Detonar las reformas

Mireille Roccatti

El actual régimen, desde su llegada al poder hace ya 20 meses, empeñó su esfuerzo y energía vital en concretar una serie de cambios estructurales que por décadas se habían venido posponiendo por falta de consensos, apatía en el ejercicio del poder o por confrontaciones políticas que anteponían el interés partidario electoral al interés superior de la nación.

Es claro que existía y aún existen visiones distintas y proyectos diferentes de país, que las reformas emprendidas refuerzan el basamento del modelo de desarrollo neoliberal implantado hace 32 años, pero es cierto también que las fuerzas políticas que se oponen al rumbo económico y buscan imponer un cambio de giro no han alcanzado el apoyo popular para lograrlo. Y en una democracia las fuerzas políticas que alcanzan y mantienen el poder por la vía electoral imponen su proyecto político económico a la sociedad.

En el antecedente inmediato deben considerarse las reformas del periodo salinista 1988-94 que no fructificaron como se esperaba entre otras razones porque no se acompañaron por una trasformación política acorde y sólo avances graduales en nuestra “larga Marcha” de Transición democrática que no condujeron a una simple alternancia.

Los últimos gobiernos del partido casi único y el arribo del viejo PAN no cambiaron ese modelo de desarrollo y las condiciones actuales globales e internas sólo nos permiten hacer ajustes graduales sin variar el rumbo, y es lo que se está haciendo. Las reformas estructurales que se emprenden tienen como fin último elevar las condiciones de vida de los mexicanos.

Es claro que la dinámica de trasformación del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto con su perspectiva contrasta con un segmento importante de la sociedad y de las fuerzas políticas que las representan, pero cuenta también con un apoyo indiscutible de la mayoría de los mexicanos y con el apoyo de las formaciones políticas que aglutinadas representan la mayoría de la población mexicana.

Es importante recordar que en el tránsito para alcanzarlas se tendieron puentes, construyeron consensos y tejieron alianzas con las fuerzas políticas y los principales actores económicos y sociales, lo que destrabó los obstáculos para procesar en los espacios legislativos las reformas constitucionales.

Ese esfuerzo resulto vital y demostró que es posible en un sano ejercicio de la política realizar cambios para hacer avanzar el país, con visión de Estado, con la mira puesta en el horizonte, que los actores políticos y económicos pueden acordar una agenda mínima de trasformaciones pensando en México y hacer a un lado las reyertas políticas e incluso por encima de las ideologías privilegiar el futuro de la nación.

Los cambios incluyen una amplia gama de asuntos prioritarios para el presente y futuro de los mexicanos, abordar el tema educativo y realizar una reforma como la que se hizo logró un apoyo unánime de toda la sociedad e incluso el gobierno actuó defenestrando a quienes de sus propios aliados se opusieron a los cambios, con ello demostró voluntad política para concretar la reforma.

Las reformas constitucionales requieren de mayoría calificada, es decir dos tercios de los parlamentarios en ambas cámaras, obtener esas votaciones no es desdeñable y además legitima las reformas en materia de telecomunicaciones, político electoral, de competencia económica, fiscal hacendaria, educativa y energética, entre otras.

El siguiente paso consistió en consensuar los contenidos de la legislación secundaria de cada una de ellas y sin duda se abrió un dialogo que en ocasiones derivó en debates ríspidos porque algunas sin duda polarizan y dividen a la sociedad. Nuestra percepción es que pese a todo, los debates parlamentarios vendrán a fortalecer nuestra democracia, la cual puede ser adjetivada de muchas maneras, pero es la que hemos podido construir en las últimas décadas.

Hoy toda la energía vital debe ser canalizada a concretar en políticas públicas las trasformaciones emprendidas, la modificación del orden jurídico debe acompañarse de un accionar: claro, decidido, persistente para cristalizar este ciclo renovador, y avancemos en el propósito de abatir la enorme desigualdad social que padece Mexico.