido y Ecuador.
El fundador de Wikileaks entró en la embajada ecuatoriana para evitar una orden de extradición a Suecia donde se le abrió un extraño proceso por supuestos delitos sexuales, aunque no se le ha fincado ningún cargo. En tanto, el gobierno estadounidense se niega a garantizar que no será acusado por las revelaciones que el portal ha hecho y el Reino Unido niega un salvoconducto a pesar de que Ecuador le otorgó el asilo.
Mientras tanto, en Estados Unidos, Chelsea Maning (antes Bradley Maning), ex integrante del ejército estadounidense, que filtró miles de documentos clasificados de los servicios de inteligencia del país más poderosos del orbe, al portal de noticias Wikileaks, purga una condena de 35 años que sus abogados luchan por revertir.
 
Hay que recordar que entre las filtraciones se encuentra el video del ataque aéreo en Bagdad el 12 de julio de 2007, a un grupo que incluía civiles y los registros o “diarios de guerra” de Afganistán y de Irak, que evidencian delitos que no han sido resueltos por el gobierno estadounidense. Las revelaciones en Wikileaks constituyeron el primer gran momento del nuevo escenario mundial con el componente de la ciberseguridad.
 
El segundo momento se concreta con las revelaciones hechas por el ex empleado de la CIA y de la NSA Edward Snowden, las cuales corroboraron lo que era un secreto a voces, que el gobierno estadounidense espía indiscriminadamente a gobiernos, amigos o enemigos y a sus propios ciudadanos en nombre de la seguridad nacional (su seguridad). En este contexto, tenemos a Maning en la cárcel, Assange aislado en una embajada y Snowden, asilado temporal en Rusia, pero de los responsables de los delitos que se evidencian en las filtraciones, no tenemos nada, ni la certeza de que el espionaje haya terminado.
 
A dos años de su reclusión en la embajada ecuatoriana, Assange, junto con Maning y Snowden, siguen constituyendo una voz desafiante en este complejo escenario mundial, donde se apuesta por el paso del tiempo y el olvido y se pretende amenazar cualquier nuevo intento por develar lo que sucede en las entrañas del poder.